viernes, 20 de noviembre de 2015

Néstor le habla a Daniel... Casi una premonición




Néstor le habla a Daniel Scioli y al pueblo


No se quien es el autor. Pero gracias por tomarte 

este trabajo inmenso. Emocionante 

Que loco, quedó como si le hablara a Scioli y en 

realidad se refería a Filmus...

 Vale la pena escuchar.

sábado, 4 de julio de 2015

ENCICLICA PAPAL


No va más

Por E. Raúl Zaffaroni *

La encíclica de Francisco sobre el cuidado de la “casa común” provocó algunas declaraciones histéricas de voceros de la derecha norteamericana.
Se dijo: que no es político, lo que no es cierto, porque todo el que ejerce algún poder en el mundo (espiritual, económico, cultural, etc.) es ridículo que se diga que no es político; que no es científico, porque subestimó los panfletos negacionistas de los “científicos” pagados por ellos; que no es economista, menos mal, porque en tal caso nos aconsejaría seguir aumentando la renta hasta el infinito; que no respeta “lo que es del César”, lo que no parece que pueda llevarse al extremo de entenderlo en el sentido de “a Hitler lo que es de Hitler”.
Se ha llegado a decir que es un papa marxista. ¿Por qué? Porque se permite valorar la dimensión económica de un fenómeno de poder mundial. ¿Acaso todo el que al explicar un fenómeno de poder toma en cuenta su dimensión económica es un marxista? ¿Para no ser marxista no hay que tomarlo en cuenta? Si la respuesta fuese afirmativa el mundo se dividiría entre marxistas e idiotas.
Se ha dicho que es un populista latinoamericano, lo que podría ser verdad (y ojalá lo fuese), teniendo en cuenta que de todos los movimientos políticos mundiales del siglo pasado, el populismo latinoamericano fue el menos letal, pues prácticamente sólo tuvo víctimas, asesinadas masivamente por los personeros de intereses financieros y colonialistas, a cuyo amparo hicieron sus negociados y quebraron nuestras economías.
Lo más curioso es que se lo acusa de querer obtener el respeto de sus enemigos. Ante todo, es necesario observar que los que lo difaman no parecen ser precisamente sus amigos, pero, al margen de eso, les molesta que Francisco hable a todos, cristianos, creacionistas no cristianos, agnósticos.
Y sí, Francisco lo hace así. Los cristianos deberían meditar toda la encíclica, los creacionistas pueden dejar de lado las citas bíblicas que quieran, los agnósticos todas esas consideraciones, porque al final del camino, con el resto del texto, llegarán a la misma conclusión por vía de la razón. Y para cristianos y creacionistas, será lo mismo, pues deberán pensar que también la razón humana es obra de la creación. ¿O pretenderá alguno que no lo es?
Sí, Francisco les escribe a todos, y obsérvese que no lo hace usando el “Nos” mayestático, sino el humilde “yo” del singular. Es el Papa que se despega de toda “papalatría” y que desde una posición que, guste o no, es de poder, es política en el buen sentido, y por eso mismo es angustiante para todo buen hombre, escribe para todos los seres humanos.
No se basa en la autoridad de ningún dogma, sino que lo hace desde la ciencia en su verdadero lugar, donde no hay incompatibilidad con ninguna fe. Obsérvese que, discretamente, como al pasar y en una cita, aparece nada menos que el nombre de Pierre Teilhard de Chardin.
¿Y qué nos quiere decir Francisco? Creo que se podría sintetizar en tres palabras: “Esto no va más”.
Dice claramente que no va más un mundo donde menos de una cuarta parte engorda y se le tapan las arterias y derrama lo que a las tres cuartas partes les hace falta para sobrevivir. No va más con la técnica y la política al servicio de corporaciones que buscan una renta infinita como único objetivo, incluso produciendo sus propias crisis, exigiendo dinero para salvar sus bancos, en sumas que alcanzarían para salvar la vida de millones de personas, que explotan o consideran “descartables” a los países débiles y a sus propias clases excluidas, que buscan renta a expensas de hambre y muerte, de destrucción de la biodiversidad, de contaminación, de extinción de especies, de maltratamiento de humanos y animales, de desertificación, de calentamiento atmosférico, de erradicación de cultivos tradicionales, de apropiación de semillas, de crecientes intervenciones biotecnológicas irresponsables y un largo etcétera.
No va más una especie que se está suicidando, que destruye las condiciones de habitabilidad humana del planeta, que al módico precio del consumo ha perdido hasta el instinto de supervivencia de los otros animales, que para continuar consumiendo se fabrica cada día nuevas “necesidades”.
La metáfora de que nos estamos disputando el mejor camarote del Titanic ya no es válida, porque lo que estamos haciendo es fabricar febrilmente nuevos camarotes, para disputarlos, mientras enfilamos a toda máquina hacia el iceberg.
Durante medio siglo todo se quiso ocultar ideológicamente bajo la polarización “capitalismo/comunismo”, “Oriente/Occidente” (aunque Marx era occidental, claro). Cuando con la implosión de las burocracias del “socialismo real” la polarización ideológica perdió toda base, el mundo pareció quedar “patas arriba”, como diría Galeano.
Pero contra los que quisieron parar la historia, ésta siguió moviéndose y hoy la obsoleta polarización ideológica viene a ser reemplazada por una opción real y urgente: vida o muerte, Eros o Tánatos, habitabilidad del planeta o extinción de la especie.
Un cambio paradigmático de esta magnitud no se produce súbitamente, sino que las aguas van dividiendo sus corrientes, hasta que por fin se opera la separación, precipitada por algo, un peñasco, una catarata, un grito, una revolución, o también un texto, o todo eso junto. Son los hechos fundamentales y fundacionales, que hacen eclosionar un nuevo paradigma.
No me cabe duda alguna acerca de que el texto de Francisco pertenece a esta categoría de hechos históricos. La reacción histérica lo demuestra.
No obstante, cabe tener en cuenta que los histéricos no son los dueños del poder, sino sólo sus muñequitos de ventrílocuo en la política-espectáculo. Los dueños del poder son los que manejan las corporaciones: no confundamos al payaso –y menos al mono– con el dueño del circo. Y éstos saben de poder y de cómo ejercerlo. No son tan tontos como para enfrentarse a Francisco abiertamente y polemizar con él. Eso lo dejan para los mercenarios de la política e incluso los mandan callar.
Me parece que la táctica de los poderosos es ningunear la encíclica, no darle espacio en sus medios monopolizados u oligopolizados, matarla con el silencio. No mencionarla. Dejarla pasar como la veleidad de un cura populista. Los monopolios mediáticos crean e inventan la realidad, y lo que molesta a las corporaciones de las que forman parte lo hacen desaparecer con sus juegos de prestidigitación.
Pero la encíclica se dirige a todos los humanos, en especial a los jóvenes, a quienes les legamos un mundo en vías de destrucción. Ya no está en peligro una nación, un pueblo, sino la especie humana misma. Deben leerla, es conceptualmente densa pero es clara.
Cuidado, pibes, que no es la palabra de un cura de estampita y medallita; si quieren pueden dejar la estampita y la medallita de lado, pero lean lo que les escribe un hombre que desde una posición que le permite visualizar el conjunto de la humanidad, lo hace con angustia, no por su propio destino, sino por el de todos los humanos.
Quizá sea este el siglo más peligroso de los muchos que el ser humano haya caminado por la superficie del planeta, pero por eso mismo, es también el más fascinante. En este siglo se decide si somos un extremo de complejidad e inteligencia cósmica o si, por el contrario, somos una aberración condenada a desaparecer. Probar lo primero es tarea de valientes, ayudados por la fe o por la razón, por lo que sea. Apoyemos la apuesta de Francisco. Probemos que no somos un cáncer del planeta.
* Ex juez de la Corte Suprema. Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
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domingo, 7 de junio de 2015

GENETICA DE LA ALIANZA UCR-PRO-CCL Y DEVALUACION DE MASSA


Buitres y guanacos

Entre el pago a los buitres de Macrì y la rebaja de salarios del cazador de guanacos Lucas Llach, es posible imaginar cómo gobernaría esa alianza PRO-UCR-CCL. Por suerte Carrió se desentiende de la economía, ocupada en defender al renunciante golpeador De Narváez y a la República Perdida. Massa se paraliza ante el vacío sádico de Macrì, que cada día le baja el precio y ya ni gratis lo acepta. La batalla de los republicanos contra la corrupción no cabe en la canasta de Recalde.

Por Horacio Verbitsky

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Nicolás Caputo, amigo, consejero y testigo.
Dentro de dos semanas, justo cuando se cierre la inscripción de aspirantes a la presidencia de la Nación, se cumplirá un año del fallo de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos que dejó firme la decisión del juez de Wall Street Thomas Griesa a favor de los fondos buitre.
Maurizio Macrì visitaba Israel. Gracias a las seis horas de diferencia estaba bien despierto cuando recibió un llamado desde la radio del Grupo Clarín. Pero no lo parecía: “Habrá que pagar al contado”, opinó. También dijo que lo había hablado con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Sin querer, el diálogo se puso humorístico:
–¿Y qué le dijo Netanyahu?
–Sólo asintió, porque es un hombre de pocas palabras.
En cambio el gobierno mantuvo invariable la propuesta que Cristina comunicó en la celebración rosarina del Día de la Bandera, de “un acuerdo beneficioso e igualitario para el ciento por ciento de los acreedores”. Ni los buitres ni su juez lo aceptaron, la Argentina mantuvo su posición y no sucedió ninguna de las catástrofes vaticinadas por medios, políticos y economistas opositores. Esto fortaleció a los candidatos del FpV que, con matices menores entre ellos, prometen continuar con las mismas políticas de CFK. El viernes, un nuevo fallo de Griesa sumó otros 5400 millones de dólares a la cuenta que la Argentina debería pagar a quienes no renegociaron en 2005 o 2010, una prueba adicional de que el rechazo oficial fue acertado. Hasta ahora, Macrì no dijo esta boca es mía.
El presidente del bloque de diputados bonaerenses de la Coalición Cívica Libertadora, Walter Martello, explicó entonces que quien influyó a Macrì para fijar aquella posición tan instantánea como disparatada fue su amigo de infancia, asesor, testigo de boda y financista, Nicolás Martín Caputo. Para avalarlo, reprodujo una frase significativa del balance que en esos días presentó el Grupo Caputo: “Se aguarda para el 2015 una solución rápida del conflicto con los holdouts que permita revertir la actual tendencia negativa en el nivel de actividad”. Caputo tenía entonces en ejecución una cartera de obras para la Ciudad y la Nación por 1.500 millones de pesos, agregó Martello para que se comprendiera el sentido del consejo. Pero desde que Elisa Carrió sentenció que “Macrì es corrupto pero republicano” y se integró a la alianza que irá a las PASO con la UCR y el PRO, la información ya no está accesible en esa página. Los negocios por encima del interés colectivo, el Estado como gestor de esos beneficios particulares. Nada sorprendente porque así nació la PROpuesta Republicana. Caputo tiene menos éxito con su amigo cuando se trata de decisiones políticas, como el acercamiento que propugna a Sergio Massa.

El talón de Aquiles

Ernesto Sanz anunció que su candidato a vicepresidente será Lucas Llach, quien ya estaba coordinando los equipos técnicos del senador mendocino. La diligente prensa escrita y televisada permitió saber que se trata de uno de los hijos del ex viceministro de Economía de Menem y ex ministro de Educación de De la Rúa, Juan Llach, y que realizó un posgrado en Harvard. También se divulgó que corre descalzo, apoyando el pie en los metatarsianos y no en los talones, pero es tan sofisticado que lo denomina barefoot running. Además supimos que postula como ideal la dieta de hace ocho mil años y que la puso en práctica en un Mesón de Comida Paleolítica bautizado con el ingenioso nombre Como Sapiens, que Llach comparte con Cecilia, hija del diputado de PRO Federico Pinedo. Con los mismos aires del infante Froilán, Llach propuso una carrera “Persiguiendo al guanaco 2015”, hasta que los camélidos cayeran muertos por agotamiento y deshidratación, pero no llegó a realizarla por la sensata prohibición del gobierno de Chubut. Los malditos peronistas, siempre interviniendo desde el Estado en las iniciativas privadas. Además inventó TipType, un teclado virtual para Android y apostó 500 dólares a quien pudiera escribir más rápido en el telefonito. Martín Lousteau puede respirar aliviado de que su colega y amigo no se postule para gobernar la ciudad de Buenos Aires, inagotable incubadora de freaks y nerds, y en cambio se arriesgue a reclamar el voto de bonaerenses, salteños, riojanos y sanjuaninos. El haber elegido a Llach también demuestra que Sanz no se propone capitalizar la extensa estructura partidaria en la competencia con Macrì, sino ponerla a disposición del precandidato neocon. Ni siquiera le molesta la contradicción con su compañero de fórmula sobre temas centrales, como la Asignación Universal por Hijo, que Sanz denigró como promotora del vicio y Llach encomió como el mejor aporte del kirchnerismo.
Lo curioso es la omisión generalizada sobre el pensamiento económico de Llach, y no porque él lo haya ocultado. Por el contrario, lo difundió en dos libros sobre historia económica escritos en colaboración con Pablo Gerchunoff, el jefe de asesores del ministerio de Economía en los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa. Especialista en privatizaciones, reforma del sector público y del mercado laboral, hace quince años Gerchunoff defendió ante estupefactos diputados radicales y del Frepaso la rebaja de sueldos a 130.000 empleados públicos como única alternativa para no despedir a 30.000. Los radicales no conciben ajustar más que sobre los asalariados, de modo que su horizonte intelectual se limita a la opción binaria entre el hambre y las ganas de comer, siempre ajenos, claro.

El enemigo principal

En Como Sapiens, Llach sostiene que “la agricultura y la domesticación de animales permitieron que aumentara la población. Pero más no siempre es mejor”. Este razonamiento es idéntico al que la oligarquía aplica desde el golpe de 1955, cuando el segundo ministro de Hacienda del dictador Aramburu, Roberto P. Verrier, descubrió que éste era un país espléndido pero le sobraban cinco de sus veinte millones de habitantes, cosa que en 1991 le recordé en una entrevista al padre de Llach, al entonces peronista y hoy radical Javier González Fraga y al ex viceministro radical Adolfo Canitrot, quienes disimulaban con distintas tácticas su afinidad profunda con Verrier. En las seis décadas transcurridas desde la Revolución Fusiladora, la política del mal llamado liberalismo argentino consistió en excluir de la civilización, el consumo y/o los derechos políticos a esa masa bárbara que hoy, si se mantuviera aquella proporción, pasaría de los diez millones. Agrega Llach en Como Sapiens que “la dieta llena de harinas, arroces, azúcares es una alimentación muy diferente a la que nuestro cuerpo está genéticamente preparado para recibir”, basada en carnes, frutas, verduras y frutos del mar. Esta pleitesía al determinismo genético no es traída a colación aquí en forma caprichosa, porque se reitera en los ensayos económicos del candidato. En el segundo de sus libros (Entre la equidad y el crecimiento. Ascenso y caída de la economía argentina, 1880-2002, de 2004) Llach y Gerchunoff afirman que existe un “rasgo genéticamente igualitario de la Argentina”, acentuado “a partir de la inauguración de una democracia auténtica” con el Yrigoyenismo, que contradice las tendencias “más favorables al crecimiento”. Es posible que en plena campaña electoral, Llach no sea tan explícito y delegue las explicaciones en su predecesor en la candidatura vicepresidencial de 2011, González Fraga. La semana pasada, ante una convocatoria de la Unión Industrial, JGF, expuso la discontinuidad con la política económica actual que propone su partido. Para conseguir lo que denominó “un shock de confianza” recomendó “eliminar las retenciones y las trabas al comercio exterior, poniendo fin a los controles de precios”. No hace falta mencionar los salarios para que los entendidos adviertan que esta batería de medidas reduciría su poder adquisitivo en forma drástica. En la misma línea, JGF también planteó el pago a los fondos buitre (con una quita del 50 por ciento, dijo) y la reconciliación con el FMI, con la idea de que así se produciría “un fuerte ingreso de capitales”.

El pecado original

La primera respuesta al planteo de Llach y Gerchunoff la firmó Axel Kicillof, quien entonces sólo era docente e investigador de la UBA e integrante del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino, que sesionaba en una habitación del estudio jurídico de Héctor Recalde. En un artículo que se publicó en este diario el 5 de septiembre de 2004, dijo que la obra vestía con modernos ropajes las vetustas ideas de José Alfredo Martínez de Hoz y Roberto Cortés Conde, que a la manera de los relatos de la Teología atribuyen todas las desgracias a un pecado original: la abundante tierra y la escasa población, que redundaron en salarios excesivamente altos en el paraíso agroexportador perdido en 1930. Los primeros habitantes se acostumbraron a ese estado de bonanza y convirtieron la equidad en un “valor político prioritario” que fue transmitiéndose de padres a hijos durante más de cien años. Este punto de partida generó una dinámica fatal, porque “para los autores el crecimiento requiere bajos salarios y una completa apertura comercial que permita aprovechar la especialización primaria a escala internacional”. Pero los argentinos, escribió Kicillof, “en lugar de someterse a su natural destino reclamaron obstinadamente altos salarios, lo que sólo pudo lograrse mediante medidas proteccionistas, industrialistas y deficitarias. De esta forma Gerchunoff y Llach sostienen que la búsqueda de equidad se contrapone al crecimiento”. El actual ministro explicó que en los periodos de sobrevaluación de la moneda (como la convertibilidad), el salario medio es alto en dólares pero no implica un elevado nivel de vida para la población. En un anticipo de los debates actuales, Kicillof dijo entonces que Llach y Gerchunoff cargaban la baja creación de empleo, el déficit fiscal crónico y el endeudamiento externo a la debilidad de los gobiernos de Menem y De la Rúa para oponerse a la abominada pasión igualitaria. “El dogma neoliberal según el cual el crecimiento no es compatible con la ‘equidad’ fue desmentido por todas las experiencias de desarrollo mundialmente exitosas. Pero, ciegos ante toda evidencia, y sordos ante todo cuestionamiento de las bases teóricas sobre las que se sustenta, esta afirmación se convirtió en el caballito de batalla de los intereses que a toda costa y en toda circunstancia se oponen al desarrollo industrial y promueven la caída de los salarios”. Para esta concepción, el salario sigue siendo el enemigo principal, ayer, hoy y mañana.
En 2005 otras dos investigadoras de CENDA, Cecilia Nahón y Mariana González (quienes ahora son embajadora en Estados Unidos y Subsecretaria de Coordinación Económica y Mejora de la Competitividad), desmenuzaron en un trabajo académico la obra de Llach y Gerchunoff y la tradición ideológica que la sustenta: “Aquella que celebra melancólicamente el período agroexportador, condena el proceso de industrialización local y justifica como incuestionables y naturales el ajuste regresivo y la liberalización de las últimas décadas. En un momento en que se alzan fuertes críticas hacia las políticas de apertura, liberalización y desindustrialización implementadas desde la dictadura militar, los autores defienden su continuidad. Se trata de un intento de justificar una vez más las eternas recomendaciones de política económica del dogma neoliberal. En lugar de profundizar en el debate acerca de las alternativas reales para el desarrollo de la Argentina, los autores insisten con viejas recetas cuyos resultados están a la vista: treinta años de fiel devoción neoliberal han arrojado al país a la mayor crisis económica, política y social de su historia”. En sus conclusiones, Nahon y González señalan que “la regresiva redistribución del ingreso de los últimos treinta años parece no ser suficiente para los autores: se insinúa que se requería aún más desigualdad para que florecieran los resultados de las acertadas políticas neoliberales. La década del noventa hubiera sido un verdadero éxito si la sociedad hubiera aceptado con sabia resignación una caída aún mayor de los salarios (...) La remanida receta de Gerchunoff y Llach no involucra una disyuntiva entre la equidad y el crecimiento, sino el riesgo de una nueva década pérdida en ambos sentidos. Se trata del eterno retorno de fórmulas ya fracasadas. Hoy, en cambio, es tiempo de planificar el desarrollo económico nacional priorizando la mejora en las condiciones de vida de los trabajadores”. Llach prefiere perseguirlos, descalzo pero con su botellita de agua, hasta que caigan muertos como guanacos por agotamiento y deshidratación.
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sábado, 16 de mayo de 2015

elecciones

Capital político

Por Luis Bruschtein


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Si hay dos candidatos peronistas y otro que no lo es, y se baja o se pincha uno de los peronistas, el que se favorece es el otro peronista. Los votos no peronistas y los peronistas más anti k de Massa hace mucho que se fueron a Macri. Lo que le queda es un voto que está más cerca de Scioli o de Randazzo que de Macri. En ese contexto, las encuestas ya dan por ganador con varios puntos de diferencia (pero pasando a segunda vuelta) al candidato oficialista. Al bajarse o pincharse Massa, sus votos se reparten, pero van a aumentar la diferencia del oficialismo sobre Macri. Si Massa se uniera a Macri, sucedería lo mismo, porque los votos de Massa son más peronistas que su candidato. Y la imagen laboriosamente construida de Macri tiene tanto de atractiva para el electorado porteño como de rechazo para el peronista clásico.
Más allá de las internas en el Frente Renovador y de las ambiciones personales de sus principales figuras, Darío Giustozzi, el dirigente de Almirante Brown, en la tercera sección electoral bonaerense, la más grande de la provincia, y el intendente que le proporcionó más votos a Massa, no se pasó a la trinchera de Macri, sino que como pudo regresó al espacio peronista. Lo hizo siguiendo sus votos. En 2011, cuando Cristina Kirchner obtuvo el 54 por ciento, Giustozzi había ganado con poco más del 70. En el 2013, cuando se fue con Massa, ganó con poco más del 40 por ciento, a diez puntos del FpV. Tras la sangría en sus filas hacia el macrismo, las últimas encuestas lo mostraban un poco por abajo del Frente para la Victoria. Si seguía con Massa perdía su distrito, razón por la cual el actual intendente Daniel Bolettieri había empezado a negociar una forma elegante de volver al redil.
La declinación de Massa y la anterior de Francisco de Narváez ponen en duda la idea de un peronismo ubicuo y oportunista detrás de ganadores con poder independientemente de sus propuestas. Es una imagen que se mereció el peronismo cuando se encolumnó masivamente detrás del liderazgo desperonizante de Carlos Menem, una versión de folklore peronista de patillas y astucia pero de un neoliberalismo extremo. El peronismo tiene otros defectos, pero nunca antes había ido en ese rumbo que pudo significar su muerte. Sin embargo, que no se haya congelado en esa etapa de despersonalización lo redime en parte también y abre una discusión hacia el futuro. El kirchnerismo no es todo el peronismo, pero comparte la mayoría de sus genes con el amplio espacio de lo que se llamó movimiento peronista. Hay allí una identidad en tensión con los vicios del conservadurismo neoliberal que dejó el menemismo. La diferencia es grande. En el peronismo interactúan los sectores populares a partir de un proyecto de nación inclusiva que contiene sus intereses y reclamos. El conservadurismo neoliberal, en cambio, usa la demagogia para atraer a esos sectores a políticas que van en contra de sus intereses, como si fueran una masa amorfa en alquiler, que es la imagen “populista” –como degradación de lo “popular”– con la que describen al pueblo peronista los antiperonistas, incluyendo los que se definen como progresistas.
La declinación de candidaturas que en su momento parecieron imbatibles, como las de Massa y De Narváez, sin que se produjeran fugas masivas en las bases ni cuadros medios del oficialismo, tiende a demostrar que la identidad peronista no es tan superficial. A su vez, el surgimiento abrupto y las deserciones aceleradas que sufrieron estos liderazgos tan fugaces tienden a demostrar que al mismo tiempo subsisten rasgos que dejó el menemismo. Esa tensión definirá la potencialidad del peronismo como una opción nacional y popular dentro de los cauces en los que fue fundado, a la que el kirchnerismno agregó nacional, popular y democrático.
Pero no se trata de un tablero de ajedrez de negras contra blancas, sino que los escenarios tienden a invadirse y superponerse. Hay entradas y salidas y actitudes cruzadas dentro y fuera. La candidatura de Scioli activa esas zonas grises porque él mismo se define más como aliado del kirchnerismo y no tanto como parte de él y además porque es un candidato que se propone atraer votos ajenos a ese espectro que deberá disputárselos a Macri. Tendrá que reafirmar la confianza del voto kirchnerista sin perder su capacidad de atracción del no peronista. Dos maniobras simultáneas que no serán fáciles.
Su aparición en el programa de Tinelli fue un ejemplo. Le hace perder puntos por un lado y ganarlos por el otro. La llegada de Scioli a la política durante el menemismo le hace más costosa esa tarea porque su presencia en el programa retrotrae a ese recuerdo y a la farandulización del menemismo. Es difícil saber si ganó algún punto, pero demostró que, si bien es fiel a su recorrido junto al kirchnerismo, tiene su propio camino.
Florencio Randazzo, su adversario en la interna presidencial del oficialismo, no carga ese lastre. Si iba, no detonaba ninguna historia de su pasado, pero prefirió enfatizar la diferencia negándose a participar. La apuesta del ministro está en su capacidad como administrador, en la gestión de pasaportes y DNI y en los ferrocarriles.
Son los dos aspirantes a la máxima candidatura en el Frente para la Victoria que mejor miden en las encuestas y los que finalmente quedaron en carrera después de la exhortación de la Presidenta a reducir la oferta electoral a los más competitivos. En los sondeos Scioli lleva la delantera, y Randazzo ocupa un lugar que lo mantiene en carrera.
Hay una diferencia todavía grande en el conocimiento popular. Scioli construyó su imagen en el deporte desde los años ’80 y su bella mujer era modelo desde aquella época, fue ministro en los ’90, vicepresidente de Néstor Kirchner y gobernador bonaerense. Randazzo se proyectó como el ministro kirchnerista que facilitó y abarató requerimientos ciudadanos como la documentación, que antes era una obligación burocrática, compleja y cara para el Estado. Y abordó la problemática supuestamente imposible de los ferrocarriles con lo que benefició a millones de pasajeros.
Son dos candidatos en carrera y los dos (o ninguno) juegan con aval presidencial. Cristina Kirchner no ha intervenido en esa competición. En Brasil, Lula terminó su mandato con una alta imagen positiva, igual que Cristina Kirchner, y a pesar de que su partido es más chico que sus aliados del PMDB, tuvo la posibilidad de designar a Dilma Rousseff como su sucesora. Es cierto que el mismo PMDB se retiró de esa discusión. En la historia argentina, Cristina Kirchner culmina su mandato con una imagen positiva mayor al 50 por ciento. Una fortaleza que sólo comparte como presidenta democrática con su antecesor Néstor Kirchner. Esa cualidad es nada más que el síntoma de algo más, es la punta del iceberg que cualquier político hubiera querido tener, de una energía política que se proyecta mucho más allá de su gestión. Y además, a diferencia de Brasil, la fuerza que representa será sin duda la mayor de cualquier alianza que conforme. Sin embargo, las circunstancias determinaron que no haya podido ser la que designe a su sucesor.
El poder tiene esos recortes en política porque depende de infinidad de factores. La Presidenta está en condiciones de pedir “un baño de humildad” para reducir la oferta electoral del FPV y en menos de 48 horas se bajan tres candidaturas presidenciales y tres a gobernador bonaerense. Pero no va a inclinar la balanza entre los candidatos que queden, aunque como jefa política puede reclamar el derecho a intervenir en el armado de las listas legislativas y en lo equipos de colaboradores.
Como no se instaló previamente un candidato visibilizado y consensuado, al no intervenir ahora en su designación directa, resguarda su liderazgo de las heridas y resentimientos que provocaría esa elección. También preserva ese lugar de conducción pospresidencial al intervenir en la confección de las listas de legisladores y colaboradores.
Es cierto que hay una disposición de neutralidad en la competencia por la candidatura presidencial. Pero si se toma en cuenta el contexto, esa actitud pierde el aspecto de un movimiento de retirada y se muestra más bien como de consolidación y preservación para un cambio de lugar. Cristina Kirchner está resguardando su fuerza, quiere sumar y no restar porque se prepara para otra tarea. Toda la atención está puesta en las candidaturas y ella no está eligiendo a su sucesor, está fuera de foco, a un costado de ese escenario que ha capturado el interés de amigos y enemigos. En ese escenario se mantiene al costado porque prepara el terreno para mantener una conducción estratégica. Es un lugar difícil que está vacante en el peronismo desde hace varias décadas, pero cuenta a su favor con el fuerte impulso de estos doce años de gestión, un inmenso capital político que sólo ella puede usufructuar.
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