viernes, 28 de junio de 2013

Claudio Espector, creador de las orquestas infantiles porteñas




"Los pibes en una orquesta se apropian de la escuela"


El maestro de música denuncia que en la Ciudad hay más de 400 instrumentos en desuso.


BOYANOVSKY
BAZAN
El reconocimiento al maestro de música, director y concertista Claudio Espector llega como un espaldarazo clave, en momentos en que el programa de Orquestas Infantiles de la Ciudad de Buenos Aires, que coordina y que alcanza a 1800 chicos de nivel escolar, sufre recortes presupuestarios y problemas estructurales. La Legislatura porteña lo declarará hoy, a las 15, Personalidad Destacada de la Cultura. En un punto, el galardón lo incomoda, dice, porque está "muy centrado en lo individual y uno siempre ha trabajado en equipos".

–Parece contradictorio recibir un reconocimiento con las dificultades que vive el programa...
–Parecería, aunque es cierto que la mayoría de los legisladores que lo firmaron no son precisamente del oficialismo, pero también lo hicieron (del PRO). Por otro lado, qué bueno que uno está viviendo en una democracia y, aunque sea, uno de los poderes de la Ciudad reconoce la tarea, porque el otro lamentablemente lo está ignorando, tratando de hacer cosas que tienden a perjudicar el desarrollo de un programa que es muy reconocido y tiene logros muy importantes y también dio lugar a que en el país se generaran otros proyectos. Hace cuatro años, desde el Ministerio de Educación de la Nación también se desarrolla un programa en el que se han creado más de 100 orquestas (alcanza a 15 mil alumnos).
–¿Con la misma dinámica?
–Sí, sí, trabajando en los sectores más desprotegidos, con eje en las escuelas. Una escuela que tiene un coro o una orquesta, es una escuela mejor.
–Se puede creer, en este mundo materialista, que llevar esa práctica a sectores con carencias importantes, no es prioritario. ¿Cuál es tu experiencia?
–Cotidianamente la experiencia nos dice otra cosa. De los pueblitos con menor población y dificultades en los recursos humanos, yo recibo una verificación de las hipótesis de que un modelo musical colectivo es muy favorecedor para la cotidianeidad de los pibes como para su escolaridad. Además no es como algunos creen, que si los pibes no estuviesen en una orquesta estarían en una esquina drogándose. Eso es tener una imagen pésima de lo que son los jóvenes y estigmatiza a los sectores de menores recursos. Tampoco nos tienen que agradecer, necesitamos esto porque los pibes tienen que ejercer su derecho a la educación.
–¿Cuál es el impacto directo en el plano social e inclusivo?
–Uno es que muchos pibes han decidido ser músicos, aunque no es nuestra prioridad. Después, es muy difícil que los pibes que están en una orquesta dejen la escuela.
–¿Por qué?
–Porque se apropian de la escuela de otra manera, están constantemente tocando para sus compañeros. Las sedes de las orquestas reciben pibes de diferentes escuelas. Al compartir un espacio orquestal las pujas que siempre hay entre escuelas se terminaron. Otra es que este trabajo rompe con la cuestión del talento. Nosotros no salimos por los barrios a buscar pibes a los que el soplo divino se ha posado sobre ellos. Trabajamos con pibes que tienen una disposición, mayor o menor, que no tienen un desarrollo importante y en un momento hacen un clic y lo tienen. Pero eso no es óbice para que el pibe esté o no.
–-¿Cómo llegás de formarte en el conservatorio nacional, continuar en Moscú, dar conciertos por todo el mundo, a armar este programa que te vincula más con la militancia social?
–Nosotros creemos que la música, ejercida colectivamente, es un objetivo en sí mismo, uno de los más importantes que tiene la música, aunque hay una cierta tradición desde las estructuras de los conservatorios, que tocar en una orquesta es el costo de no haber sido una luz, por ende el solista. Y después, yo creo que la música es algo que nos hace mejores a los seres humanos. Nos vincula en una forma específica. Por eso creo que no hay contradicción entre la música y la tarea social, a veces no alcanza el tiempo, nada más.
–¿Cómo nació el programa?
–En 1998, la Secretaría de Educación de la Ciudad armó un programa que se llamaba Zonas de Acción Prioritaria, que eran distintos proyectos, de salud, ambientales, de construcción de viviendas y uno que tendía a evitar la repitencia en los primeros años. Ahí fuimos convocados para desarrollar este programa que se llamó, y se sigue llamando, de Orquestas Infantiles y Juveniles. Cada gestión y jefe de Gobierno siempre ha estado con nosotros, e increíblemente –o no– desde hace un año y medio tenemos serios problemas en la Ciudad.
–¿Cuáles son?
–Los más concretos son los subsidios para el arreglo de instrumentos, que no los tenemos más. Hay más de 400 instrumentos que no podemos utilizar por falta de accesorios o falta de arreglo. Después de un año y medio ahora dicen que contratan a un lutier. Hubo problemas con las viandas para los chicos. Después de jornadas muy intensa de cuatro horas, los pibes tienen derecho a un refrigerio. Tenemos problemas con compañeros precarizados, que no han logrado la estabilidad laboral, cuando lo indica una ley. Estoy pidiendo reuniones y no me las dan. Sería bueno que el ministro (de Educación, Esteban Bullrich), o la subsecretaria (de Gestión y Administración Financiera, Soledad Acuña) nos reciban.
–¿Qué experiencias extraordinarias generó este programa?
–En 2012 diez chicos viajaron en un intercambio a Berlín y con mucha dificultad, desde el gobierno de la ciudad, se financiaron dos pasajes para profesores y el resto fue gracias al apoyo de la gente que conoce el proyecto y los padres. Tres de los chicos que fueron ganaron premios para participar en un concierto en el Carneghie Hall de Nueva York, junto con pibes de Rusia, Estados Unidos, Alemania y otros. Muy sobre los días de la partida, el Ministerio de Educación de la Ciudad aceptó pagar los viajes de los tres chicos y, lamentablemente, a mí no me lo pagaron (risas).
–¿Pero fuiste igual?
–Sí, claro. «

TIEMPO ARGENTINO

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