lunes, 26 de noviembre de 2012


Un desayuno con Daniel Filmus


“Hay que ser fieles a lo que la gente votó”


Por Fernando Cibeira
/fotos/20121126/notas/na08fo01.jpg


Vamos mejorando poco a poco, como San Lorenzo”, dice Daniel Filmus al entrar al café, comparando la actualidad del Gobierno con la de su club. En verdad, luego de la protesta de las centrales gremiales opositoras y el fallo del juez Griesa, no parece haber motivos para imaginar avances oficiales. Respecto de la protesta, Filmus considera que la oposición busca “restarle legitimidad al Gobierno”, intentando obligarlo a cambiar su agenda de gestión. “A pesar de que no hay que dejar de reconocer que la situación es difícil, hay que ser fieles a lo que la gente votó”, agrega. Frente a esto, advierte, el peligro es que el kirchnerismo se aísle. “Ante la ofensiva de los medios y de sectores dominantes, veo un riesgo de aislarnos, de lanzar consignas que por ahí entendemos sólo nosotros”, analiza.
Este café en Colegiales supo funcionar como oficina bis de Filmus durante su última campaña electoral. Ahora, cuenta, hace un tiempo que no viene. Hay gente pero en mesas de a uno o de a dos, varios con su notebook. Se percibe un lugar tranquilo. Vive cerca y llega caminando por avenida Elcano, celular al oído. Tiene un rato hasta la primera reunión del día. Filmus recaló en la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado luego de que la discusión por la 125 marcara la definitiva ruptura del Gobierno con Carlos Reutemann –o viceversa–, el anterior ocupante del cargo. Así, Filmus pasó de los temas de educación a los de política internacional. El cuenta que ya tenía experiencia en el rubro de sus años como miembro del consejo de la Unesco y por su trabajo en Flacso. Por lo demás, asegura que está contento de ocuparse de esos asuntos en esta época. “A partir de 2003 este gobierno marcó un giro enorme, porque pasamos de las relaciones carnales a una política volcada a la región”, remarca.
Claro que esa nueva dirección tiene también sus costos, si no que lo diga el juez Griesa. Al momento del encuentro, las repercusiones por su fallo son el tema del día. “Hay un intento serio para que no sean posibles más renegociaciones de la deuda como la que hizo Argentina. Es un avasallamiento de nuestra soberanía”, responde Filmus. Comenta que viajó invitado a Estados Unidos para las recientes elecciones presidenciales y que pudo comprobar in situ el lobby permanente que realizan los fondos buitre en el Parlamento norteamericano para sumar adhesiones a sus reclamos.
La sentencia favorable a los buitres que el Gobierno seguramente apelará hoy vino a cerrar una semana que arrancó con el paro con cortes convocado por las centrales de Hugo Moyano y Pablo Micheli, que a su vez pareció la secuela gremial del cacerolazo del 8N. “El Gobierno enfrentó con mucha madurez las protestas. El objetivo es que la agenda no la marque la oposición, porque ellos buscan que el Gobierno pierda legitimidad”, asegura. Esa legitimidad, esgrime, la perdería en caso de desviarse de la línea original de eso que se conoce como el modelo K. Sostiene que en los más de once meses que van del segundo mandato de Cristina Kirchner se ha votado “un fárrago de medidas en esa dirección” –menciona la reforma a la carta del Banco Central, contra la extranjerización de las tierras, la que habilita el voto a los 16 años, la media sanción a la regulación del mercado de capitales– y que las protestas buscan que se abandone este camino. Con todo, reconoce que algunos de los reclamos que motivaron el cacerolazo y el paro son atendibles pero que, aun en ese caso, el Gobierno es el que está en mejores condiciones de hacerlo.
El kirchnerismo prepara el 9 de diciembre una movilización popular conjugando el famoso 7D, el primer año del segundo mandato de CFK y el Día de los Derechos Humanos. Filmus afirma que nadie puede negar que la capacidad movilizadora del kirchnerismo se mantiene intacta, pero igual tiene algún temor. “El riesgo es que el kirchnerismo se aísle. Que Unidos y Organizados, que es la herramienta que Cristina creó, que incluye a la Corriente Nacional de la Militancia que nosotros integramos, se aísle y no trabaje con los otros sectores, como el sindicalismo, los gobernadores y el peronismo”, explica, que ha olfateado algo de eso en las últimas reuniones políticas de las que participó. El hándicap del oficialismo, argumenta, sigue siendo lo que está enfrente. En ese sentido, dice que le cuesta mucho imaginar un proyecto común como el que vienen anunciando el FAP, la UCR y la Coalición Cívica en la ciudad de Buenos Aires. “Son grupos con pensamientos contradictorios. Basta ver lo que votaron en los temas importantes en el Congreso, siempre tuvieron posiciones diferentes”, desliza.
Todo un asunto el de la ciudad. Filmus entiende que el kirchnerismo está consolidado como principal fuerza de oposición a Mauricio Macri, con una prédica para que en el distrito porteño exista también “un Estado más presente”, como a nivel nacional. El año que viene a Filmus se le termina su mandato como senador. Luego de dos intentos para la jefatura de Gobierno porteño y la senaduría, ¿será candidato de nuevo en 2013? “Falta mucho. Veremos quiénes están en mejores condiciones para ocupar los lugares a elegir en el Senado, en Diputados y en la Legislatura local. Desde el lugar que nos toque haremos el máximo esfuerzo por acompañar”, responde, esquivando una definición.
Filmus atiende su Blackberry, que cada tanto tiembla sobre la mesa, y mira de reojo el reloj. Había avisado que tenía una reunión. Antes, de rigor, alguna impresión sobre la votación en la Legislatura que aprobó la vuelta de San Lorenzo a Boedo. “Es un sentimiento común recuperar la identidad del barrio. La injusticia que se había cometido con San Lorenzo hizo que nos sintiéramos como exiliados, uno quiere jugar en su casa”, explica. Mitad hincha, mitad político, avisa: “Pero el proyecto de estadio tiene que ser un proyecto integral que atienda las necesidades del barrio, esto también es una oportunidad para Boedo”.

pagina12

Gratuidad, inclusión e igualdad educativa

Por Alberto Sileoni *
Hoy, luego de casi diez años de inversión sostenida, los argentinos tenemos una universidad pública y gratuita en constante expansión. Conviven, en virtuosa armonía, universidades como la de Córdoba, que en 2013 cumplirá 400 años, y otras como las del conurbano bonaerense de flamante creación. La gratuidad establecida por un decreto del gobierno justicialista en 1949 es un suceso poco estudiado y aún menos divulgado pero que, sin embargo, marca un hito en la conformación de esta universidad, que nos llena de orgullo y eligen jóvenes de toda América y del resto mundo.
En el proceso de construcción de nuestro sistema universitario primó el espíritu de una universidad de cara al pueblo. Pero debieron darse luchas y decisiones políticas para concretar el tránsito desde aquellas incipientes casas de altos estudios del siglo XIX que reclutaban y formaban a los jóvenes de los sectores más acomodados (meritorias por cierto, pero para unos pocos) hasta las universidades abiertas y plurales de nuestra Argentina.
Hay varios momentos clave en la vida universitaria del país: el primero se dio con la Reforma Universitaria de 1918, producida con lo mejor del radicalismo revolucionario y popular, que dio vuelta al mundo conmoviendo los cimientos de una universidad que hasta entonces sólo era para las élites. El segundo momento es el que marcó la gratuidad de los servicios universitarios, establecida por una decisión del general Perón en el ’49.
Merece ser remarcada la universidad argentina de los años ’60 que trabajó por la excelencia académica, en la que se destacaron notables científicos, y fue perseguida por la dictadura, como en la siempre recordada Noche de los Bastones Largos de junio de 1966.
Finalmente, estamos transitando, desde el 2003, un tiempo universitario de mucha potencia, con Néstor y Cristina Kirchner, quienes desde un principio definieron a la educación como prioridad de Estado y demostraron la verdad de esa convicción, con hechos concretos y un impulso material decisivo a la educación en general, y en particular a la universitaria.
En esa secuencia, destacamos el decreto de gratuidad de los estudios universitarios firmado por el general Juan Domingo Perón como el instrumento que completó la arquitectura del sistema que propugnaron los reformistas del ’18. Ellos pelearon por una universidad vinculada al pueblo que la sostenía. Hacía falta, entonces, un gobierno que hiciera de esa premisa una realidad y, para lograrlo, el primer gobierno justicialista llevó adelante una política de ampliación de derechos políticos y sociales sin precedentes en nuestro país.
Contemporáneamente, fue ese gobierno el que creó, en el marco de una política de inclusión educativa general, la Universidad Obrera Nacional, mediante la ley 13.329, y el que reemplazó el viejo Ministerio de Justicia e Instrucción Pública por el de Educación, otorgándole a esta cartera la debida jerarquía dentro del Estado. Del impacto de esas decisiones da cuenta, de manera contundente, el aumento de la matrícula universitaria, que pasó de 40.284 alumnos en 1945 a 138.871 en 1955.
Así, a 63 años de la vigencia de la gratuidad universitaria, la mejor forma de conmemorar aquella medida es ratificar una vez más –tal como lo hace la Presidenta, en su discurso y en la contundencia de sus acciones– que no cederemos en la lucha por la ampliación de los derechos educativos de nuestros jóvenes.
Formamos parte de un gobierno que reivindicó la educación superior, otorgando un aumento exponencial al presupuesto universitario, el cual pasó de los 1800 millones que recibía en 2003 a contar con más de 20 mil millones en 2012; se aumentaron (en el período 2001-2012) un 843 por ciento los salarios del sector; y se implementó un programa de infraestructura universitaria único, que incluyó la realización de obras con una inversión de más de 1382 millones de pesos. A su vez, se crearon y abrieron universidades en las localidades bonaerenses de Avellaneda, Florencio Varela, Moreno, Merlo y José C. Paz (Buenos Aires), en Villa Mercedes (San Luis) y en Tierra del Fuego. Hoy todas las provincias cuentan, por lo menos, con una casa de altos estudios. Y un dato que nos llena de satisfacción es el que muestra que una gran cantidad de los alumnos de esas nuevas universidades son la primera generación de universitarios en su familia.
Creemos que éste es el destino de la universidad en la Argentina del proyecto nacional y popular, y esta convicción nos exige un doble compromiso: continuar alentando la incorporación creciente de alumnos y, al mismo tiempo, fortalecer la mejora constante del nivel académico y el rigor científico.

* Ministro de Educación de la Nación. Mañana, a las 16, en la Universidad de Avellaneda, se hará un acto para conmemorar la instauración de la gratuidad universitaria.

pagina12

jueves, 22 de noviembre de 2012

BULLYING



Media sanción a la prevención de situaciones de violencia en escuelas

Una ley contra el “bullying”

La norma nació a partir de la difusión de los casos de “bullying”. Busca fortalecer los vínculos escolares y establece cómo manejar las eventuales sanciones. Prevé estudiar las nuevas modalidades de acoso a través de las redes sociales e Internet.


/fotos/20121122/notas/na17fo01.jpg
La norma aprobada ayer apunta a evitar la estigmatización de los chicos en las escuelas.
La Cámara de Diputados de la Nación dio media sanción a un proyecto de ley que apunta a prevenir los casos de violencia en las escuelas. También determina de qué manera tratar esas situaciones. La iniciativa se gestó a partir de la difusión y el debate en torno del llamado “bullying”, o acoso escolar, aunque la norma lo que busca es fortalecer los vínculos en las escuelas. La intención es “no estigmatizar al estudiante”, sostuvo la diputada nacional por el Frente para la Victoria Mara Brawer, ideóloga del proyecto de ley de prevención de situaciones violentas en las escuelas. Así, la iniciativa “para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad en las instituciones educativas” establece pautas para las eventuales sanciones a los alumnos y fija la responsabilidad del Ministerio de Educación en torno del tema.
En el primer artículo, el proyecto de ley manifiesta su espíritu: “La presente ley establece las bases para la promoción, intervención institucional y la investigación y recopilación de experiencias sobre la convivencia así como sobre el abordaje de la conflictividad en las instituciones educativas de todos los niveles y modalidades del sistema educativo nacional no universitario”.
El proyecto llegó ayer al recinto luego de cuatro meses de tratamiento en las comisiones de Educación y Familia, con el apoyo de todos los bloques. A lo largo de los once artículos que contiene plantea cómo abordar situaciones de distintos tipos de violencia y, además, contempla el trabajo que deben llevar a cabo el Ministerio de Educación nacional y el Consejo Federal de Educación y regula las sanciones para los estudiantes en caso de “transgresión”.
El artículo 6 precisa cómo proceder en esos casos. Por ejemplo, indica que las sanciones deben “tener un carácter educativo, enmarcándose en un proceso que posibilite al educando hacerse responsable progresivamente de sus actos” y “garantizando el derecho del estudiante a ser escuchado y a formular su descargo”.
La principal discusión que dio lugar a la propuesta, en realidad, fueron los casos de “bullying” que los medios de comunicación suelen sacar a la luz. En esos casos, la situación de violencia se da entre personas o grupos en donde hay una asimetría de fuerzas que es sostenida en el tiempo. Ante eso, Brawer, docente y licenciada en psicología, planteó “correrse de la posición de que el alumno es el problema” y del hecho de que sólo existe ese tipo de violencia: “El bullying está muy centrado en los individuos. Esta ley, en cambio, es propositiva, porque pone el acento en las escuelas, apunta a los vínculos en las instituciones educativas”. La razón, explicó, es que “si se pone el acento en el pibe, se lo estigmatiza. Desde esta propuesta legislativa basada en actividades que el Ministerio de Educación ya lleva adelante, lo que se busca es modificar los vínculos y las condiciones que generan esas violencias, sin estigmatizar”.
Entre las responsabilidades fijadas para la cartera educativa, el artículo 9 establece que debe realizar “investigaciones cualitativas y cuantitativas sobre las múltiples facetas que adquiere la problemática de la conflictividad en las instituciones educativas a fin de generar y difundir información oficial y pública sobre las dimensiones y caracterizaciones de los fenómenos, con especial énfasis en los aspectos pedagógicos”. También contiene un apartado especial para “identificar y desplegar iniciativas de diagnóstico de las formas que adquiere la violencia en las instituciones educativas, ante los nuevos modos de interacción en entornos virtuales”.

pagina12

sábado, 10 de noviembre de 2012



Desde la Luna


Por Luis Bruschtein

/fotos/20121110/notas/na04fo01.jpg
Los cortes de luz, la basura, el paro de trenes, la ciudad sin subtes, Macri con los Kiss, no sumaron más personas a la marcha. El que estaba decidido ya había tomado su decisión mucho antes, pero desde la Luna, la ciudad de Buenos Aires parecía la última urbe del futuro en una agonía entre montañas de basura y ratas, en una oscuridad sin transporte. Los walking deads del futuro. Los porteños entrando en la época de la oscuridad definitiva, sobrevivientes en los barrios acomodados donde se empiezan a caer los balcones de las torres de lujo. Porteños volcados a las calles sorteando las montañas de basura, espantando a las ratas, contentos con su jefe de Gobierno que se saca fotos con los decadentes Kiss pintarrajeados, a pesar de la oscuridad de los cortes inesperados que dejaron a cientos de miles a oscuras y el olor a inmundicia que campea en las calles.
Desde la Luna, el caos de esa ciudad a oscuras, con sus montañas de inmundicia, con las ratas envalentonadas dejándose ver sin preocuparse por las personas que marchan alegremente para hacer escuchar sus reclamos al gobierno nacional, columnas que se sienten representadas y orgullosas con esa ciudad gótica del norte rico y arrabales sureños, miles de personas que se identifican con un jefe de Gobierno lleno de excusas, en medio de la basura y la oscuridad, un hombre de ojos celestes y de familia rica, poco acostumbrado al trabajo, que la noche anterior se fue a ver a los viejos Kiss de hace treinta años, cuando la fetidez de la basura putrefacta ya se hacía insoportable, cuando miles y miles de ciudadanos se quedaban en la oscuridad y se paralizaban los subterráneos.
Desde la Luna se puede ver que la ciudad de Buenos Aires toma un rumbo apocalíptico cuando el viernes se descarga la lluvia y las calles se convierten en ríos con las bocas de tormenta tapadas, con los negocios, cuyos dueños marcharon ayer, con la mercadería flotando en las olas que producen al pasar los vehículos. Macri está emocionado por el acto de ayer mientras la ciudad, hasta ayer inundada de basura putrefacta, ahora se inunda de agua tormentosa.
Todo eso se ve desde la Luna, pero miles y miles de personas de los barrios acomodados, o con esa idiosincracia, no lo pueden ver, o lo disculpan. Están deslumbrados por las sirenas de otro apocalipsis que los subyuga porque al mismo tiempo que los preocupa, les da identidad, los tranquiliza como grupo social de pertenencia, el funcionamiento de grupo, de masa elemental, les permite entender lo que sucede con la basura, pero se sienten amenazados y se ofuscan contra un gobierno nacional que mueve el tablero, que no deja las cosas como están. Y ese movimiento genera inquietud, mejor dejar las cosas como están. Hasta la inseguridad sería soportable para ellos, con un gobierno que se quedara quieto, que no hiciera nada y dejara hacer a los que saben, a los que van a las mismas reuniones que ellos quisieran ir.
Hay una inseguridad que es más concreta aún que el asesinato y el robo a otras personas y es la de sentir como inseguro el lugar personal que se ha ganado. Es el nicho social asediado por el ascenso de otros grupos. El nicho social asediado por impuestos y regulaciones del dólar, y es el credo del nicho social expresado en los grandes medios hegemónicos, que da sentido a su universo personal, puesto a competir con los credos de otros grupos sociales.
La inseguridad es un problema grave de estos tiempos y no importa si la Argentina es uno de los países de la región con los índices de criminalidad más bajos, porque aun así son índices más altos que en otras épocas. Es un problema que ha crecido en todo el mundo y no alcanzan todos los esfuerzos que se hagan para enfrentarlo. La inseguridad fue uno de los temas más repetidos en la marcha del jueves. Se trata de gente culta, sabe que se han aplicado todas las estrategias, sobre todo las de mano dura que sólo sirvieron para agravar el problema con policías bravas. Si pueden entender el problema de la basura, pueden entender el de la inseguridad. Por eso da la impresión de que en muchos casos, no en todos, por supuesto, la inseguridad es usada como consigna políticamente correcta pero que termina surgiendo como una metáfora sobre los límites que se le pusieron al dólar, el cuestionamiento a las ideologías hegemónicas, la rigurosidad de la AFIP y otros temblores que se producen en el piso de una sociedad poco acostumbrada a esos cambios, que generan inseguridad en algunos grupos sociales.
Fue una movilización masiva, pero una de las cualidades que más llamó la atención fue su homogeneidad social de capas medias y medias altas. Fue un dato muy fuerte también del primer cacerolazo y quizás esa homogeneidad del primero se convirtió al mismo tiempo en uno de los ganchos identitarios más fuertes de la segunda convocatoria. Esos miedos e inseguridades que en algunos casos se pueden expresar como odio y agresividad y en otros como si se tratara de la defensa de un territorio se atraen con la fuerza de la gravedad y pueden generar una confluencia masiva como la del jueves.
Por lo general estos procesos defensivos buscan referentes muy conservadores, más incluso de lo que estuvieran dispuestos a reconocer cada uno de ellos por separado. Esa necesidad de regresar a los valores que dieron seguridad muchas veces en la historia argentina moderna encontró cauce bajo el ala de golpes militares, a los que luego repudiaron muchos de ellos.
Este gobierno puede tener mil limitaciones y la marcha tuvo numerosos reclamos, muchos de los cuales pueden incluso estar motivados en causas reales, pero en la marcha del jueves, aunque fuera lo que más se escuchó, no se trataba de lo uno ni de lo otro, sino de que paren de mover el piso. Por eso, la idea más fuerte que surge es que se vaya Cristina y tiene tanta densidad, porque, aunque provenga de una minoría, esa minoría cree que está luchando por su sobrevivencia. La lucha por sobrevivir obliga a movilizarse a personas que nunca se han movilizado por nada y permite incluso pasar por encima de las mayorías. La lucha por la sobrevivencia justifica todo. Como los chicos, además, el que se moviliza por primera vez se cree el rey de la bolita, el dueño de la única verdad movilizadora, se maravilla que haya tanta gente que piense como él, lo cual refuerza la verdad excluyente de su pensamiento. Todos los que se han movilizado alguna vez ya saben que atrás de una idea sólo se movilizan los que la comparten, que no son todo el mundo. Cuando llega la hora de votar muchas veces las grandes manifestaciones no se traducen en grandes votaciones.
La actitud defensiva surge en respuesta a lo que aparece como una agresión externa. Hay ofensas económicas que alteran el tablero, pero también hay un sistema de creencias que cede hegemonía y pierde credibilidad. Ese sistema de creencias que se reproduce en la familia, en la educación elitista y en el mensaje de los grandes medios de comunicación conforma la identidad de un grupo social. En realidad, desde el punto de vista económico, las clases media y media alta están en un momento de esplendor. Es lo que criticó Elisa Carrió enojada y con lágrimas en los ojos porque no había sido votada cuando habló de la fiebre por los autos cero kilómetro, por los shoppings y por los viajes al exterior. Y aclaró que al pagar esa prosperidad con el silencio, los argentinos, o sea esas capas medias, se estaban haciendo cada vez más vulgares. Esa palabra, “vulgares”, quería decir que dejaban de ser “gente como uno” para convertirse en “vulgares” que vendrían a ser los que vienen de abajo. Muchos tratan de loca a Carrió, pero es una mujer inteligente que pega donde duele: hay un sistema de creencias que se agrieta, hay una identidad (“la gente como uno”) que se deslava, hay un cambio en los roles sociales. Y la desesperación por sobrevivir está más relacionada con esas construcciones culturales que con un peligro real de desaparición de las capas medias que hoy están mejor de lo que nunca han estado. Nada podría ser más molesto que la basura, los cortes de luz, los subtes parados y las inundaciones. Pero eso nadie lo computó.
No es que no existan temas como el del dólar o los impuestos como el mínimo no imponible u otros en los que puedan tener razón o no. Pero la fuerza evidente de la expresión anti K se da al mismo tiempo en que ninguna reivindicación se destaca demasiado, por eso tiene tanta implicancia destituyente.
El hecho de que una marcha masiva como la del jueves no tenga un referente político claro no es bueno. Por lo general, el referente que surge de un movimiento de este tipo tiende a ser el más conservador que haya en plaza. Allí está Mauricio Macri entre las montañas de basura y la inundación. Pero sería una mentira pensar que Macri movilizó. La ausencia de referentes políticos demuestra que los responsables de esa construcción cultural que atemoriza a las capas medias han sido en gran parte los medios de comunicación hegemónicos. De hecho, la convocatoria real se produjo a través de ellos.
La marcha del jueves fue un movimiento tectónico como manifestación de cambios culturales y sociales que se están produciendo en una sociedad más acostumbrada a las políticas conservadoras y a los períodos de quietud. Tanto esos cambios como los que protestan por ellos forman parte del proceso de aprendizaje en el lento tránsito de consolidación de la democracia.

pagina12

domingo, 4 de noviembre de 2012



El 8N y algunos sinceramientos necesarios


Por Mempo Giardinelli

/fotos/20121104/notas/na12fo01.jpg
Faltan pocos días para la marcha del 8N, que se anuncia como protesta multitudinaria, pacífica y respetuosa, lo cual es deseable. Al menos, la mayoría de las más de cuarenta páginas y grupos en red convocantes se cuidan de no ser copados por maximalistas violentos y eso está muy bien. Los organizadores tienen todo el derecho a manifestarse y es bueno que lo hagan con cuidado. No de otro modo se fortalece la democracia.
Lo cuestionable, en todo caso, es la insinceridad de algunos de sus promotores. Porque más allá de blogueros y entusiastas de las redes sociales, es evidente que detrás de ellos se esconden actores políticos silenciosos, por llamarlos de algún modo, que pertenecen a partidos u organizaciones y que no dan la cara. También tienen derecho a manifestarse, desde luego, pero mejor sería que sinceraran su presencia.
Descartada además toda supuesta espontaneidad (tampoco fue espontánea la manifestación del 13S), hay que reconocer que la planificación ahora se hace con más cuidado. No obstante lo cual, el 8N es una movida política montada sobre algunas falacias, como la de que representan al 46 por ciento de la ciudadanía. Eso no es verdad, pues lo que hubo en las elecciones de hace un año fue un 15 por ciento, y un 11, y un 7, y varios 3 y aún menos, y es obvio que todavía hoy no están unidos ni representan una voluntad común.
Además llama la atención que esta convocatoria no ofrece más propuesta que la movilización en sí, y tanto sus reclamos como sus íconos inconfesados también adolecen de insinceridades. Los afiches que convocan no lo admiten explícitamente, pero sólo mencionan en grandes letras los vocablos “reforma, inseguridad, inflación, impunidad, mentiras, corrupción, patoterismo, adoctrinamiento”. Todo lo cual es obvio que está subsumido y supeditado a la frase clave que confiesan apenas en letras muy, muy chiquitas: “Con un gran 8N no hay 7D”.
Esa es la cuestión. Ahí está el sentido último, profundo, de esta marcha. Y es claro que también tienen derecho, pero lo chocante es la insinceridad. ¿Por qué no lo dicen? ¿Por qué no reconocen que están en contra de la ley de medios y convocan a esta marcha como inicio de la desobediencia activa que planea el Grupo Clarín?
Y en materia de íconos también hay insinceridades, como la del señor Macri, que además de echar culpas y vetar leyes intenta mostrarse progre cuando es tan profundamente conservador, y así su partido no apoya la marcha, pero sí la apoya. Como hicieron el 13S. O como la señora Patricia Bullrich y su partidito. O el señor Luis Barrionuevo, al que le “encanta Lanata” y entonces va a ir el 8N. O como los señores Moyano y Micheli y Buzzi, que con todo oportunismo ahora se suben al barco. ¿Por qué no admiten que su ya anunciada marcha del 20N va en el mismo sentido que ésta, y con el mismo afán de servir a los desobedientes de la ley de medios?
Lo que molesta del 8N es que no sólo no hay propuestas, sino que además mienten. Por lo que así como es indiscutible el derecho a manifestar en ambas fechas, uno tiene el derecho a exigir que sinceren intenciones.
Y es tonto, además, porque el gobierno nacional tiene claroscuros. Es indudable que se han cometido yerros y metidas de pata. Pero si se puede cuestionar casos de corrupción, por ejemplo, debe tenerse en cuenta que este mismo gobierno propuso una Corte Suprema insospechada como jamás habíamos tenido. Y fue el que acabó con el negociado de las AFJP. Y el que les cerró el negocio de la deuda a muchos economistas del establishment. Y el que ahora destapó el negociado de las cúpulas de Gendarmería y Prefectura.
Debieran recordar también que es este gobierno el que desmontó la impunidad que instalaron las leyes de obediencia debida y punto final, y el que impulsó los juicios a los genocidas y la búsqueda de hijos y nietos apropiados. Por todo eso se ganaron los tremendos enemigos que tienen. Y es por eso que a la Presidenta le tiran con adjetivos y puteadas. Pero porque no tienen otra cosa. Que yo sepa, no le han probado corrupción alguna. Y más allá de que su fortuna personal a mí tampoco me gusta, no parece mal habida porque si no ya la habrían querellado. Y además la tiene declarada, y año por año.
Y si le tiran con eso es porque sus consignas están vacías. Como cuando reclaman libertad de expresión. Mueve a risa; en toda la historia argentina no hubo tanta. Entonces discuten si la Presidenta es soberbia o da conferencias o habla por cadena nacional. O si Moreno es maleducado y Aníbal provocador. Da risa hasta que uno empieza a imaginarse lo que sería este país gobernado por los señores Macri o Moyano. Madre mía.
Es el 7D lo que los vuelve locos. No sé ustedes, pero yo nunca los había visto tan enojados a los que marcharon el 13S y ahora van por el 8N. Fíjense que con Menem a lo sumo se reían, pero no los vimos putear tanto cuando regaló YPF o cuando nos dejó sin trenes, sin gas, sin teléfonos, sin barcos ni puertos, sin aviones ni carreteras y la lista es infinita. No estaban tan enojados cuando los gobiernos se bajaban los lienzos ante Bush y el FMI. O cuando el señor Cavallo una y otra vez les metía el dedito ahí atrás. Ni los vimos tan enojados cuando la leche podrida y los negocios de Al Kassar, ni cuando la voladura de la ciudad de Río Tercero. Y no digan ahora que ésas son “cosas viejas”, que no por viejas son menos significantes.
En cambio ellos, muchos de ellos, sólo repiten lo que les inoculan periodistas y conductores televisivos que nunca muestran pruebas de sus acusaciones, que no han iniciado una sola causa legal y que no pueden mostrar sentencia alguna en contra de la Presidenta.
Debieran saber, además, que esta urgencia, esta desesperación por acabar con el Gobierno es peligrosa y antidemocrática. La pretensión de “echar” a la Presidenta, de “sacarla” o “expulsarla”, es conjugar todos verbos contrarios a la Constitución Nacional.
Y que no se confundan: esto está muy por debajo de la vieja consigna “que se vayan todos”, que fue válida en un momento de anarquía y de un carnaval de cinco presidentes.
Creo indispensable decirles estas cosas a promotores y manifestantes. Que irán a la marcha del 8N con camisas blancas y sin carteles, como dicen, pero igual se van a encontrar con la señora Pando, el hijo del gordo Porcel o el gendarme Meza. Aunque se disfracen, van a estar ahí. Y seguramente a la noche, tarde, el señor Macri dejará de rascarse y aparecerá en TN diciendo obviedades, mientras los suyos se chorean la ciudad inmobiliariamente.
Mejor sería que se organizaran para vencer al Gobierno en las próximas elecciones. Para lo cual deberán tener mejores propuestas.
Y ahora que vayan a la marcha, muy bien. Pero sabiendo que nosotros sí sabemos por qué van.

pagina12