martes, 4 de junio de 2013

La comparación con lo incomparable . Sobre el editorial de La Nación que relacionó a la Argentina actual con el ascenso de Hitler en Alemania

¿Qué haría usted para que no suceda un Auschwitz en Argentina?

Por Daniel Filmus *
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El editorial del diario La Nación del pasado 27 de mayo, en el cual se pretende trazar “paralelismos” entre el surgimiento del Tercer Reich y la actual situación nacional, no hace otra cosa que mostrar la desesperación de los sectores que durante décadas monopolizaron todas las fuentes de poder en la Argentina y hoy ven amenazados sus privilegios. En su afán por descalificar totalmente el proceso que se inició en 2003, intentan sin éxito asimilar entre sí procesos que los mismos que escriben el artículo saben que no tienen ningún punto en común. También, al banalizar el horror, ofenden profundamente la memoria de los muertos en la Segunda Guerra Mundial, las víctimas y sobrevivientes del Holocausto y las comunidades que, como la judía, fueron exterminadas en los campos de concentración nazis. Por ello mereció el repudio de la DAIA, de las organizaciones de derechos humanos y de los propios trabajadores del diario.
¿Cuál es el objetivo de un editorial de estas características? ¿Es que efectivamente quien escribió la nota cree que el actual gobierno se propone aplicar algunas de las medidas que llevó adelante Adolf Hitler en el año 1933? Para no dejar lugar a dudas, en el propio texto en cuestión se mencionan algunas de estas acciones: suspensión de las libertades individuales, de expresión y reunión; autorización al Estado para allanar domicilios, detener y confiscar bienes privados; prohibición del socialismo y el comunismo; quema de libros; expulsión de jueces, abogados y profesores judíos; control del sindicalismo y todas las formas de comunicación; persecución y envío a campos de concentración a dirigentes opositores y la creación de “tribunales del pueblo” para imponer el terror. Como todos sabemos, este proceso continuó con la invasión alemana a toda Europa, con la muerte de más de 20 millones de personas en la guerra y el exterminio de más de seis millones de judíos en los campos de concentración.
A partir de plantear un falso “paralelismo” y de convocar a “tomar conciencia de que es imposible prever cómo puede terminar” el actual proceso de nuestro país (es decir, podría culminar en el horror de un nuevo Holocausto, por ejemplo), el objetivo central del editorial es confrontar a sus lectores con el siguiente dilema: ¿qué sería capaz de hacer usted para evitar el riesgo de que Argentina caiga en el nazismo? ¿Qué debiera hacer la sociedad argentina frente a un gobierno que “distorsiona los valores esenciales de la República” y puede llevarnos a repetir la peor experiencia de la historia de la humanidad? Este es el objetivo principal del artículo: comenzar a introducir la idea de que todo accionar es válido si impide que una actualizada versión nativa de los nazis se apodere totalmente del poder en la Argentina. Cualquier mecanismo (aunque sea antidemocrático y destituyente) es legítimo para evitar el horror mayor. Por el contrario, como señala el editorial, no hacer nada contra este gobierno implica entregarnos a “las terribles consecuencias que la cobardía o conveniencia de los dirigentes y el temor o desinterés de la población pueden provocar...”, al permitir que el actual proceso político continúe. No es una convocatoria ingenua. Como afirmó muy bien el filósofo alemán Theodor Adorno, la principal enseñanza que nos deja la Shoáh es que es imprescindible impulsar cualquier camino que elija la humanidad si el objetivo es que Auschwitz no se repita. Por ello, asimilar el actual gobierno argentino al de Hitler es hacer una apelación a ponerle fin por cualquier medio.
Un editorial de estas características, publicado en uno de los principales diarios del país, es un hecho gravísimo. Nuestra historia da cuenta de que a partir de argumentos similares a los que allí están expuestos se llevaron a cabo los golpes que dieron lugar a bombardeos, asesinatos, secuestros, torturas y todo tipo de crímenes llevados adelante desde el Estado. Quienes promovieron y condujeron estas dictaduras, sí controlaron totalmente a la prensa, crearon campos de concentración y exterminio, quemaron y prohibieron libros, se ensañaron particularmente con los detenidos judíos, mandaron a nuestros jóvenes a la muerte en una guerra innecesaria, promovieron la literatura nazi-fascista y hasta estuvieron a punto de confrontar militarmente con pueblos hermanos.
Paradójicamente, la llegada de quienes aplicaron métodos nazis desde el poder en la Argentina siempre estuvo estimulada y posteriormente sostenida por los sectores que hoy nos “previenen” del autoritarismo. No es casualidad que hoy continúen reclamando el indulto para quienes cometieron crímenes de lesa humanidad como el asesinato, la tortura y secuestro de niños en la última dictadura militar. Quienes nos alertan sobre un nuevo “1933” son los que propiciaron en nuestro país los 1930, 1955, 1966 y 1976.
Afortunadamente, el pueblo argentino ha aprendido de su dolorosa historia y hace treinta años viene abrazando la causa de la democracia. Ha verificado que la política es la herramienta que tenemos para dirimir cuál es el mejor camino para alcanzar la dignidad y el bienestar de todos los argentinos; que la militancia juvenil y solidaria es una conquista de esta democracia y no puede ser confundida con “las juventudes hitlerianas”. Nuestra gente sabe que las instituciones democráticas tienen los mecanismos para que todos puedan expresarse y que la voluntad del pueblo en las urnas jamás debe ser reemplazada por los intereses de las corporaciones del privilegio. También sabe desde hace diez años que la democracia ha abierto un camino soberano, donde el crecimiento y la industrialización del país van acompañados de una distribución más justa de la riqueza, y está dispuesto a defenderlo.
* Senador nacional (FpV), ex ministro de Educación.
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