domingo, 28 de abril de 2013


Elogio del señor Mauricio Macri

Por Mempo Giardinelli
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Este artículo conlleva una implacable paradoja: por un lado y ante todo, la condena más enérgica al uso de la fuerza bruta policial en el Hospital Borda, donde se evidenció el neomenemismo del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en su afán destructor de edificios históricos en aras de presumibles, repudiables negocios inmobiliarios.
Por el otro, una inesperada, sorprendente declaración del jefe de Gobierno porteño, que esta semana dijo que con una nueva conformación del Congreso, cuando sean mayoría los que hoy son opositores, promoverá la anulación de la reforma judicial que se ha aprobado.
Y en eso tiene razón; es lo mejor que ha dicho jamás.
Parto de la base de que al Sr. Mauricio Macri yo no le creo nada. Por sus dislates, su pobreza conceptual, su estilo cheto y su repetición de clichés y lugares comunes, incapaz como es de tener ideas propias. Y también por su manía de zafar siempre, su evidente haraganería y su reiterada ausencia cuando hay desastres que afectan a la ciudadanía.
No me gustan sus furcios cuando en realidad no sabe qué decir, como tampoco me gustan su concepción educativa si es que la tiene, su política dizque cultural, su desprecio clasista hacia los pobres y marginados, sus bicisendas, el desastre ecológico que está haciendo con la destrucción de la Avenida 9 de Julio, los presumibles negociados como esas bicicletas que compró carísimas y ahora privatizará, sospecho, para favorecer a algunos de sus amigos, e incluso algunas oscuridades de su pasado como las exportaciones truchas de autos al Uruguay. Y por supuesto detesto su vocación autoritaria, como ya se vio varias veces y ahora con la feroz represión que ordenó en el Borda.
Y sin embargo, ese mismo Sr. Macri anunció esta semana que cuando él y su partido tengan mayoría en el Congreso impulsará la anulación de la reforma judicial que acaba de sancionar el Congreso.
Que es exactamente lo que se espera de un demócrata y por eso este elogio.
Esperé dos días a ver si leía su desmentida, pero no. Lo dijo nomás. Lo que indica que lo cree.
O que no se dio cuenta de lo que dijo.
Pero bueno, en cualquier caso en esto le cabe un reconocimiento. Porque lo que dijo es lo que debe decir un político de oposición serio: que va a esperar a ganar las elecciones y entonces cambiar las leyes por las vías que ordena la Constitución. Perfecto.
Corresponde entonces tomarle la palabra en este punto al Sr. Macri. Yo por lo menos se la tomo a la luz del mamarracho político que vemos a diario, en el que sobresalen discursos y modos incendiarios en boca de los señores Moyano o De la Sota, Miceli o Venegas, Aguad o Carrió, Sanz o Buzzi y tantos más, por citar sólo algunos, y desde luego todos siguiendo a coro la mentirosa y agresiva prédica antidemocrática del diario La Nación.
A la vista de esos discursos pletóricos de odio de clase y desprecio por la verdad y las libertades que dicen defender, y a pesar incluso del uso brutal de su Policía Metropolitana, este enunciado del Sr. Macri merece un reconocimiento. Porque cuando parece que todos y todas en la oposición sólo quieren cosas horribles y antidemocráticas, y arrastran incluso a los más moderados, como Ricardo Alfonsín, y a los más confusos como Hermes Binner, a mí me parece que cabe este elogio.
Porque esa oposición ciega, suicida e inconscientemente antinacional, que judicializa, cacerolea e insulta con tal de ganar centimiles en los diarios que los incitan a odiar militantemente, demuestra a diario ser incapaz de palabras sensatas como las que ha dicho, inesperadamente, este Sr. Macri.
Que al menos en esta ocasión, y acaso sin saber lo que decía, ha dicho lo que debe decir un demócrata. Textualmente: “Revertiremos en el futuro con otro Congreso esta reforma que va en contra de la gente”. Lo que, traducido, significa que ahora se la banca y que en todo caso, cuando le llegue el turno, si es que le llega, se ocupará de proponer otras leyes con los cambios que considere necesarios. Como debe ser.
Por eso este elogio al político conceptual e ideológicamente más pobre de la Argentina.
Porque, asombrosamente, y aunque él mismo fue quien después ordenó la represión, con esto le tapó la boca a los odiadores seriales en que se han convertido la mayoría de los políticos de este país.
Vaya ahora Macri y gane las elecciones, si puede. Y si logra una nueva conformación del Congreso, con mayoría propia, promueva la anulación de esta reforma judicial, si puede. Así se hace en democracia: con leyes, no con palos ni artilugios.

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miércoles, 17 de abril de 2013

Problemas de infraestructura y falta de profesionales en Cesac porteños



Falencias en centros de salud

Un relevamiento realizado por un legislador arrojó que el nivel de atención primaria de salud está afectado por “fallas edilicias, falta de equipamiento y carencia de profesionales”. Advierte sobre la caída en la inversión en salud.

Por Eduardo Videla
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Al Cesac de Soldati, en Roca y Mariano Acosta, uno de los que atiende más gente, le faltan consultorios.
Problemas de infraestructura y falta de designación de profesionales son los principales problemas en los Centros de Salud y Acción Comunitaria (Cesac) porteños, de acuerdo con un relevamiento realizado por un legislador porteño. “Hemos detectado fallas edilicias, como en el Cesac de Almagro; falta de equipamiento, como en el de Parque de los Patricios, o carencia de profesionales; además de que en muchos de ellos se atiende solo por la mañana”, dijo a Página/12 el diputado Edgardo Form (Nuevo Encuentro). “Con estas limitaciones –agregó– no pueden cumplir con su función de trabajar en la atención primaria de la salud, elaborar diagnósticos y hacer derivaciones a los hospitales.”
El legislador advirtió sobre la baja en la inversión en materia de salud, que cayó del 21,6 al 20,9 por ciento del presupuesto de la Ciudad, pero sobre todo en infraestructura, donde se registró “una caída del 15 por ciento en términos nominales, en un año” (ver recuadro).
El sistema de salud de la Ciudad está integrado por 33 hospitales y 45 Centros de Salud y Acción Comunitaria. Hay barrios como Villa Lugano, donde hay ocho centros, pero otros, como Boedo o Constitución, donde no hay ninguno. “Un caso paradigmático es el de la ex Liga Israelita contra la Tuberculosis, cuyo edificio desactivado fue expropiado por la Legislatura para destinarlo a un Centro de Salud, pero el gobierno de Mauricio Macri no lo hace efectivo”, lamentó Form. “Ese es un ejemplo del interés que tiene el gobierno por la salud pública”, agregó.
El legislador recordó que “en materia de infraestructura hospitalaria, la Auditoría de la Ciudad calificó el equipamiento como ‘obsoleto’ y con ‘dificultades en el mantenimiento’ y hay aparatología en estado crítico o carencia de elementos, tales como laparoscopios, tomógrafos, monitores fetales en obstetricia y ecógrafos”. Advirtió además que “otro gran déficit es el número de enfermeros, tanto para cubrir las necesidades hospitalarias como en los Cesac: algunos estudios calculan la carencia en más de cuatro mil enfermeros, pero el número podría ser mucho mayor”.
Una recorrida realizada por Form y sus asesores por los Centros de Salud permitió hacer un relevamiento de la situación, plasmado en el siguiente informe, al que accedió Página/12:
- Cesac NO 39 (24 de Noviembre 1679, Parque de los Patricios): No tiene nombramiento de odontopediatra; no hay trabajo específico en prevención de adicciones. En este Cesac, que se equipó con fondos del Banco Mundial hace cinco años, hay insuficientes materiales descartables para odontología; tampoco tiene habilitación para instalar equipos para radiografías odontológicas y hay una demanda insatisfecha en psicopedagogía y fonoaudiología, que sólo atienden una vez por semana. El edificio tiene fallas estructurales: hay filtraciones cada vez que llueve y los consultorios se inundan.
- Cesac NO 30 (Amancio Alcorta e Iguazú, Barracas): No cuenta con un profesional farmacéutico, sólo tiene medicación pediátrica respiratoria y derivan al Cesac N 1 para acceder a otra medicación. No hay atención por la tarde. No tienen consejerías en salud sexual y reproductiva. No hay odontología. La población usuaria proviene mayormente del barrio Zavaleta.
- Cesac NO 6 (Mariano Acosta y Roca, Villa Soldati): Tienen problemas con el espacio físico: le faltan consultorios. Según los trabajadores de la salud, es uno de los Cesac que atiende más gente. Hay faltante de farmacéuticos (no hay por la tarde). La población usuaria pertenece al barrio Fátima y Villa Soldati.
- Cesac N° 38 (Medrano 350, Almagro): Está en obras y en litigio por los pisos superiores, que serían destinados a dependencias judiciales. Su funcionamiento es reducido por la falta de consultorios en condiciones y las carencias de personal especializado.
- Cesac N° 23 (Querandíes 4290, Almagro): Funcionaba en el IMPA, una fábrica recuperada, pero está cerrado desde hace meses. Se realizaron obras de infraestructura pero no reabrió sus puertas.
- Vecinos de la Comuna 5, además, solicitan la apertura de un Cesac en el barrio de Boedo, ya que dicha comuna no cuenta con un hospital dentro del área geográfica de referencia. O sea, una necesidad no satisfecha.
Para reforzar el rol de los Centros de Salud –opinó Form– “se le debe dar injerencia a las comunas, de manera de acercar el gobierno a la ciudadanía y también de democratizar el acceso a la salud”. En ese sentido, propuso que desde las comunas se impulse un relevamiento del estado sanitario de la población.
“El 80 por ciento de las enfermedades pueden ser evitables mediante la prevención o la atención médica en los centros de salud”, concluyó.

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martes, 16 de abril de 2013

MALVINAS, Daniel Filmus



Declaración de repudio a la decisión de lanzar misiles desde las Islas Malvinas

PROYECTO DE DECLARACION

EL H. SENADO DELA NACIÓN

DECLARA,


Su rechazo y condena a la decisión unilateral e ilegal del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, de realizar ejercicios militares en el territorio de las Islas Malvinas.
Este acto es una nueva violación de la soberanía argentina, y constituye un incumplimiento del gobierno británico a la Resolución 31/49 de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Dicha Resolución impone a la Argentina y al Reino Unido la obligación de abstenerse de adoptar decisiones unilaterales que innoven sobre la situación imperante en el Atlántico Sur. Decisiones que, además, son contrarias a la voluntad de los países de la región que han rechazado esos ejercicios militares a través de múltiples pronunciamientos del MERCOSUR, la UNASURpor la Cumbre Iberoamericana, la Cumbre de Países Sudamericanos y Países Árabes (ASPA) y, recientemente, en la Reunión Ministerial de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, realizada en Montevideo en enero de 2013, que expresó su preocupación ante el refuerzo de la presencia militar británica en el Atlántico Sur y el desarrollo de las ilegítimas actividades de exploración de hidrocarburos desarrolladas por el Reino Unido.

FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
El Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte  realizará entre los días 15 y 26 de abril del corriente, nuevos ejercicios militares en territorio argentino ocupado, incluyendo el lanzamiento de misiles  desde las Islas Malvinas.
Esta acción no sólo constituye una nueva muestra del desprecio del Reino Unido por las resoluciones de las Naciones Unidas, que llaman a ambas partes a reanudar las negociaciones de soberanía y a abstenerse de introducir modificaciones unilaterales en la situación mientras persista la controversia, sino también una nueva provocación hacia la Argentina, que ha manifestado su vocación para encontrar una solución pacífica y definitiva a la disputa mediante negociaciones bilaterales con el Reino Unido, teniendo en cuenta los intereses de los habitantes de las islas, de conformidad con el mandato de las Naciones Unidas.
La República Argentina condena, una vez más, la persistencia del Reino Unido en la realización de ejercicios militares en una región caracterizada por su vocación pacifista y que permanece libre de armas nucleares.
El Gobierno argentino ha expresado su mas formal y enérgica protesta ante la pretensión de realizar ese ejercicio militar y exige al Gobierno británico que se abstenga de llevarlo a cabo. A su vez rechaza la realización de dichos ejercicios por constituir una provocación inaceptable y susceptible de generar una carrera armamentista en la región que se contrapone totalmente a la política argentina de apego a la búsqueda de una solución pacífica de la controversia de conformidad con los llamamientos de la comunidad internacional.
Los organismos internacionales se han hecho eco de las reclamaciones argentinas. En efecto,la Asamblea General y el Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas han reconocido reiteradamente la existencia de una disputa de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, instando a sus únicas dos partes,la República Argentina y el Reino Unido, a reanudar, a la brevedad, las negociaciones bilaterales para encontrar una solución pacífica, justa y duradera a esta anacrónica disputa.
En este sentido, la realización de tales ejercicios se suman a la larga serie de acciones unilaterales que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte realiza en contravención dela Resolución 31/49 dela Asamblea General de las Naciones Unidas.
Señor Presidente, por lo expuesto, solicito me acompañen en la presente Declaración.

sábado, 13 de abril de 2013


Sobre los puntos y las íes

Por Mario Gustavo Costa *
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A toda conmoción social suele seguirle un período en el que tienden a decantar sus vibraciones, a generar reflexiones interpretativas y/o a formular pronósticos respecto de las consecuencias del episodio. El anuncio presidencial del envío al Congreso de proyectos para modificar –y mejorar en función de reclamos persistentes de muchos sectores sociales– los modos de actuación del Poder Judicial ha detonado previsibles reacciones corporativas de diverso cuño pero similar ideología, que alegan una defensa de la “independencia judicial” sobre bases muy alejadas de lo que esa expresión conlleva. Lo mismo ocurrió respecto del movimiento hacia una “Justicia legítima”, que en particular provocó la fantástica erupción concretada en las jornadas de la Biblioteca Nacional.
No pretendo, ni podría, examinar en profundidad el fenómeno al que asistimos y menos aún calibrar sus alcances, que por cierto auguran nuevas e importantes sacudidas. Me limitaré, así, a destacar algunas notas que estimo relevantes y tendientes a marcar la hipocresía que domina a esas críticas de quienes arguyen ser algo así como propietarios de aquella independencia. Y me referiré, específicamente, a quienes así parlotean desde el seno del sistema judicial (de un Servicio al que nunca asumen como tal). En cuanto al texto de los proyectos, que en su tono general apoyo con entusiasmo, la discusión en el seno de “Justicia legítima” permitirá emitir opiniones más precisas.
Parto de la modesta posición de un testigo autorizado. El mes próximo harán 50 años de mi ingreso al fuero en lo criminal y correccional de esta ciudad, a partir de lo cual recorrí la mayoría de los escalones posibles de la llamada “carrera judicial”, con el único intervalo de la última dictadura militar. E intento señalar datos, no hacer elaboraciones abstractas.
Una nota relevante, apuntada en aquellas jornadas, pasa por la “invisibilidad” para la opinión pública de muchísimos ámbitos judiciales, dado el predominio de lo penal en la difusión de esos temas. Deriva de la incidencia mediática que distorsiona, la ausencia de una comprensión social del funcionamiento judicial adecuada (para lo que también conspiran los modelos de enseñanza, sobre todo secundaria) y, también, las modalidades procesales que incluso en juicios donde se dirimen asuntos personalísimos no exigen la debida inmediación, el contacto directo, entre quienes tienen la responsabilidad de decidir con justicia y los que la reclaman.
Es difícil precisar en qué medida aquellos que trabajan dentro de esos espacios del sistema se prevalecen de tal opacidad, o lisa y llanamente no la advierten, pero es un problema ostensible (años ha conversábamos sobre el tema, referido al fuero comercial, con la actual Procuradora General y me acotaba “si no tratan con los ciudadanos, sólo con abogados más o menos especializados, mal pueden entender a la gente”). Varias de las voces que escuchamos en estas semanas lo han planteado apropiadamente.
Bienvenido el señalamiento. En 1988, por primera vez en su historia la tan meneada Asociación de Funcionarios y Magistrados de la Justicia Nacional admitió en su C. Directivo la participación plural (como fruto de una reforma estatutaria por la que veníamos bregando muchos desde 1984) y me cupo encabezar la representación minoritaria, pero nada proporcional (3 consejeros de 14, por entonces). Propusimos, de movida, la necesidad de saber “qué pensaba la gente sobre la Justicia y cómo le iba en sus relaciones con el Poder Judicial”, a través de una encuesta que no debía ser hecha “desde adentro” sino por terceros que pudiesen dar una visión razonablemente objetiva del asunto (v. gr.: la Facultad de C. Sociales UBA). La propuesta fue rechazada y aún hoy parece una asignatura pendiente.
Esa ausencia de identificación, la invisibilidad apuntada, abona o facilita la actuación judicial de imparcialidad aparente, técnica o más apropiadamente “boba”, como se la calificó con reiteración en los debates. Potencia, asimismo, la actitud de quienes se consideran miembros de un estamento privilegiado, la casta judicial que se distancia del ciudadano común y en la que arraigan como derivación directa prebendas y discriminaciones sobre las que se ha puesto énfasis en estos días. Un colega se preocupaba días pasados por tanta agitación, que podría asustar o ahuyentar a los “bienpensantes” (“biempensantes” para el Diccionario RAE); le retrucábamos que justamente esa expresión denomina a los que caben dentro de la masa impávida, acrítica, que actúa según “lo que siempre se hizo”, dócil con las jerarquías e inequitativa con los más débiles. Allí está, me parece, el meollo de la cuestión. No se trata, en suma, de convencer a los catecúmenos, sino de irradiar el mensaje de modo tal que penetre sobre los que se escudan tras esos velos.
Entre los ejemplos que procuro destacar, resulta afrentoso un aspecto defendido por muchos miembros de ese rebaño y casi desconocido por el común de la sociedad, esto es la extensión –interpretada judicialmente– de la garantía constitucional de intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados... ¡a la tasa inflacionaria! Durante muchos años, y en pleno período democrático, cientos de jueces obtuvieron sumas siderales de actualización permanente de sueldos a espaldas del resto de sus conciudadanos; la promoción de esos juicios y hasta su patrocinio por estudios compuestos obviamente por ex magistrados provino de la misma Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional.
Esa práctica –inmoral desde mi punto de vista– de la “garantía contra la inflación” (famoso fallo “Bonorino Peró y otros”, replicado innúmeras veces), entiendo que ha perimido, pero no me extrañaría que por algún artilugio haya quienes sigan beneficiándose por esa vía.
Las sumas erogadas de manera tan inescrupulosa superan largamente, estimo, lo que la aplicación justa del Impuesto a las Ganancias importaría. Ese tema, por otro lado, pudo haberlo solucionado la Corte Suprema hace muchos años y desde un colectivo judicial (“Encuentro de Jueces”) se hicieron llegar ideas para ello. Valga recordar, también, que fue desde el mismo ámbito que 33 jueces promovimos entonces la publicidad de nuestras declaraciones juradas patrimoniales y que los mismos medios que en su momento cantaran loas hoy parecen gambetear el sentido de la excelente propuesta presidencial.
Ya en la década del ’80 algunos planteamos dentro de la Cámara Criminal y Correccional la necesidad de esas declaraciones juradas obligatorias y públicas; escuchamos entonces a jueces “independientes” sostener que ello implicaría “desconfiar de los jueces y éstos están por encima de toda sospecha” (sic).
No he visto en la discusión mediática alusiones a esas polémicas, como tampoco críticas a los magistrados o funcionarios que viajan por cuenta de entidades ligadas a intereses que se discuten ante sus estrados, a virtuales agencias de viajes conectadas con academias judiciales extranjeras que poco y nada tienen que ver con la tarea jurisdiccional y se prodigan a quienes participan de la manada, a los que almuerzan invitados por las armadoras navieras cuyos casos recalan en su fuero, a los torneos de golf –y alguna otra práctica– convocados durante horarios de atención judicial, etc.
Y, también, la tan frecuente práctica “imparcial” de entender al juicio como un partido de tenis o algo así, donde el juez sería un espectador que recién a las cansadas decide; las interminables prácticas dilatorias para no hacerse cargo de una causa o las todavía peores, de “borrarse” cuando la eventual decisión es de las que queman (acabo de leer el caso de un amparo en razón del peligro para la vida de una persona, en la que los jueces de un tribunal provincial se excusaron, potenciando ese riesgo, ¡porque la provincia les debe dinero!). De los entuertos que benefician a estudios “allegados” y situaciones parecidas existe suficiente conocimiento como para abundar.
Sí se escuchan críticas sofísticas a la iniciativa del ingreso por examen al Poder Judicial y los ministerios públicos, so capa de su necesidad de extenderlo a los otros poderes, de obvia conveniencia e inobjetable sin dudas pero que prescinde claramente de las razones que tornan prioritario lo que hoy se discute. La estructura esencial del sistema jurisdiccional se basa en magistrados vitalicios, a diferencia de los otros en los que la renovación es frecuente, por lo que el vicio del nepotismo no sólo es más grave sino mucho más difícil de erradicar y sus consecuencias se trasladan a todos los niveles de esa estructura. Más de un siglo de ese funcionamiento lo demuestra.
Recuérdese que en 1984 la Corte Suprema renovada por propuesta del presidente Alfonsín promovió la realización de concursos obligatorios para diversos cargos letrados, así como la impresionante resistencia de la gran mayoría de los jueces a seguir esa consigna que a la postre fue abolida. Se escuchó a diario, entonces, que “nadie mejor que un juez para elegir un colaborador”. El dedo, convertido en sabio examinador, con harta frecuencia recae en familiares, amigos y, sobre todo, personas con “padrinos”.
Paso ahora a puntos que guardan relación con mi condición de jubilado, que entiendo justifican la crítica que nos califica como privilegiados. Y, vale aclararlo, son los beneficios que propongo analizar los que sostienen la validez de esas críticas, no el monto que percibimos, por cierto importante.
Estimo que si la Ley 24.018 establece que los magistrados jubilados conservamos el “estado judicial” (fundamento de aquella remuneración) y podemos ser convocados a prestar servicios en las condiciones que allí se fijan (art. 16, inc. “a”), la situación del jubilado no puede diferir de la del magistrado en actividad; sin embargo, hay varias regulaciones que sí la diferencian y que deberían derogarse.
La primera, la regulación del inc. “b” del citado art. 16, según la cual si el cumplimiento de la carga de convocatoria dura más de un mes el haber respectivo se incrementa en un 33 por ciento, al igual que para quienes subrogan un cargo. Al margen de apuntar que ese incremento sólo se justifica –y así fue establecido en su momento– cuando un magistrado o funcionario cubre una sede “suplementaria”, es decir atiende más de una función en simultáneo, cabe subrayar que el jubilado al que se convoca para desempeñar una función no se encuentra en esa situación, por lo que es insostenible esa prebenda.
Es de pública notoriedad la corruptela a la que ha dado lugar ese beneficio; numerosos magistrados se han jubilado para ser convocados, de inmediato y sine die para cubrir el mismo cargo, cobrando durante largo tiempo ese 33 por ciento. Deberíamos poner fin a esa lacra.
El mismo art. 16, inc. “d”, declaraba la incompatibilidad del haber jubilatorio con el ejercicio del comercio, al igual que para quienes permanecen en actividad, pero ese óbice fue vetado (Dec. 2599/91) por sutil –o no tanto– presión de la AMyFJN, de lo que se derivó la posibilidad de ejercicio profesional conjunta con la percepción de la jubilación. No tengo muy claro el punto respecto de otras jurisdicciones, pero la única restricción que aparenta estar vigente es la fijada por el art. 9 de la Ley 23.187 (CPAbCF), que fija un impedimento por dos años desde la jubilación y sólo para el ejercicio en el mismo fuero (lo que además ha sido interpretado incluso desde un criterio territorial; v. gr.: el fuero Penal federal lo sería... sólo en el ámbito de la Cámara respectiva).
No sé, tampoco, porque he mantenido mi matrícula suspendida desde mi jubilación y sólo he escuchado comentarios, si a quien ejerce la profesión de abogado se le reducen los emolumentos jubilatorios (hay quienes hablan del rubro “bloqueo de título”, de relativamente escasa incidencia), pero parecería que ninguno de los que alegremente abogan se queja en ningún sentido.
La objeción al ejercicio profesional no la fundo sólo en los aspectos remuneratorios. Ninguno se engaña acerca de la competencia desleal que en muchos casos representa litigar contra profesionales que hacen gala de su “chapa” y, además, mantienen el estado judicial. A ello cabe añadir la obvia complicación que surge a la hora de pretender que quien tiene un estudio en pleno funcionamiento y actúa incluso en el mismo fuero sea convocado.
En suma, mucha tela para cortar... Las reflexiones y los datos podrían seguir, pero el espacio tiene un límite y prefiero imaginar que maestros como Juan Sasturain al leer el título señalarían más bien referirse a “puntos y bancas”, por lo que mi aspiración es que más pronto que tarde sean los ciudadanos “la banca” y no siga vigente la inversa.

* Juez de Cámara federal, jubilado.

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viernes, 12 de abril de 2013

Acerca de los discursos pronunciados por ruralistas en Santa Fe



Filmus: “Toda la sociedad debe condenar la prédica golpista de la Asamblea de la Mesa de Enlace”


El senador porteño por el Frente para la Victoria, Daniel Filmus, rechazó fuertemente los discursos de miembros de la Mesa de Enlace pronunciados en la Asamblea que se celebró en la Sociedad Rural santafesina, por considerarlos de “intenso tono golpista”.
“Todas las fuerzas políticas democráticas deben condenar unánimemente el llamamiento golpista de los productores agrícolas, quienes por defender sus intereses económicos convocaron a ’destituir y hacer desparecer a toda esta gente´, y sobre todo a los dirigentes nacionales de la Mesa de Enlace quienes escucharon en silencio la prédica de quienes pretenden atropellar la democracia y el gobierno elegido mayoritariamente por los argentinos”, advirtió el senador.
Filmus consideró “gravísimo que se esté dando lugar a discursos intolerantes y antidemocráticos como los que convocan a `sacar a patadas´ a un gobierno elegido libremente por el pueblo, y a la manifestación de propuestas como la de ‘no pagar ningún impuesto hasta junio para que el gobierno no pueda pagar los aguinaldos y se vaya de una buena vez’”.
Para el senador, “es sumamente preocupante la actitud de los dirigentes nacionales de la Mesa de Enlace, porque “al mismo tiempo que reclaman garantías constitucionales, calidad institucional y defensa de la Justicia,  no frenan a sus adherentes por el componente golpista que estaba tomando el debate ni les advierten que están instando a subvertir el orden democrático”.
“Los golpes de Estado nos costaron sufrimiento, muerte, exilio, destrucción de la economía, pobreza y desigualdad. Hoy por primera vez en la historia hay una continuidad democrática de 30 años, y debemos defenderla más que nunca. Por eso es necesario que toda la sociedad condene estas voces exaltadas que hasta con su lenguaje nos recuerdan la violencia de lo peor del terrorismo de Estado en la útlima dictadura militar”.

sábado, 6 de abril de 2013

TEMPORAL Y RESPONSABILIDADES POLÍTICAS


¿Inundado o hundido?

HERNÁN BRIENZA



La inundación en la Ciudad de Buenos Aires puso al 

descubierto, de modo trágico, la ineficiencia del macrismo en la 

gestión de los problemas en la capital argentina. Pero no solo 

en el sentido de lo que no se hizo sino, fundamentalmente, en la 

forma descuidada en la cual el Jefe de Gobierno se dirigió a los 

damnificados y la opinión pública.
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un día, un buen día, el relato macrista hizo agua por todos lados. Y no fue el Kirchnerismo el que desarticuló la construcción marketinera del Jefe de Gobierno porteño. Cayó por el propio peso de su ineficacia política –de acumulación de poder en la congruencia entre discurso y realidad- pero sobre todo por su ineficiencia en materia de gestión.

Evidentemente, el caudal de lluvia que cayó en la región bonaerense fue inusual: más de 160 milímetros en CABA, cuando la media es 70 mm por mes, aproximadamente. Por eso no son las causas de la inundación lo que vale la pena analizar en términos políticos, más allá de la imprevisión municipal y de las consecuencias de un negocio inmobiliario descontrolado. Son las respuestas políticas que dio el Jefe de Gobierno de la Ciudad tras la catástrofe.

La primera conferencia de prensa que ofreció el intendente fue deficiente desde todo punto de vista: se defendió absurdamente culpando al gobierno nacional, tiró la pelota afuera, se mostró distante, tenso, insensible, y, lo peor, quebró el contrato tácito que tenía con su propia clientela electoral: defraudó a quienes lo habían votado. El relato macrista hizo agua por distintos motivos: 1) prometía equipos técnicos preparados para gobernar la ciudad y no pudo paliar siquiera las inundaciones; 2) acusaba al gobierno nacional por falta de colaboración, pero quedó al desnudo que el propio Macri decidió gastar su presupuesto en el Metrobús y en carreras de autos antes que en la obras del arroyo Vega, por ejemplo; 3) mostró poca o nula sensibilidad como para recorrer los barrios que habían sufrido la inundación; y 4) en un canto a la discriminación a favor de los sectores enriquecidos prometió subsidios solo para aquellos que tuvieran los impuestos pagos, es decir, que para los sectores más pobres con dificultades económicas para pagar los siderales aumentos de ABL por ejemplo.
Inexplicable: Macri quiere subsidiar a los sectores más favorecidos económicamente y dejar sin subsidios a los más pobres.

Solo en el planeta Macri algo así puede ser pensado. Hundido.
"Hoy Mauricio Macri gira en falso con su discurso antipolítico. Intenta reproducirlo y no hacerse cargo de sus propias responsabilidades. Y resulta patético escucharlo vociferar con el agua al cuello."

La actitud de Macri quedó más destemplada aún en horas de la tarde cuando la Presidenta en persona decidió recorrer las zonas afectadas haciéndose presente tanto en La Plata como en los barrios afectados de la CABA. Podría no haberlo hecho. Podría haber especulado con dejar hundirse solos al gobernador Scioli o al intendente Bruera o Macri en sus propios lodazales. Sin embargo, decidió tener una actitud de contención política para con los damnificados. Y lo hizo, incluso, dejando de lado las diferencias circunstanciales con el mandatario provincial.

Pero los errores de Macri fueron un cine en continuado. No hubo autocrítica en ningún momento por los errores cometidos desde su gestión, tampoco sobre el desdén por las denuncias de los vecinos de Saavedra sobre las inundaciones producidas por el shopping DOT.

Hay tragedias naturales que pueden fortalecer políticamente a un dirigente o debilitarlo, según como actúe antes, durante y después de esa catástrofe. Incluso, hay crisis que ni siquiera las coberturas mediáticas pueden ocultar. El destrato de  Macri con su propia clientela quebró el contrato que había hecho con muchos porteños que hoy reclaman que se vaya desde un lugar visceral. Es la respuesta antipolítica que parte de los electores a un discurso antipolítico. 

Es decir, Mauricio Macri se cansó de tanto utilizar el discurso de la antipolítica. Sus argumentos eran que él no pertenecía a esa clase, que era empresario, que era nuevo, del lado de los vecinos y del hombre común, y le sirvieron para generar una empatía con un electorado que descree de la política y se refugia en una antipolítica de corte liberal libertario rayano a la falta de escrúpulos deloutsider. Pero hoy se relato se quebró: para los “vecinos” de Buenos Aires Macri pasó a formar parte de la clase política y cayó bajo el latiguillo de “son todos iguales de corruptos”, frasecilla histérica que sólo favorece a los intereses de los grupos económicos que devastan al Estado en contra, obviamente, de los ciudadanos.

Hoy Mauricio Macri gira en falso con su discurso antipolítico. Intenta reproducirlo y no hacerse cargo de sus propias responsabilidades. Y resulta patético escucharlo vociferar con el agua al cuello. Pero no está en esa situación porque el agua subió, está así, simplemente porque el hombre se hundió solito.   TELAM

miércoles, 3 de abril de 2013

Avatares de un paradigma equivocado


"Sábado, 27 de febrero de 2010"


Inundaciones: la lógica del caño

Por Sergio Federovisky *
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La ciudad de Buenos Aires ha sido afectada por inundaciones desde el día siguiente a la segunda y definitiva fundación, en 1580. La reiteración dramática de esas inundaciones cuatro siglos después obliga a usar otro paradigma de pensamiento.
La planta urbana original estaba situada en “terrenos planos y no planicies inundables”, según establecían las Leyes de Indias para el Nuevo Mundo. Pero aquellas tierras altas de la primera urbanización eran las únicas: tanto hacia el sur (las planicies que derivaban en el Riachuelo) como al norte y oeste (la cuenca del arroyo Maldonado), la ciudad estaba hostigada por las inundaciones cada vez que llovía. La manera en que se enfrentó la realidad del anegamiento permanente –tanto en aquellos momentos primigenios como en los posteriores, más ingenieriles– respondió siempre a una forma de pensamiento clásico y ortodoxo: sacar el agua. Para lo cual, la presencia abrumadora –y capaz de albergar trillones de litros– del Río de la Plata era completamente funcional.

UNA LOGICA PURAMENTE HIDRAULICA

La lógica era hidráulica. Y así fue como arroyos llamados “los terceros”, que correspondían a una serie de hilos de agua que hacia el sur de la Plaza de Mayo desaguaban perpendiculares en el Río de la Plata, fueron puntillosamente eliminados y convertidos en adoquinadas calles que hoy atraviesan San Telmo.
Los Terceros (bautizados así porque eran de “tercer orden”, salvo cuando arreciaban las lluvias) fueron el obstáculo que quebró el damero original del centro histórico de la ciudad. Ninguno de los Terceros (del Sur, del Medio y del Norte) ha sobrevivido: a mediados del siglo XIX, cuando Buenos Aires crecía aún sin infraestructura, fueron empedrados incrementando inmediatamente así el volumen y la velocidad de deslizamiento.
Luego la ciudad acusó el impacto de la inmigración y de las epidemias de cólera y fiebre amarilla. Se proyectó, entonces, la red de desagües cloacales y pluviales (viajaban por el mismo caño) del llamado Radio Antiguo. Los cálculos se hicieron según una ciudad de hace más cien años: para determinar el coeficiente de descarga de los caños se estimó que el 50 por ciento del agua que caía por la lluvia drenaba naturalmente en el terreno. Tras inaugurarse las obras del Radio Antiguo, la ciudad, que ya había anexado a los pueblos de Flores y Belgrano, emprendió el proyecto del Radio Nuevo, para servir a una población total de 1.100.000 habitantes, pero con una proyección de crecimiento hasta los tres millones con que actualmente cuenta. Más aún: los ingenieros preveían que aquellos caños, con la espantosa modalidad de eliminar arroyos y convertirlos en tubos, debían alcanzar para una población de hasta seis millones de habitantes.

CUESTIONAMIENTO DEL CAÑO

Sin embargo, la reiteración precipitada de inundaciones a partir de la década del 80 puso en cuestionamiento tanto el diámetro del caño como la forma de pensar la ciudad. Las premisas ingenieriles para la descarga pluvial fuera del centro de la ciudad habían sido adoptadas según los siguientes parámetros: una lluvia promedio de 60 milímetros en treinta minutos, un coeficiente de escorrentía 0,6 para la ciudad (el 40 por ciento infiltra el suelo y el resto corre por las calles) y de 0,2 para las áreas tributarias de los arroyos ubicadas en el Gran Buenos Aires. El desborde ya empezó a manifestarse a mediados de la década del cuarenta, a poco de inaugurarse las obras, cuando el conurbano comenzó a gestarse a imagen y semejanza de la urbe pavimentada. Un ingeniero de Obras Sanitarias, Silvio Arnaudo, se horrorizaba en 1943 de que “las obras de desagües están requiriendo una constante ampliación”.

PUNTOS DE QUIEBRE

El 31 de mayo de 1985 fue una bisagra. Los 295,4 milímetros caídos en treinta horas no sólo condujeron a que al día siguiente un diario titulara en tapa: “El día que se hundió Buenos Aires”. Fue también el comienzo de la “era moderna” en la que casi cualquier lluvia, sobre una metrópolis de quince millones de habitantes, convierte a Buenos Aires en la punta de un embudo. Los políticos, como corresponde a su raza, seguirán insistiendo que “su” lluvia es la peor de la historia. Sin embargo, la estadística demuestra que el promedio histórico de lluvias sobre la ciudad de Buenos Aires (unos mil milímetros al año) apenas ha crecido en unos cien milímetros en los últimos treinta años, cifra no determinante. Podrá haber alguna excepción puntual, ya que se trata de algo tan complejo como el clima que puede dar lugar a un febrero lluvioso como el actual, pero, aun cambio climático mediante, el departamento de Meteorología de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA sostuvo que “no hay diferencias notables entre lo que ocurrió en épocas anteriores y lo que se puede observar en el número de días lluviosos y la precipitación mensual en la Capital Federal”.

MI LLUVIA ES LA PEOR

Además de creer que la lluvia que inundó la ciudad durante su gestión fue la peor, enviada claro está por la oposición salvaje, los políticos creen que todo es un problema de diámetro de un caño. Y que todo se resuelve con obras, palabra que es sinónimo de topadora, de túnel, de hormigón.
Esa forma de razonamiento, la de sacar el agua de donde sobra y llevarla lo más lejos que se pueda, es la misma que estaba vigente cuando apareció el problema. Parece estar bastante comprobado –la lluvia de la semana pasada, de 90 milímetros en dos horas, así lo demuestra– que ese pensamiento hidráulico ha fracasado.
Una inundación urbana no es la expresión de mucha lluvia, sino la manifestación de una anomalía entre la sociedad y el medio en que se ha instalado. Una inundación revela cosas tan tontas y obvias como que la ciudad no tiene suficientes parques o espacios verdes como para absorber la lluvia; ni áreas de retención de agua para compensar las pérdidas de infiltración por la abrumadora impermeabilización del suelo; que su urbanización ha avanzado a sitios como las cuencas de los arroyos que la naturaleza dispuso para que el agua circule...

LA CIUDAD COMO ECOSISTEMA

Pensar desde esta otra forma de razonamiento equivale a pensar a la ciudad como un ecosistema y a la inundación como un problema ambiental que de tan complejo carece de una solución y un abordaje únicos. El pensamiento único –y limitado, permítaseme– estima que se trata sólo de agrandar caños, cosa que –con mayor o menor eficacia– han hecho todos los intendentes desde 1985 para acá. Mauricio Macri se desgañita en estos días acusando a sus predecesores de no haber hecho las obras necesarias, sin reparar en algo tan obvio como que la reiteración del problema con lluvias menores revela que las obras, en el mejor de los casos, serían apenas una parte de la solución. Y el jefe de gobierno se golpea el pecho por el orgullo que le provoca el tremendo caño que está colocando y que fungirá como aliviador del Maldonado. No ve que la próxima inundación se gesta en la actual modalidad de crecimiento urbano (torres y torres), definida por la especulación inmobiliaria y no por la planificación ambiental del territorio.
Es que si se sigue pensando con la lógica que creó el problema, sólo seguiremos discutiendo el diámetro. Y así no hay caño que alcance.
Imagen: Leandro Teysseire

La punta del ovillo

Un abordaje del problema que acepte la multicausalidad y complejidad del asunto, al tiempo que reconozca que es un tema de la relación sociedad-naturaleza más que de ingeniería hidráulica, podría sopesar las siguientes herramientas juntamente con el aumento del diámetro de los caños: incrementar los espacios de infiltración (espacios verdes sería lo ideal); incorporar áreas “esponja” de retención de agua como forma de retrasar los grandes volúmenes de escurrimiento superficial; generar recipientes —por ejemplo en las grandes torres— de almacenamiento de agua de lluvia; instrumentar medidas arquitectónicas de adaptabilidad que dejen de negar que Buenos Aires es un área inundable y rediman el hecho de que muchos barrios ocupan zonas que “pertenecen” a los arroyos...
Es que si se sigue pensando con la lógica que creó el problema, sólo seguiremos discutiendo el tamaño. Y así no hay caño que alcance.
* Biólogo, periodista ambiental, presidente de la Agencia Ambiental La Plata, autor de Historia del medio ambiente y El medio ambiente no le importa a nadie.

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lunes, 1 de abril de 2013


Del canibalismo social a la democracia participativa

Por Mónica Peralta Ramos *
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Hacia fines de 2012 se inicia una nueva escalada de la ofensiva desatada un año antes contra el gobierno de CFK. Esta ofensiva es liderada por los sectores económicos más poderosos: aquellos que controlan los principales medios de comunicación y los segmentos clave de la producción, distribución, acopio y comercialización de bienes y servicios. Un conjunto de sectores políticos y sindicales que pretenden rescatar al “verdadero” peronismo y convertirlo en el eje aglutinador de la oposición se suma a esta ofensiva, constituyendo una alianza espuria que incluye a distintos sectores de la derecha y de la izquierda. No es casual que esto ocurra cuando se avecinan elecciones legislativas que pueden dar lugar a cambios legislativos de importancia estratégica para el país. En este contexto, el poder de veto de los sectores con mayor poder económico se ejerce creando y recreando mercados y canales “informales”: espacios que –a nivel cambiario, financiero, impositivo, etc.– operan en abierta transgresión de las normas vigentes, eludiendo así el control del Estado sobre las transferencias de ingresos y provocando una sangría de recursos indispensables para concretar las políticas del gobierno. Este poder de veto también se ejerce tejiendo ininterrumpidamente una narrativa sobre nuestro presente, nuestro pasado y nuestro futuro que se presenta como la única verdad posible. Construida a partir de un sistemático ocultamiento de los intereses que impulsan las acciones de los diversos actores sociales, esta narrativa utiliza todo tipo de recursos para vaciar de contenido los fenómenos sociales, volviendo invisible su vinculación con determinadas relaciones de poder.
Este doble ejercicio del poder de veto cristaliza instalando la inflación en el centro de la escena política. Una inflación que se presenta totalmente desvinculada de la existencia de mercados informales o “negros”, del desabastecimiento y de determinados intereses económicos. Así, la existencia de una relación íntima y simbiótica entre el mercado informal del dólar blue y las “expectativas” de ganancias de los grupos económicos formadores de precios desaparece totalmente. Como por arte de magia, un mercado cambiario ilegal y virtual –con un caudal ínfimo de operaciones comparado con las que ocurren en el mercado oficial– pasa a regir las actividades económicas del mundo real. Los grupos monopólicos con capacidad de formar precios en puntos estratégicos de la economía transfieren a sus precios sus “expectativas” de ganancias centradas en la evolución de un dólar virtual. Y al compás de esta música –alimentada también por la especulación de aquellos cuya actividad económica facilita la tenencia de dólares–, el dólar blue se contorsiona mientras los “especialistas” y los grandes medios de comunicación explican esta danza a partir de la necesidad de ahorro de un “chiquitaje” aterrorizado por la pérdida de valor del peso. Y así como se ignora el poder decisivo que tienen los monopolios y oligopolios sobre la economía real, también se desconoce la incidencia que la capacidad de formar precios y el desabastecimiento en puntos estratégicos de las cadenas de valor tienen sobre las peripecias y corridas del propio dólar blue. La inflación, en cambio, es siempre el “resultado lógico” de las malas políticas del Gobierno.
Desde nuestra perspectiva, la inflación es hoy día expresión de la intensidad alcanzada por el conflicto principal, es decir, por el enfrentamiento entre un proyecto de sociedad y de desarrollo económico que propugna la inclusión social y la democracia participativa, y otro que impulsa la concentración del poder económico y mediático y el derecho “natural” de los monopolios y oligopolios a controlar no sólo la realidad económica sino la vida del conjunto de la sociedad. Así, los formadores de precios provocan transferencias de ingresos a su favor, reproduciendo la exclusión social y ocultando al mismo tiempo las raíces de la estructura de poder al “instalar” en la percepción y en la acción colectiva el predominio del “mundo al revés”. En este mundo, los intereses económicos y políticos de los actores sociales y del conjunto de la población se vuelven invisibles. Predomina en cambio el interés individual: la defensa del bolsillo de cada uno, independientemente de lo que pueda ocurrir con el bolsillo de los demás, incluso con el bolsillo de aquellos que comparten los mismos niveles de pobreza. Esta búsqueda de un beneficio individual impide ver que más allá de los individuos hay un conjunto social, y que la solidaridad social trasciende los intereses individuales. Se ignora entonces que una lucha que tiene por objetivo principal y único el bolsillo propio, una lucha que se aísla de otras luchas que conciernen al conjunto de la sociedad y explican el tamaño de los distintos bolsillos, lleva necesariamente al “sálvese quien pueda”, al caos, a la anarquía y al canibalismo social.
La inflación reproduce entonces al infinito la confusión respecto de sus verdaderas causas enraizadas en una estructura de poder que impulsa el canibalismo social. En el pasado, el Gobierno minimizó el problema y usó una estrategia de negociación con algunos grupos económicos. Esta estrategia no dio los resultados esperados. Ahora, el Gobierno ha decretado un control de precios a ser aplicado en los supermercados y en algunas empresas de productos electrodomésticos, e intenta bajar el precio de los bienes de consumo, disminuyendo algunos costos de los supermercados. Estas medidas, si bien han expuesto la divergencia de intereses entre distintos sectores empresarios según su ubicación en la economía, no son suficientes, ni resuelven el problema central: la formación monopólica de precios en puntos estratégicos de las cadenas de valor. Mas recientemente el Gobierno ha anunciado la posibilidad de abrir las importaciones para impedir el desabastecimiento de ciertos productos. Esto es un avance en el reconocimiento del problema; pero para que las intervenciones del Estado tengan un efecto decisivo se requiere de otro ingrediente, hasta ahora ausente. En efecto, si bien conciliar intereses y negociar entre sectores es de fundamental importancia en la vida de un país, el Estado no es un instrumento inerte y neutro: es un ámbito donde se ejercen relaciones de fuerza. Los cambios esenciales en las relaciones de fuerza se producen a partir de la participación organizada de la ciudadanía en la vida política y en la toma de decisiones. De ahí la importancia de crear canales institucionales para la participación ciudadana en el control de precios en todas las instancias de las cadenas de valor. Esto implica plantearse algo nuevo: la creación de mecanismos que permitan ejercer una democracia participativa donde, “desde abajo hacia arriba”, se ejerza el derecho y el deber de los ciudadanos a participar en la elaboración de políticas, y en el control de su gestión. Esto legitimará las políticas que se apliquen.
Ahora bien, a pesar del canibalismo social, no todo es oscuridad en la coyuntura actual. El liderazgo carismático de CFK define hoy día la agenda política, y ha contribuido a poner de relieve los grandes obstáculos a la inclusión social y a la democracia participativa. Esto ha dado lugar a una definición cada vez más explícita del conflicto principal, abriéndose así nuevas grietas en el espeso velo que oculta la estructura de poder. Por esas grietas se cuela ahora la luz que ilumina los intereses económicos y políticos que guían las acciones de los distintos actores sociales, especialmente de los grandes grupos económicos. En los últimos tiempos hemos asistido al enfrentamiento sistemático entre el Poder Ejecutivo y los medios altamente concentrados. Estos medios constituyen el Cuarto Poder de las sociedades modernas, un poder resultante de la fusión entre la concentración de la riqueza y de la información, un poder que no es votado ni es controlado por los ciudadanos. Este enfrentamiento por hacer cumplir la ley de medios, votada hace tres años en el Congreso, ha desnudado no sólo la connivencia entre los grupos económicos y los grandes medios sino, también, la enorme influencia y poder que ambos ejercen sobre el propio Poder Judicial. Todo esto ha dado impulso a un movimiento de renovación y democratización de la Justicia que ilumina los recovecos más recónditos del propio Poder Judicial.
Pero hay algo más: en la medida en que el conflicto principal se vuelve más explícito y la luz empieza a iluminar la trama de intereses que articulan la estructura de poder, también comienza a cobrar visibilidad la espesa red de relaciones “mafiosas” que, como un tejido canceroso, corroe desde hace mucho tiempo a toda la sociedad. Estas relaciones son organizadas al margen de la ley en todos los ámbitos de la vida nacional, y persiguen cuotas de influencia y poder económico y político, recurriendo al ejercicio de distintas formas de violencia e intimidación. De este modo, a través del ejercicio abierto o solapado de la coerción, estas redes mafiosas reproducen el statu quo, desparramando el miedo, el descreimiento y la intolerancia por todos los intersticios de la sociedad, y recreando la fragmentación social y la desintegración nacional. Hoy día, estas redes son cada vez más visibles y su impunidad se desnuda en la escena política. Así por ejemplo, gracias al coraje de una madre, y a su largo trabajo “desde abajo hacia arriba”, la lucha por la aparición de Marita Verón encontró en la coyuntura actual las condiciones necesarias para llevar al primer plano de la vida nacional el fenómeno de la trata y la vinculación de la misma con ciudadanos, empresarios, jueces, políticos, miembros de las fuerzas de seguridad y autoridades de gobierno esparcidos en todo el ámbito nacional. Estas redes mafiosas y sus ramificaciones en el espacio público y en el privado también empiezan a ser desnudadas en el caso del narcotráfico en Santa Fe y en otras regiones del país.
Este entramado de relaciones mafiosas es un factor de erosión constante de la legitimidad institucional. Juntamente con otras formas de corrupción –como, por ejemplo, el enriquecimiento a partir del uso de la función pública; la transformación de dirigentes sindicales en patrones de empresas; la utilización discrecional de los dineros de los afiliados a beneficio de los negocios de los dirigentes, etc.– reproducen la coerción y el abuso del poder, y contribuyen a sembrar el descreimiento y el miedo. La participación ciudadana en la elaboración de políticas y en el control de gestión, desde “abajo hacia arriba” y en todos los ámbitos de la vida nacional, es el camino que permitirá desnudar estas redes mafiosas y otras formas de corrupción, y lograr la transparencia y la legitimidad institucional necesarias para profundizar la inclusión social. Sin duda alguna, éste es un camino largo; pero empezar a recorrerlo es en sí mismo un cambio radical que contribuirá a superar el canibalismo social, el miedo, el descreimiento y la intolerancia, al posibilitar la creación de ámbitos propicios para la conciliación de intereses y para la movilización de las energías colectivas hacia el logro de la unidad nacional.
* Socióloga, autora de La economía política argentina. Poder y clases sociales.

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La tarifa de las autopistas Illia, Perito Moreno y 25 de Mayo va a aumentar a partir de hoy


Peajes para pocos en la ciudad de los aumentos

El ajuste es del 27 por ciento en promedio. Macri autorizó ocho ajustes desde que asumió la Jefatura de Gobierno, hace poco más de cinco años. El aumento acumulado va del 300 al 1300 por ciento, muy por encima de cualquier índice de inflación.

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En la autopista Illia el aumento para los motos en cuatro años y medio llega al 1300 por ciento en hora pico.

Las tarifas de peaje de la Ciudad de Buenos Aires subieron a partir de hoy otro 27 por ciento en promedio. Cuando Mauricio Macri asumió la Jefatura de Gobierno, llevaban 16 años congeladas, pero en cinco años de gestión el PRO ya autorizó ocho ajustes, por lo que el aumento acumulado va del 300 al 1300 por ciento para autos y motos, muy por encima de las subas que en el mismo período reflejaron tanto el índice de precios del Indec (cerca de 50 por ciento) como los de las consultoras privadas (cerca de 160 por ciento). Además, la suba de la tarifa de los peajes se inscribe en una política de aumentos más amplia impulsada por Macri, que incluye taxis, ABL y subte (ver aparte).
En el decreto publicado el miércoles pasado, el Gobierno de la Ciudad afirmó que la ecuación económica “se vio deteriorada debido al incremento generalizado de precios de la economía y los incrementos salariales, que en conjunto han impactado significativamente en los costos de administración y mantenimiento ordinario de AUSA”. Sin embargo, es el tercer aumento que Macri aplica en menos de un año (los otros dos fueron en agosto y enero) y en algunos tramos la suba acumulada sólo en ese lapso llega al 65 por ciento. No hay inflación que justifique ese incremento. Lo que sigue es un detalle que muestra cómo evolucionaron las subas en cada peaje porteño.

Autopista Arturo Illia


La tarifa para los autos en horario normal subió de 2,75 a 3,5 pesos (27,3 por ciento) y en horario pico (de 7 a 10 y de 17 a 20) de 4,50 a 5,50 pesos (22,2 por ciento). En el caso de las motos, el ajuste fue de 1,50 a 2,00 pesos (33,3 por ciento) y de 2,75 a 3,5 pesos (27,3 por ciento), respectivamente. En todos los casos, los usuarios de Aupass (telepeaje) mantienen el 15 por ciento de descuento respecto de los valores de pizarra.
Pese a ser un tramo pequeño de sólo 3,5 kilómetros, la Illia es la que tiene el peaje que más aumentó en los últimos años. Cuando asumió Macri, el 10 de diciembre de 2007, ese peaje costaba 50 centavos para los autos y 25 centavos para las motos. Además, los vehículos con cuatro ocupantes podían pasar gratis en las horas pico. Esta última medida buscaba incentivar los viajes en grupo para tratar de descomprimir la circulación, pero lo primero que hizo Macri fue derogarla, argumentando que no cumplía con su objetivo. El próximo paso fue aplicar un ajuste, luego de 16 años sin cambios. En octubre de 2008, la tarifa para los autos trepó de 50 centavos a un peso (100 por ciento) y en las horas pico a 1,50 (200 por ciento). Las motos pasaron de 0,25 a 0,50 (ciento por ciento) y en las horas pico a un peso (300 por ciento).
El argumento para cobrar más en los horarios pico fue similar al que había utilizado el ex jefe de Gobierno Jorge Telerman cuando decidió no cobrarles a los vehículos con cuatro ocupantes o más: desincentivar el tránsito en los momentos de mayor congestión. Rápidamente quedó claro que, pese al peaje más caro, entraba la misma cantidad de autos a la ciudad, pero Macri mantuvo esa diferenciación, que le reportó mayores ingresos a AUSA, la empresa que depende del gobierno porteño.
El segundo aumento en la Illia llegó en diciembre de 2009, el tercero en octubre de 2010, el cuarto el 1º de marzo de 2011, el quinto el 1º de diciembre de ese mismo año, el sexto el 1º de agosto de 2012, el séptimo el 16 de enero de este año y el octavo hoy. Así, la tarifa para los autos acumula una suba de 600 por ciento en horario normal y 1000 por ciento en hora pico, mientras que para las motos el ajuste es de 700 y 1300 por ciento, respectivamente.
Con los nuevos valores, quien venga de la provincia de Buenos Aires por la Panamericana y luego decida llegar al centro por General Paz, Lugones y la autopista Illia, tendrá que pagar 13,5 pesos en el peaje de la provincia y otros 5,5 pesos en la Illia. Si realiza este viaje ida y vuelta de lunes a viernes para ir al trabajo, tendrá un gasto de 38 pesos diarios y 760 por mes, sin contar el estacionamiento ni la nafta, sólo de peaje.

Perito Moreno y 25 de Mayo


En el peaje Avellaneda de la autopista Perito Moreno y en el peaje Dellepiane de la 25 de Mayo, la tarifa para los autos en horario normal subió de 8,75 a 11 pesos (25,7 por ciento) y en horario pico de 11 a 14 pesos (27,3 por ciento), acumulando desde octubre de 2008 ajustes de 450 y 600 por ciento, en cada caso. Para las motos, la tarifa en horas no pico aumentó de 3,50 a 4 pesos (23,1 por ciento) y en horas pico de 5,5 a 7 pesos (27,3 por ciento), llegando a 300 y 600 por ciento, respectivamente. El cuarto ajuste tuvo lugar en la bajada Alberti de la autopista 25 de Mayo. Para los autos, subió de 2,75 a 3,50 (27,3 por ciento), acumulando 775 por ciento en cuatro años y medio. En el caso de las motos, trepó de 1,5 a 2 pesos (33 por ciento) y la suba durante la gestión Macri llega al 900 por ciento. Se mantiene el descuento del 15 por ciento con telepeaje.
Desde hoy, quien viaje por la Perito Moreno de lunes a viernes de ida y vuelva en hora pico deberá desembolsar 28 pesos por día, lo que suma 560 pesos por mes. Si ya viene de la provincia por autopista, además debe sumar al menos 9,50 pesos de ida y otros 9,50 de vuelta del primer peaje del Acceso Oeste. Por lo tanto, si se suman los dos peajes, el gasto diario se eleva a 47 pesos y el mensual a 940 pesos.

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