martes, 23 de octubre de 2012


Estela de Carlotto, en el cumpleaños 35 de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo

“Lo más valioso es cada nieto que encontramos”

Nacieron hace 35 años, durante la dictadura, para buscar a sus nietos apropiados por la represión. “Ocupamos el lugar de mujeres”, dice su presidenta, Estela de Carlotto, para agregar que esa lucha todavía está vigente.

Por Ailín Bullentini

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Estela de Carlotto, con otras Abuelas, en el asado que hicieron ayer para celebrar su cumpleaños.
Con los nietos recuperados, “lo más importante” que les pasó y les pasa, en palabras de Estela de Carlotto, festejaron el último fin de semana las Abuelas de Plaza de Mayo sus 35 años de zapatos gastados y puertas golpeadas en pos de la búsqueda, una sola, el principal objetivo: el encuentro de los bebés que vivieron desde la panza de sus madres secuestradas el cautiverio durante la última dictadura militar, nacieron allí mismo, en la oscuridad, y fueron robados y criados con otras familias. “Convocamos a todos los nietos que pudieran venir, a los del interior, a los que viven en otros países, a las Abuelas de todo el país, y fue una fiesta maravillosa, un alimento para el alma, un empujón para seguir con más fuerza”, reconstruyó la presidenta de la institución que se definió, a ella y a sus compañeras de camino, como “madres que, desde el amor hacia los hijos y nietos que no tiene límites ni fechas, nunca olvida ni cesa. Siempre ejercimos ese amor, en paz y con respeto”. Antes del festejo “formal”, que llegará esta tarde (a las 19 en el teatro ND Ateneo), la mamá de Laura y abuela del aún buscado Guido, sobrevuela el sendero recorrido.
–¿Qué significa para ustedes el encuentro con un nieto buscado?
–Es la alegría más grande, es inimaginable. Es un milagro, porque se nos representa en carne y hueso y ante nuestros ojos aquel bebé soñado, añorado desde una foto, convertido en un hombre o una mujer. Es una fiesta en toda la institución. A veces con el tema de las nominaciones al Premio Nobel de la Paz (nominadas por quinto año consecutivo) y todas las demostraciones de gente que nos quiere mucho y quiere reconocernos, les decimos que se tranquilicen, porque no buscamos más premios que el más grande y único: encontrar a cada nieto robado.
–¿Qué lugar ocupa la institución en la sociedad?
–Ocupamos el lugar de mujeres. Las que hemos salido siempre fuimos mujeres, en su mayoría. En Madres, en Familiares, también. Pero no hubo exclusión, sino intención de proteger a nuestros hombres para que no desaparecieran. A nosotras siempre nos consideraron inferiores, y el machismo de las fuerzas armadas y de seguridad es increíble, nos dejaron caminar. Cuando se dieron cuenta de nuestra lucha era tarde para callarnos. También ocupamos el lugar de madres que, desde el amor hacia los hijos y nietos que no tiene límites ni fechas, nunca olvida ni cesa. Siempre ejercimos ese amor, en paz y con respeto. Por eso cuando se habla de nuestra lucha no se habla de rencor ni de odio, sino de la necesidad ineludible de Justicia. Esto pasó acá y afectó a toda la Argentina.
–¿Creció la participación de la sociedad en la búsqueda de Abuelas?
–Claro. Tuvimos la libertad de la democracia, de poder expresarnos; la convocatoria del Estado para volcar y difundir nuestra lucha desde sus arcas a través de la educación; la posibilidad de contar nuestra historia a través del arte también, muestras, fotos, películas; la presencia de nuestra búsqueda en los medios de comunicación comprometidos con este tema... todo eso hizo que la última década fuera muy fructífera y de mucha posibilidad de concientizar a la población de que lo que contamos nosotras existió y que nos tienen que ayudar. Nuestra institución crece día a día. Los espacios físicos ya no nos alcanzan para albergar a los que colaboran con nosotros en las diferentes disciplinas. Porque no nos quedamos encasilladas y también queremos contribuir a que se erradiquen del país las violaciones a todos los derechos humanos.
–¿Cuáles fueron los principales pasos que dio Abuelas durante este año?
–Lo más importante que nos pasa y nos pasó, año tras año, es el encuentro de nietos. En cada uno de ellos se cumple el objetivo de nuestra institución: devolverles su identidad, su vínculo familiar, su historia verdadera. El triunfo de la verdad sobre la mentira y un paso más en el desbaratamiento del plan sistemático de la dictadura. Si pasa un año que no encontramos ningún chico es como que nos preocupa, nos duele...
–¿Fue un punto de inflexión en los 35 años de camino recorrido el fallo por el plan sistemático del robo de bebés?
–Fue una larga historia esa lucha. En el ’96 nosotras pedimos a la Justicia que tome el delito de robo de bebés durante la dictadura como lo que creíamos que era: un plan sistemático, premeditado y preparado de los militares para quedarse con los hijos de nuestros hijos que nacían en cautiverio. Se dice que la Justicia es lenta y verdaderamente lo es. Recién este año reconoció en un juicio oral y público que existió ese plan y condenó a quienes consideró responsables. Lo emblemático de la condena fueron los 50 años a Videla. Que estos personajes que tienen cara de piedra, porque realmente es espeluznante ver la falta de humanidad que tienen, hayan sido condenados nos da un motivo para festejar.
–¿Cómo viven las novedades en el caso Herrera de Noble y el tratamiento que mediáticamente se hizo y se hace del tema?
–Lo más importante que nos interesa destacar es que cuando nosotras buscamos, buscamos nietos. Bebés que fueron robados por quienes son verdaderos delincuentes. En este caso o en cualquier otro, no nos importa si el apellido es Herrera de Noble o Pérez. Lo que nos interesa son los nietos, saber cómo están. En el marco de una denuncia que realizamos nació un juicio, como cualquier otro juicio, que provoca una reacción mediática de este grupo, una guerra con la Justicia para querer imponer un accionar ilícito. Finalmente, la confrontación de los perfiles genéticos de los chicos (Marcela y Felipe Herrera de Noble) con los del Banco Nacional de Datos Genéticos arrojó como resultado que no puede decirse, con esos elementos, que son hijos de desaparecidos. La sospecha persiste, pero no está probada. Se consiguió que los estudios de ambos quedaran alojados en el banco para que tal vez, en el futuro, pueda aparecer alguien que los reclame como familiar.

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