lunes, 30 de abril de 2012

PÚBLICAS Y PRIVADAS: CIERRES Y SUBSIDIOS






PÚBLICAS Y PRIVADAS: CIERRES Y SUBSIDIOS Escribí esto hace unas semanas desde mi lugar de director de una escuela privada de la Ciudad de Buenos Aires, en un contexto en el que creía y creo imperioso que hablemos sin vueltas, con sentido común y con sentido de lo común. Y también tomando riesgos; ¿o no es acaso que estamos expuestos por el hecho mismo de ser maestros, en un tiempo en que las escuelas no pueden decirse impermeables a las realidades que las circundan?; ¿o no es también que los argentinos estamos viviendo una época de profundos cambios? Dice con razón el sentido común, que hay escuelas públicas y escuelas privadas. Es engañoso, en cambio, sostener que las escuelas privadas son escuelas públicas de gestión privada. Porque para ser públicas no alcanza con que –entre otras formalidades- otorguen títulos oficiales, o se atengan al cumplimiento de una parte de los estatutos laborales de los docentes, o paguen salarios en base a pautas oficiales, o conmemoren algunas efemérides. Tampoco que promuevan campañas de caridad. No alcanza y volveré sobre esto. Hay escuelas públicas y escuelas privadas. Y hay muchas escuelas privadas subsidiadas por el Estado local, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en todas las otras jurisdicciones de nuestro país, sin que tampoco esto las convierta en escuelas públicas. Bien por el contrario: es la pretendida condición de ser públicas lo que les brinda argumento para recibir aportes estatales. Todo sentido común diría que es razonable que el Estado subvencione escuelas privadas sin fines de lucro y que atienden a poblaciones carenciadas en zonas en las que el Estado mismo no llega a cubrir sus obligaciones educativas. Pero, como es sabido, hay mucho subsidio otorgado en condiciones que son bien otras y esto no es de ahora. Puede leerse al respecto, aunque cabría actualizar datos y montos, la información que brinda la periodista Nora Veiras en Página 12 del 20 de octubre de 2008 baja el título Los únicos privilegiados son los niños (privados). También el colega Enrique Samar dio ejemplos de ello en su nota Ni un grado menos, publicada por el mismo diario el 9 de abril último. “Ni un grado menos”, es la consigna con la que docentes, padres y estudiantes se oponen –desde comienzos de este ciclo lectivo- al cierre de grados y divisiones que intenta el gobierno porteño. En su lucha alegan, con la razón que les otorgan los números y las políticas de los últimos años, que estos cierres, llamados fusiones, son un escalón más en una política tendiente a la privatización de la educación en la Ciudad. Por otra parte, lo dice también Samar en su nota, coadyuvan a esa política ciertos privilegios que tienen las escuelas privadas. Uno de ellos es el de formar equipos de trabajo, aunque nadie desde el sentido común diría que eso es malo. Lo que es malo, muy malo, es que las escuelas públicas no puedan hacerlo porque, entre otros factores mucho más complejos, hay ciertos aspectos del estatuto del docente que afectan esa posibilidad; si bien amparan justos derechos laborales individuales, no llegan a contemplar lo que es una necesidad pedagógica esencial: que cada escuela pública esté sostenida por un colectivo docente estable, coherente a su interior y decidido a, cito a Samar, “promover la solidaridad, la educación intercultural, la educación sexual integral, la formación en derechos humanos y ciudadanía (…) fortalecer la integración y reconstruir el tejido social”. Debo decir, para diferenciar posiciones en un tema ríspido, que cada vez que el actual gobierno de la Ciudad ha intentado abalanzarse sobre el estatuto y sobre las escuelas y su cotidianidad, lo ha hecho desde una perspectiva economicista y de control, la misma con la que hoy intenta el cierre de grados. En las escuelas públicas de nuestra Ciudad late de por sí el sentido de lo común, aunque ese latido viene sufriendo arritmias; algunas, las más perversas, por acción, omisión y desidia del gobierno local; otras –creo yo- por cierta desviación corporativa. Así y todo, insisto, late lo público en cada familia, en cada docente, en cada estudiante que las elige y las defiende. Y también en las distintas formas de lo gremial, que –aunque cabría preguntarse si hacen o no equipo en cada escuela- es lo que porta una parte de ese sentido de lo común. En los colegios privados, aun en los estéticamente progres, en cambio, parece latir de por sí el sentido del privilegio; y esto los puede sumar de hecho a la vereda privatizadora, tal como hoy se les señala desde el campo de la defensa de la educación pública. Pero no todo está perdido; tenemos otro lugar posible: también las escuelas privadas podemos alcanzar lo público si proyectamos el trabajo con nuestros estudiantes para que sean capaces y deseosos de militar en lo común, con una perspectiva ética, no dogmática, de preocupación activa por un proyecto colectivo de sociedad que incluya, que reduzca las brechas entre ricos y pobres, y que genere posibilidades de progreso, justicia y dignidad para todos. Claro que esto hoy -por sobre las elucubraciones que escribo- obliga a cada una de las escuelas privadas que tomen esta perspectiva, a rever con responsabilidad social si su realidad amerita o no un subsidio estatal, para luego obrar en consecuencia; y también, a manifestarse públicamente en rechazo a los cierres de grados y a todo otro avance privatizador en educación. Quiero subrayar esto último. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, está ejecutando en los hechos una lógica privatista, según la cual el Estado debería, por un lado, “aguantar” las escuelas públicas para los que no pueden ni pagar ni nada y, por otro, subsidiar la expansión del sector privado. Sepamos que ese despliegue privatista estatal, puede encontrarnos a los privados en el lugar de la claque de un Estado que se corre de ciertos espacios y funciones, a la espera de que esos espacios vacantes se nos conviertan en buenas oportunidades para los negocios o las doctrinas. ¿Cada cual atiende su juego?

Néstor Abramovich. Director del Colegio de la Ciudad

sábado, 28 de abril de 2012

Un periodista con rostro y alma



Por Osvaldo Bayer
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Cuando se comete una injusticia en forma solapada y con sorna en plena democracia uno siente haber entrado en una región vacía y plena de hipocresías. Lo que está ocurriendo con el periodista Herman Schiller ya entra en la región de las máximas hipocresías. Se hace sentir el poder omnímodo en una mezcla de sonriente desparpajo y del que da puntapiés sin mostrar la cara.
Un periodista de ley, Herman Schiller. Lo conocemos todos, desde hace años tenía una audición más que excelente, de periodismo abierto, franco, honesto y de un coraje a toda prueba. En Radio Ciudad. La radio de la ciudad de Buenos Aires. Se había convertido en la voz de los sin voz. Allí iban todos los sábados voceros de villas de extrema pobreza, representativos de barrios más que humildes, madres representantes de mujeres que enfrentan la vida en soledad, gente de mano abierta que se preocupa por los niños con hambre y sed de amor y de alegrías, periodistas preocupados por lograr más equilibrio en la dignidad de la ciudad. Sí, toda esa gente. Todos los que siempre han ayudado a vivir contra lo injusto y lo perverso del sistema. Los honestos representantes de los olvidados en una sociedad tumultuosa e incoherente. Herman Schiller les daba cabida a todos ellos en su audición Leña al fuego. Desde hace trece años. Y de pronto le cerraron la puerta. Macri y los suyos le pusieron llave al cerrojo y empezaron a hacerse los sordos, a mirar sonrientes para el cielo mientras la sequía mata a las flores.
Estamos en una ciudad increíble. Nuestra Capital de los argentinos. Sí. Señoras y señores, argentinos y argentinas: en marzo de este año, la Legislatura de Buenos Aires por unanimidad de sus sesenta diputados aprobó la declaración 20/2012 valorando de “interés cultural de la Ciudad” al programa radial de Schiller. Y el 12 de abril legisladores metropolitanos le hicieron notar “con suma preocupación” al director de esa radio, Baltasar Jaramillo, y a Carlos Ares, director de Proyectos Especiales del Sistema de Medios Públicos, que no habían respondido al acta de los representantes del pueblo que pedían la continuidad “del programa de mayor audiencia de la radio”. Hasta ahora no hubo respuesta y parece que Macri tampoco se enteró de nada. O se hizo. El silencio contra los profundos argumentos. ¿Eso es democracia? Un político inteligente dejaría el programa y lo escucharía para conocer los argumentos de los que él considera sus enemigos. Que no lo son, sino ciudadanos con los mismos derechos que tienen los dueños de los countries esos que ni siquiera escuchan ningún programa de la radio de la Ciudad. Siempre, para un gobernante es mejor escuchar las voces de críticos serios que las alabanzas de los aduladores. Mauricio Macri no le renovó el contrato a Schiller. Así de simple. Idioma argentino. Si al rey no le gusta, jodete. Jódase el oyente porteño y pase a escuchar al Chiche Gelblung en radio Mitre. Ahí te dicen boludo, pelotudo, calentona y no te vienen a hablar de que los niños de villa Curzito no tienen leche.
Herman Schiller. El ejemplo para todos nosotros periodistas. Durante la dictadura sacó a la calle Nueva Presencia, el periódico de la denuncia contra el crimen oficial. Allí apareció la palabra “de-saparecido” en todas las ediciones mientras los grandes diarios nos daban noticias de Miami o de la Costa Azul. Nueva Presencia fue la voz de los desaparecidos y de los desesperados familiares que golpeaban puertas de comisarías y cuarteles para saber dónde estaban sus queridos hijos. Qué páginas de puro coraje. Schiller preguntándole a los desaparecedores dónde estaban las víctimas en los años terribles. Fue uno de los primeros hombres que estuvo con las primeras Madres en esa Plaza de Mayo, lugar de nuestra Libertad, que se había convertido en el espejo negro del dolor y del crimen más abominable de la historia de esta tierra. Y después de Nueva Presencia, ya en democracia, Schiller fue uno de las primeras plumas del periódico Madres de Plaza de Mayo, al que prestó toda su fuerza y claridad. Toda una línea hasta desembocar con la palabra hablada, todos los sábados. La radio de la Ciudad llegaba en la hora de Schiller a todos los rincones: los sin luz ni pan podían expresarse, los desocupados podían hacerse oír, los delegados de fábrica a los que sus gordos dirigentes no escuchaban tenían con Schiller micrófono para expresarse con la amplitud que señalan las palabras Libertad, Libertad, Libertad de nuestro Himno.
Además, todo dicho con voz sabia, ni desesperada ni agitatoria. La tranquilidad y limpieza de la Verdad. Y de pronto Schiller encontró sólo el silencio ante su micrófono. No, el todopoderoso empresario Macri había apagado la luz. ¿Pero cómo, la radio no está para que la voz del pueblo de Buenos Aires se haga oír? ¿Acaso la democracia no se ha hecho para todos? Y justo el que elige el pueblo tiene que preocuparse de eso: que esa voz de todos se escuche y pueda llegar a sus representantes, porque según la Constitución nacional somos todos iguales y no nacidos para que unos vayan al “country” y los otros a un rancho sin agua. ¿No vivimos en las tierras de los hombres de aquel Mayo glorioso?
Mil voces se han levantado para acompañar a Schiller. ¿Pero qué responden Macri y todos sus representantes? Nada, el silencio. No comprenden que para ellos lo mejor es que hay que darle voz al pueblo para conocer sus problemas. Los de arriba, que nunca aparecen por los barrios pobres, podían conocer a través de Leña al fuego esos problemas que siempre han ignorado, repetimos. Los representantes inteligentes de los partidos conservadores europeos permiten esos modos de expresión de los humildes para estar informados y conocer dónde pueden estar los problemas fundamentales de una ciudadanía. Escuchan –algunos ponen el tono radial demasiado bajo, claro– que hay problemas y qué problemas, entonces por lo menos van y ponen una placa en una escuela o abren un comedor para niños hambrientos. Pero aquí, ni eso, le tapan la boca a los que sufren. Así, en Buenos Aires no hay problema ninguno, ni niños sin techo, ni gente sin trabajo y que por lo menos los domingos son manteros y venden lo que trabajan las manos de sus mujeres. Esperamos que la democracia actúe para volver a escuchar a Schiller, el hombre de la claridad.
De lo negativo pasemos a lo positivo, a lo verdaderamente democrático. Como ya se sabe, el Concejo Deliberante del partido y la ciudad de General Pinto, en la provincia de Buenos Aires, votó quitar el nombre del genocida Julio Argentino Roca de todas las localidades de ese partido. Fue por el voto de nueve representantes del Frente para la Victoria y tres en contra del macrismo y el radicalismo. El nuevo nombre aprobado, que llevará ahora esa calle, es Pueblos Originarios. La resolución fue plenamente democrática. Los concejales tuvieron en sus manos el libro del historiador Marcelo Valko, Pedagogía de la desmemoria, donde están todos los documentos del extremo racismo de Roca y el número de hombres de los pueblos originarios muertos por los remington del general genocida y el número de esclavos llevados por el ejército argentino (“indios”, “chinas” y “chinitos”, textualmente cómo los blancos llamaban con un racismo increíble a los pueblos originarios) a la ciudad de Buenos Aires para entregarlos como peones, sirvientas y mandaderos, respectivamente, a las familias porteñas que lo requirieran.
El intendente Alexis Guerrera y los funcionarios de Cultura Julio Galván y Carina Cariqueo tomaron con toda responsabilidad el estudio del proyecto y lo apoyaron. Y se aprobó. Lo lamentable es que ni el macrismo ni el radicalismo tuvieron en cuenta el respeto a la vida y existencia de los pueblos originarios que habitaron y habitan nuestro territorio desde hace siglos. Y que el texto de los documentos firmados por Roca tienen el mismo desprecio racial por ellos que los firmados por Hitler. Esto es ineludible y demostrable a carta cabal. Pero claro, los macristas representan a la gente “de bien” que pasaron a poseer la tierra quitada a los habitantes originarios y los radicales quieren encubrir los propios crímenes cometidos por Yrigoyen en la Semana Trágica, la Patagonia Rebelde y con los hacheros de La Forestal. Pero todo no es gratuito. La verdad histórica triunfa finalmente, así como la Etica triunfará finalmente en el caso de Herman Schiller. No tenemos duda.

pagina12

viernes, 27 de abril de 2012

Anulan el sobreseimiento de Macri en la causa que investiga el accionar de la ex UCEP


  VUELVEN A PROCESAR A MACRI




Los violentos hechos de la unidad de choque creada por Macri.




Macri había sido sobreseído por la jueza de instrucción María Fontbona de Pombo, pero según resolvió ahora la cámara, deberá seguir siendo investigado, informaron a Télam fuentes judiciales.

La decisión fue adoptada por los camaristas Luis Rimondi y Luis María Bunge Campos y Alfredo Barbarosch, que consideraron “prematura” la resolución de la jueza de sobreseer a Macri dado que “no quedan dudas acerca de la falta de responsabilidad” del jefe de gobierno.

La causa se originó en una denuncia por diecisiete operativos de desalojos de plazas, calles, bajos de autopistas u otros lugares públicos de personas en situación de calle que pernoctaban allí, realizados por agentes de la Unidad de Control del Espacio Público (UCEP) entre 2008 y 2009.

El grupo funcionada de 23 a 6 de la mañana y actuaba en función de un decreto del ejecutivo que definió a esas personas como “usurpadores”, a quiénes los agentes aplicaron maltratos, golpes, a amenazas físicas y verbales, y despojo de bienes.

Tras la filmación y difusión de algunos de esos operativos, que incluyeron un caso de abuso a una mujer, Macri disolvió la UCEP y corrió al responsable, el ministro de espacio público Juan Pablo Picardo.

“De la lectura de la resolución recurrida no surge ninguna motivación válida del sobreseimiento”, sostuvieron los camaristas en votos diferenciados aunque coincidentes.

El tribunal invalidó los descargos que presentaron los defensores del jefe de gobierno en la primera instancia judicial, en la que Macri desoyó tres citaciones del juez a presentarse personalmente a declarar.

Los jueces descalificaron en especial que “ninguna área habría advertido ilegalidad que escaparía a su responsabilidad penal las conductas supuestamente indebidas realizadas por los agentes (de la UCEP) que, apartándose de las acciones ordenadas legítimamente, resultasen abusivas o delictivas de sus funciones”.

“No resulta ni razonable ni lógico que el Sr. agente fiscal requiera su sobreseimiento por la totalidad del reproche (que expresamente “avaló”) sin fundamento alguno a este respecto”, objetaron en otro tramo los tres camaristas.

Finalmente, los camatistas concluyeron que “ambos actos procesales deben ser nulificados, por no respetar la debida motivación”.

TELAM

miércoles, 25 de abril de 2012

Un año sin gas en el Hospital Borda


El hospital de Salud Mental José Borda cumplió un año con problemas en el suministro de gas que afecta especialmente a los consultorios externos y a las salas de radiología, mientras que en la cocina recién en estos días el gobierno porteño reinstalaba la provisión.



El 20 de abril del año pasado la empresa concesionaria Metrogas cortó el suministro en el hospital de Salud Mental José Borda, al encontrar diversas pérdidas en las cañerías y tras numerosos pasos burocráticos se llegó a la conclusión que había que cambiar toda la cañería del gas del hospital.
"Esta es una situación grave, en el Borda el gobierno porteño está batiendo el récord de lentitud en las obras y no es más que una muestra de la política de vaciamiento que aplica Macri en los hospitales de salud mental para favorecer negocios inmobiliarios", dijo la diputada porteña Maria Naddeo, del Frente Progresista y Popular.
Luego de un año de esta situación el hospital carece de suministro en los consultorios externos y en las salas de radiología, mientras que en la cocina, ante una mayor utilización del gas al llegar los primeros fríos, "el gobierno de la ciudad instalaba el gas en estos días", aseguró Naddeo.
La legisladora, quien es integrante de la comisión de seguimiento del cumplimiento de la ley 448 de Salud Mental, destacó que "el gobierno porteño pretende construir en el terreno lindero el nuevo Centro Cívico por lo que se utiliza al predio del Borda como obrador y hubo demoliciones de parte de su estructura", aseguró la diputada.
Para Naddeo, esta acción obedece a una política de "vaciamiento del hospital" y aseguró que en enero de este año "se dictó una resolución que deriva a clínicas privadas a los pacientes de hospitales de salud mental monovalentes, pero se pudo frenar esta iniciativa en la Justicia"•
Precisó que el gobierno "no cumple con la ley 448 que lo obliga a construir casas de medio camino, residencias protegidas, mas hospitales de medio día y consultorios externos, atención domiciliaria, entre otras obras y, en cambio, los quiere derivar a clínicas privadas".
El Hospital Borda, fundado en 1865, atiende a 720 pacientes internados y a unos 3000 en consultorios externos.

domingo, 22 de abril de 2012

Mauricio Macri y la cuna de Antonia


ENRIQUE  MASLLORENS


Ahora, para darle visos de realidad al fantástico relato apocalíptico del PRO, el incompetente alcalde que vive de franco y de Franco, nos cuenta una melosa historia de melancolías y preocupaciones.



Si no sintiéramos que el personaje pretende tomarnos el pelo, apenas lo recordaríamos como un mal paso de comedia. Si no supiéramos que se trata precisamente del jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, olvidaríamos la supina estulticia, apenas terminada la patética declaración. Pero sabemos que es Mauricio Macri en sus mal memorizados libretos del titiritero Duran Barba, que se quedó en el tiempo de los primeros radioteatros de la década del ’40. No olvidamos la historia inventada e increíble de la última campaña electoral, cuando Macri, como un mal actor de película tartamuda o mal doblada, contaba repetidamente su encuentro con María que le relataba sus cuitas sobre la inseguridad y las de Cacho, su marido. El reino de la obviedad en el principado macrista. Los pobres se llaman Cacho y María certifica la simpleza y un nombre que se corresponde –según sus clichés– con una persona mayor.
Ahora, para darle visos de realidad al fantástico relato apocalíptico del PRO –que cada vez se parece más al de la desaforada Elisa Carrió–, el incompetente alcalde que vive de franco y de Franco, nos cuenta una melosa historia de melancolías y preocupaciones. Resulta que se desvela a las 5 de la mañana, recorre entre penumbras los vastos espacios de su residencia y se acerca a la cuna de su pequeña hija Antonia. Y piensa. He ahí el primer dato increíble: piensa. Y sintetiza y corporiza en su niña rica, el fatal destino de una niñez que por efectos de las políticas perversas y erróneas del gobierno nacional, está condenada al dolor, al no futuro. Algo que no sucedería si se aplicaran sus recetas neoliberales. Qué raro que su ecuatoriano asesor no le agregó música de violines de las que pasaban hace 30 años en los albergues transitorios, según me cuentan. Tal vez el sueño, o algo de acidez, o la mala memoria o la peor hipocresía, le impidieron conmoverse con los resultados de su gestión en educación, cerrando cursos, quitando viandas a pibes en situación de calle, dificultando la implementación de la educación sexual y beneficiando a la escuela privada para que los niños ricos no lloren de tristeza, en detrimento de la escuela pública. O del estado de los hospitales públicos bajo su égida. O de su no política de viviendas para poder arrasar la ciudad con negocios inmobiliarios privados, faraónicos y excluyentes. ¿Quién puede creer esta escena de Corín Tellado mal relatada por alguien que no parece tener más sensibilidad que una piedra? ¿Cómo creerle a quien dice y se desdice, que se encapricha con los subterráneos y luego se los quiere sacar de encima, mientras usa la tragedia ferroviaria de Once para buscar réditos electorales? ¿Cómo no indignarse luego de escucharlo profetizar un océano de desdichas para los argentinos luego de la histórica nacionalización de la gestión de YPF, apareciendo su verdadera cara de defensor de intereses antipopulares, y observarlo luego decir –cuando ve las encuestas de adhesión a la medida– que si él fuera gobierno no volvería a privatizar la petrolera. No, Macri, no. No nos tome por estúpidos, no juegue con nuestra paciencia. Dedíquese a trabajar, a hacerse cargo y cambie el libretista. O vaya a seguir asesorándose con sus amigos Aznar y Rajoy, que tanto hacen por los niños, por los estudiantes y los trabajadores.
Y en esta impronta macrista, caen sus funcionarios, legisladores y adulones. El ministro de Cultura de la ciudad, el empresario hotelero Hernán Lombardi le sirve como anillo al dedo. Dueño de un lenguaje superior al niño Mauricio –lo que es algo muy sencillo de conseguir– aprovecha el escenario de la inauguración de la Feria del Libro para pintar un paisaje de nuestra realidad, propio de Torquemada y la Inquisición. Según sus falsas diatribas, la Argentina se está encerrando a sí misma y sólo se podrá leer un solo discurso. Sin ningún dato que lo corrobore busca el aplauso fácil de los que odian cualquier defensa o promoción de lo argentino y arteramente concluye que es en detrimento de lo universal. Y lo expone quien entiende a la cultura como un bien de cambio, como un gancho o anzuelo para que vengan turistas, que promueve solamente lo que puede ser negocio o redituar imagen electoral. La pésima gestión de Lombardi es la versión cruda de lo que en tiempos de De la Rúa intentó Darío Lopérfido, el eventero. Maquillaje, megaeventos, glamour, figurones, todo lo necesario como para salir en Caras, Hola o Gente. Así como se niegan a los subterráneos, desdeñan e ignora lo que proviene del subsuelo de la Patria.
Pero le salió mal. Estaba también en esa mesa inaugural un gran ministro de Educación de la Nación. Alberto Sileoni, con precisión, coraje, templanza y paciencia, lo retrucó de manera contundente, con datos, con cifras, con lo irrefutable de la labor educativa y cultural de los gobiernos iniciados en mayo de 2003.
Alguien bien nacido y, como en mi caso, pronto a ser abuelo por primera vez, les desea sinceramente a todos los pibes inocentes el mejor futuro, una vida apacible y las mayores venturas. Todos y todas se lo merecen. Y va también para la pequeña Antonia Macri Awada. Pero usted, Mauricio Macri, cuando la vea dormir, correr, sonreír o jugar, tiene la obligación, por su cargo, de pensar en los que menos tienen, en los que necesitan techo digno, los que tienen frío en invierno y en aquellos que no tienen una cuna y tienen que dormir apiñados junto a sus hermanitos.
Pero esa es una tarea para un hombre de Estado y de alma sensible. Y usted, Macri, no es ninguna de esas dos cosas. 

TIEMPO ARGENTINO

jueves, 19 de abril de 2012

La enseñanza, la neurociencia y la mente


Diálogo con Cecilia Calero, doctora en biología, Facultad de Ciencias Exactas


Mientras que la habilidad de los seres humanos para aprender hace tiempo que es objeto de estudio de la neurociencia, una nueva línea de investigación propone a la enseñanza como una habilidad cognitiva específicamente humana.

Por Leonardo Moledo
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–Cuénteme qué hace en este departamento de... a ver... neurociencia integrativa.
–Yo me integré...
–Bueno, es un departamento de neurociencia integrativa...
–... a este laboratorio para empezar una nueva línea que está vacante en el área de las ciencias cognitivas y que tiene que ver con cómo los niños aprenden la capacidad de enseñar.
–Aprender a enseñar...
–Sí. Se trata de ver cómo es que los seres humanos nos convertimos en maestros.
–¿Cómo es eso?
–Desde hace mucho tiempo se está investigando cómo es que los humanos y los animales aprenden, tanto a nivel cognitivo como a nivel molecular. Pero el tema de la enseñanza está prácticamente vacante: hay muy poco trabajo hecho al respecto. Y enseñar, creo, es una de las cosas que nos diferencian a los seres humanos del resto de los animales.
–Pero los mamíferos superiores enseñan... Les enseñan a sus hijos cómo cazar, por ejemplo.
–Bueno. En realidad hay una definición estricta, técnica, de lo que significa “enseñar”. Enseñar enseñan muchos animales, pero en general lo que enseñan son conocimientos que van a ser imprescindibles para la vida cotidiana: comer, defenderse, a cazar... Los seres humanos, sin embargo, enseñamos cosas aparentemente irrelevantes, que no nos cambian nuestro nivel de adaptación al medio.
–Eso es mucho decir...
–Es mucho decir.
–¿A qué tipo de enseñanza se refiere? ¿A la que se imparte en los primeros momentos o a la que se imparte en la universidad?
–Es una buena pregunta. En los primeros momentos uno enseña cosas muy importantes, que es obvio que van a cambiar la capacidad de adaptación, pero uno sigue enseñando cosas a lo largo de la vida. Es un tema muy amplio el de la enseñanza, y lo que nosotros decidimos fue agarrar algo muy concreto y muy chiquitito para poder hacer una pregunta que tuviera algún sentido. Y esa pregunta podría ser: ¿es una habilidad natural de los seres humanos? ¿Es algo que uno aprende o viene con uno?
–¿Y?
–Bueno, en eso estamos. Lo que nosotros queremos ver es cómo aparece la habilidad cognitiva docente en los nenes chiquitos. De hecho, los experimentos son en nenes de entre 2 años y medio y 8 años.
–¿Y esos nenes enseñan?
–Sí. El experimento es simple. Ellos vienen, juegan conmigo a un juego que yo les enseño y después aparece un tercer participante (algún compañero de laboratorio), a quien el nene le tiene que enseñar.
–¿Cómo?
–Eso estamos viendo. Es muy distinto lo que significa enseñar para un nene chiquito y para una persona más grande. Tienen diferentes capacidades para abstraer, las reglas que se expresan son distintas...
–¿Y qué es lo que se observa?
–Nosotros tratamos de ver, por ejemplo, cuál es la capacidad verbal, qué nivel de abstracción utilizan cuando están explicando algo, si se refieren a cosas concretas (tamaños, colores, formas) o dan una explicación más elevada y hablan de cualidades de los objetos. Para que seamos más claros, contemos el experimento. Hay un peluche que “huele” dos flores de goma eva por separado. Una, arbitrariamente, lo hace estornudar y la otra no. Después pongo al peluche con las dos flores juntas y le pregunto al nene cuál es la flor que lo hizo estornudar, para ver si se acordó de cuál era.
–¿Y eso cómo se conecta con la neurociencia?
–Bueno, de alguna manera los nenes tienen que ir adquiriendo las habilidades cognitivas de enseñar. Tenemos que tratar de ver cuáles son esas habilidades cognitivas que van adquiriendo, y sobre eso no hay absolutamente nada estudiado. Por ahora, estamos en la parte comportamental: tratando de ver si, puestos en la situación, los niños pueden enseñar. Después vamos a ir a la parte funcional, a tratar de ver mediante imágenes qué parte del cerebro se activa.
–Cuando un gato enseña a cazar va, caza a los ratones y después hace como un simulacro de cazar al ratón “en vivo” adelante de sus gatitos. ¿Qué diferencia hay entre eso que hace el gato y lo que hace usted con los chicos y el experimento?
–Bueno, el gato le está enseñando un comportamiento más o menos estereotipado. Los patrones de comportamiento que se enseñan entre animales no humanos, como le decía, tienen que ver con cuestiones evolutivas más inmediatas.
–¿Y los animales domésticos no enseñan?
–La verdad es que lo que estuve leyendo son estudios en poblaciones salvajes. Una de las cosas en las que estamos basándonos, por ejemplo, son estudios de cosas que hacen las madres y los infantes cuando se están mirando y cuando la madre les está enseñando algo a los nenes. Queremos ver si eso se reproduce en la conducta de los chicos.
–¿Y cómo piensa que funciona eso? Porque usted me dice que todavía no hay nada. Pero lo que sí debe haber es una hipótesis...
–La hipótesis es que es una habilidad cognitiva que se desarrolla en los primeros años de vida y que es un indicador de cultura. Una de las cosas que se dicen habitualmente es que lo que nos hace seres humanos es la capacidad de enseñar como enseñamos nosotros.
–¿Pero la enseñanza no es una cosa evolutivamente positiva? ¿No es un comportamiento que podría ser como el del gato, aunque más complejo?
–Bueno, no se sabe. Si uno afina la discusión, es muy probable que concluya que si alguien es más inteligente también tiene más posibilidades de conseguir una pareja y dejar descendencia, en cuyo caso la enseñanza podría pensarse como algo adaptativo. Nosotros, igualmente, hacemos muy poco de evolución.
–¿Y la capacidad de enseñar es innata?
–Mmmm... hablar de “innato” es algo que uno debería evitar hacer, al menos en principio.
–¿Por qué? Yo tomo “innato” en el sentido de Chomsky, digamos, como algo que está dado previamente a mi nacimiento, en tanto que miembro de una especie. Por ejemplo: tenemos una habilidad innata para el lenguaje.
–Bueno, yo en principio no hablaría de algo innato. Hablaría de una habilidad natural que aparece.
–¿Que aparece o que ya tiene?
–Es que es muy difícil de determinar, porque no existen chicos “puros”: a todos les enseñaron algo sus papás, sus primos, sus maestros.
–¿Y cómo se puede diferenciar la conducta “innata” de una conducta aprendida? Por ahí vio enseñar y aprendió a enseñar viendo enseñar.
–Sí. Bueno, eso es lo que estamos estudiando. Porque de hecho no le enseñamos cualquier cosa. Nosotros nos basamos en unos trabajos en los que toda la parte del aprendizaje está muy estereotipada. Usamos el tema del aprendizaje casual: hacemos que el nene aprenda que un objeto tiene determinadas características (en nuestro caso, hacer estornudar), que esas características no se transmiten de uno a otro, sino que son privativas del objeto. En el juego, el nene tiene que asociar ciertas cualidades a un objeto y no al otro.
–Pero eso tiene un gran valor de supervivencia. No es tan distinto a ver qué animal es peligroso y qué animal no.
–Bueno, sí. Lo que pasa es que hay mucha literatura respecto de cuál es la cualidad distintiva que nos hace seres humanos. ¿Qué es lo que tenemos de distinto?
–¿Respecto de quién?
–A los animales menos evolucionados. Nuestra pregunta es: ¿qué pasa si lo que nos distingue es la capacidad de enseñar, en el sentido particular en que enseñamos nosotros los seres humanos?
–Es mucho decir. Además, no estoy muy convencido de que haya un “algo” que nos haga ser seres humanos, del mismo modo que no sabría decir qué es lo que hace cocodrilo a un cocodrilo.
–Sí...
–Porque también, muchas veces, se dice que lo privativo de nuestra especie es el lenguaje. Pero no tenemos muy en claro si los animales tienen lenguaje o no.
–Claro. Por eso yo quería ser muy clara cuando nos referíamos al tema de si los animales enseñan o no enseñan. Por eso hay que ser un poco técnico...
–Lo que pasa es que no termino de ver la diferencia entre la enseñanza humana y la animal.
–Transmisión de cultura...
–Como los memes de Dawkins. Pero hay animales que utilizan herramientas, por ejemplo, que es una forma de cultura.
–Protocultura.
–¿Proto?
–En lenguaje técnico, sí.
–Me parece que cuando usted habla de enseñanza parte de una distinción más radical que la que yo veo. Yo creo que no puede hacerse una distinción tan tajante.
–Hay un ejemplo interesante. Las suricatas (unos pequeños mamíferos carnívoros) les traen a las crías los alacranes, al principio, muertos; después vivos, pero sin la cola; después, directamente vivos. En ese sentido, uno puede pensar que las suricatas también están enseñando. La madre suricata hace eso con los alacranes temporalmente. Si una de las crías no aprendió, ella le trae igualmente el alacrán con la cola.
–¿Y qué teorías sobre la enseñanza hay?
–Hay, en grandes rasgos, dos líneas. Una dice que para enseñar, no importa la edad, tiene que existir teoría de la mente...
–Conciencia de sí.
–Conciencia de que lo que sabe uno es distinto de lo que sabe el resto. Cuando los nenes son muy chiquitos, consideran que el conocimiento es universal y por eso no mienten. Si se comen algo a escondidas, piensan que de alguna manera sus papás saben qué pasó. En algún momento los nenes empiezan a desarrollar teorías de la mente y se dan cuenta de que lo que saben ellos es distinto de lo que saben los otros. Los que proponen esta línea aseguran que esta conciencia del propio conocimiento es una condición de posibilidad de la enseñanza: si todos conocen lo mismo, ¿para qué vamos a enseñar?
–¿Y la segunda línea?
–La segunda propone que se puede prescindir de la teoría de la mente, que uno enseña de manera espontánea. Nosotros seguimos esa línea.

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miércoles, 18 de abril de 2012

EL "DESCARO" DE MACRI

Legisladora porteña de Nuevo Encuentro, Gabriela Cerrutti.


La legisladora porteña, Gabriela Cerruti dijo sobre la 


conferencia de prensa que brindó el jefe de gobierno 


porteño dio acerca del proyecto de expropiación de YPF


que "indigna escucharlo mentir".


Cerruti enfatizó en diálogo con Radio Del Plata que “indigna escucharlo mentir, al margen que uno entiende que la política que él tiene representan los mismos intereses de la derecha española, que representa Rajoy en España”


Y continuó “lo que más me irrita es la manera en la cual miente este hombre, por ejemplo cuando dice ´en los 90 cuando estaba en Boca´, y tengo clarísimo que era presidente de Socma, de Sideco, y que llevó adelante junto con el menemismo una cantidad de privatizaciones. Y tiene el caradurismo de decir ´yo estaba en Boca, y si hubiera estado en política hubiera estado en contra de la privatización de YPF´. Mentirle así a la opinión pública me parece un descaro increíble”.


Al ser consultada sobre cómo toman la decisión de cuándo salir a hablar, Cerruti dijo “está dispuesto solamente a hablar de aquellos temas que lo conviertan en un opositor nacional porque está construyendo su carrera presidencial” y “lo único que hacen es dedicarse a gestionar u opinar de temas nacionales”.


A su vez la legisladora Cerruti adelantó que Macri “la semana que viene se va de viaje de nuevo, a Armenia y Alemania. Ya lleva más de 320 días de vacaciones” y se preguntó “cuáles son los intereses que la ciudad de Buenos Aires tiene que ir a defender a esos países”.

DEFENDER INTERESES FORANEOS

lunes, 2 de abril de 2012

Los goles con la mano



Por Eduardo Aliverti
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Hablemos de ensaladas mediáticas. En rigor, una figura así conlleva la acepción de mescolanza. Hay de eso, pero después rige el sabor de un solo ingrediente.
El tratamiento de prensa, la última semana, acerca de la oferta gubernamental sobre subtes y colectivos junto con el nuevo rechazo de Macri merece uno de los sitiales destacados. No es novedad la protección periodística de que goza el jefe de Gobierno porteño, por parte de los órganos ya no tan hegemónicos. Igualmente, se sabe que no debe perderse la capacidad de asombro. Se intentó atribuir a consabidas manifestaciones piqueteras el aquelarre que fue la circulación de tránsito por el centro de Buenos Aires (tema de interés para los 40 millones de argentinos, según parece). Lo cierto es que el auténtico piquete consistió en los preparativos finales de una carrera automovilística, promovida por el gobierno macrista. La Nación tuvo, al menos, el recato de editorializar si los funcionarios de la ciudad autónoma se volvieron locos de remate, bien que sin caerle directo a la casi única figura imaginada para salir por la derecha cuando se pueda. Tampoco es novedoso que el periodismo militante de la oposición obvie, sistemáticamente, el estadio procesal de Macri. Pero hay que dejarse el espacio para la indignación, si no la sorpresa, cuando se lee cómo se las gastaron en el trato dado por la Legislatura al intento macrista de recibir el subte únicamente con obras y subsidios. El oficialismo porteño terminó apoyando dos pronunciamientos testimoniales de las huestes de Solanas. Uno adhiere al traspaso con recursos. Y el otro expresa ver “con agrado” que el Gobierno de la Ciudad retorne la tarifa del subte a la de antes del tarifazo de... Macri. Muy poco antes de eso, exactamente al revés de lo festejado por la/su bancada macrista, la vicejefa María Eugenia Vidal había dicho que retrotraer el costo del boleto es una decisión que le corresponde al gobierno nacional, y nunca al porteño. Una comedia imperdible, desopilante, que lejos de ser presentada como tal fue ofertada disimuladamente, no sea cosa de perjudicar a las tropas de Mauricio. Con iguales pretensiones, la propuesta presidencial de compartir con la Ciudad el subsidio a los colectivos, durante un año, obtuvo de título que Cristina deja a los colectivos sin subsidio. Y por ruta similar, o idéntica, de los funcionarios y legisladores nacionales que refirieron la honestidad de Boudou, se privilegió la cita de que las manos en el fuego no deben ser puestas a favor de nadie. En torno de esa máxima, se volvió a ensalzar las enseñanzas de Kirchner. Resulta que, para el periodismo independiente, el tipo a quien intentaron pulverizar porque era un desencajado, un desquicio anímico, un rencoroso generacional, un travestido ideológico, es ahora la quintaesencia del político que sabía negociar, el moderado, el custodio de no llevar los conflictos hasta las últimas consecuencias. Qué falta que hace Kirchner, se lee y escucha en las bocas de lobo de las usinas periodísticas del bando opositor. Cuánto que se lo necesitaría hoy para trazarle límites a la yegua que, post mortem, lo corre por izquierda. No tienen vergüenza. En la entrada de la columna de Eduardo van der Kooy, ayer, se traza la imagen de un Boudou abatido, en su despacho del Senado, repitiendo que “Cristina sabía todo. No sé por qué me han tirado los perros así” (“¿me han?”). Según el editorialista, sólo escucharon al vice algunos amigos suyos que no se pusieron de acuerdo, únicamente, en si se largó a llorar o apenas se tomó la cara (detalle sustantivo, como se comprenderá). En concreto, desde la intimidad de Boudou le contaron a Van der Kooy, con pelos y señales, una escena que muestra al vice completamente quebrado. Si algo ni siquiera es verosímil, no vale la pena detenerse en si acaso podría ser verdad.
Los controles oficiales en la importación de libros también dieron lugar a una manipulación sublime. El jueves pasado, en Clarín, el título principal de portada daba cuenta de un bloqueo aduanero total a los textos impresos en el extranjero. Pero el desarrollo de la noticia fue remitido con exclusividad a la página 39, en cuya nota no hay una sola mención de fuente propia con nombre y apellido excepto por dos que al cabo mueven a risa porque, justamente, contradicen el sentido que el diario da a la información. El presidente de la Cámara Argentina de Publicaciones, Héctor Di Marco, afirma que tomarán contacto con las autoridades porque “por ahora, sólo tenemos suposiciones” (sobre la medida de la Aduana). Sin embargo, según el mismo directivo y siempre en la misma nota, el supuesto es que, simplemente, se trataba de “verificar todos los contenidos de los containers, para ver si se ajustan a las declaraciones”. La mención nominada restante corresponde a Isaac Rubinzal, presidente de la Cámara Argentina del Libro, quien no sólo ya había negado que hubiera libros interdictos sino que, respecto de las entregas, sostiene que “no es un volumen significativo, son monedas”. Lo demás es “cuenta un editor”; “cuentan”; “explican los editores”; “decía” el director de la filial argentina de una editorial multinacional; “un” editor “se burló” de que sólo quieran controlar la tinta con plomo; “confiaban” desde una editorial. El mismo jueves, en Página/12, el artículo de Javier Lewkowicz abundaba en fuentes abiertas allí donde Clarín consigue solamente off the record. Que un diario tenga simpatía con el oficialismo y el otro esté en guerra declarada no guarda relación alguna con la calidad profesional respecto de las fuentes empleadas y el uso de potenciales. Para la nota de Lewkowicz opinaron sin problemas desde el Grupo Santillana, más Carlos Artigas, gerente de importaciones de Editorial Atlántida, y Juan Carlos Manoukian, director de Ediciones Circus. Todos –incluyendo a Di Marco y Rubinzal, nada menos que los responsables máximos de las dos cámaras representantes de los editores del país– coincidieron en descartar, con aportes numéricos y conceptuales, el tremendismo que Clarín, y otros medios y periodistas, imprimieron a un hecho por el cual quiso esparcirse algo así como que la Argentina se queda intelectualmente aislada del mundo. ¿Tanto les hace falta inventar o manipular de esta manera? Tomar noticias a partir del procedimiento mediático que sufren no debería ser un ejercicio habitual. Pero continúa siendo imprescindible, porque es a partir de allí como se entienden mejor las noticias propiamente dichas.
Como suele decirse, y ya supimos apuntar en esta columna, a propósito de una de las formas en que cabe medir la diferencia de categoría periodística entre un profesional y un aficionado, los goles se pueden meter con el pie, la cabeza, el pecho, la espalda, el culo. Pero nunca con las manos. Y lo que está ocurriendo en el periodismo argentino, ante todo por la realidad indesmentible de que algunas corporaciones de prensa y aledaños ocupan el sitio de la oposición partidaria, parlamentaria, institucional, es que aumentan los ilícitos. No digamos legitimidad: podríamos hacerlo si cada quien reconociera abiertamente el lugar desde donde dice, informa, juzga, titula, entona, gesticula. No es el caso. El periodismo al que se denuesta como “militante”, si es por eso, acaba por ser infinitamente más auténtico que el salvajismo de la oposición periodística autoinvestida con su lucha por la libertad de prensa. Que vaya si la tienen. Y de profesionalismo, que vaya si les falta. De por sí, vender como existente la objetividad es una estafa. Si además pretende revestírsela de independencia analítica en medio de una guerra de intereses como se vio pocas veces o ninguna, estamos frente a un fraude escandaloso.
Que se haga cargo cada quien dispuesto a aceptarlo, en su lectura de la realidad.

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