El discurso de la Presidenta
Por Daniel Filmus *
La Presidenta que orgullosamente representaba a uno de los países latinoamericanos que en los últimos años había logrado combinar un fuerte crecimiento de su economía con una importante disminución de la desigualdad social, se acercó al podio, repitió el ritual de acomodar el micrófono antes de hablar, levantó la mirada para dirigirse a los representantes de todas las naciones del mundo en el imponente marco de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas y comenzó su discurso:
1. Inicialmente reivindicó que una voz femenina interviniera en la Asamblea y destacó el papel y el protagonismo de las mujeres: “Para muchos, nosotras mujeres, somos la mitad del cielo, pero también queremos ser la mitad de la tierra, con igualdad de derechos y oportunidades, libres de todas las formas de discriminación y violencia, capaces de construir su emancipación, y con ella contribuir a la plena emancipación de todos”.
2. Inmediatamente criticó con dureza las políticas económicas que producen la “grave crisis económica iniciada en el 2008” y su impacto en nuestras naciones: “La opción por políticas fiscales ortodoxas viene agravando la recesión en las economías desarrolladas con reflejos en los países emergentes...”. Atacando las recetas recomendadas por los organismos de financiamiento internacional planteó: “La política monetaria no puede ser la única respuesta para resolver el creciente desempleo, el aumento de la pobreza y el desaliento que afecta, en el mundo entero, a las camadas más vulnerables de la población. Los bancos centrales de los países desarrollados persisten en una política monetaria expansionista que desequilibra las tasas de cambio, por ello, los países emergentes pierden mercado debido a la valorización artificial de sus monedas, lo que agrava más el cuadro recesivo global”.
3. A partir de estos elementos, la Presidenta enfrentó las críticas que los países centrales hacen a las políticas que las economías emergentes llevan adelante para defenderse de la competencia “espuria y fraudulenta” de las naciones desarrolladas: “No podemos aceptar que iniciativas legítimas de defensa comercial por parte de los países en desarrollo sean injustamente calificadas como proteccionismo”.
4. Defendió las políticas contracíclicas que viene llevando adelante su país. Políticas que permiten que, a pesar de la crisis global, los objetivos de justicia social continúen siendo el norte de sus preocupaciones. “Fuimos impactados por la crisis, como todos los países. Pero, a pesar de la reducción coyuntural de nuestro crecimiento, estamos manteniendo el nivel de empleo en estándares extremadamente elevados. Continuamos reduciendo la desi-gualdad social y aumentando significativamente el ingreso de los trabajadores.”
5. En este contexto destacó la importancia de la integración regional para enfrentar en forma conjunta los problemas globales privilegiando nuestros intereses y defendiendo irrestrictamente la democracia: “Avanzamos mucho en la integración del espacio latinoamericano y caribeño como prioridad de nuestra inserción internacional. Nuestra región es un buen ejemplo para el mundo. El Estado de Derecho que conquistamos con la superación de los regímenes autoritarios que marcaron nuestro continente está siendo preservado y fortalecido. El Mercosur y la Unasur deben evitar retrocesos porque consideramos que integración y democracia son principios inseparables”.
6. A partir de allí su discurso se dirigió a desafiar con coraje el orden internacional establecido. En primer lugar, desalentando el papel militar de las políticas de exterior de los países de la OTAN frente a la problemática más grave del momento: “No hay solución militar para la crisis siria. La diplomacia y el diálogo no sólo son la mejor, sino la única opción”.
7. También contrariando las visiones norteamericanas se refirió con claridad a la posición frente a Palestina: “Reitero mi discurso del 2011, cuando expresé nuestro apoyo al reconocimiento del Estado Palestino como miembro pleno de las Naciones Unidas”.
8. Volvió a poner en evidencia la desigualdad y el doble standard con el que se analizan los comportamientos de los países desarrollados frente al resto de las naciones, particularmente en el campo de las intervenciones militares: “No podemos permitir que este consejo sea sustituido, como viene ocurriendo, por coaliciones que se forman al margen del derecho internacional y fuera de su control. El uso de la fuerza sin autorización del Consejo es una clara ilegalidad y no puede seguir ganando aires de una opción aceptable”.
9. Criticó con dureza la falta de compromiso de los países centrales respecto del cumplimiento de los Objetivos del Milenio sobre Desarrollo Sustentable: “Esperamos que los países históricamente más responsables del cambio climático y más dotados de medios para enfrentarlo, cumplan con sus obligaciones frente a la comunidad internacional”.
10. El último tema de su discurso estuvo dirigido a plantear uno de los aspectos que más confrontan la visión latinoamericana con los EE.UU.: “Para finalizar, señor presidente, quiero referirme a un país hermano, querido por los latinoamericanos y los caribeños: Cuba... la cooperación con el modelo de Cuba es perjudicada por el embargo económico que hace décadas que golpea a su población. Ha llegado la hora de poner fin a este anacronismo, condenado por la inmensa mayoría de los países de las Naciones Unidas”.
Lo que llama la atención es que, a pesar de haber defendido las políticas económicas heterodoxas, criticado al FMI, justificado el “proteccionismo” y la integración latinoamericana, criticado la política norteamericana hacia Medio Oriente y en particular en el caso de Siria, haber puesto en cuestión el funcionamiento del Consejo de Seguridad de la ONU y, finalmente, haber defendido a Palestina y Cuba, los medios de comunicación dominantes de la Argentina destacaron positivamente el discurso de la Presidenta.
A esta altura del artículo, considero necesario aclarar a los lectores que estamos hablando de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff y no de nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
* Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado.
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