“Ningún libro te hace homosexual o lesbiana”
Este miércoles marcharon por la capital puntana defendiendo a Romina García Hermelo, suspendida por 90 días por debatir con sus alumnos un libro con un personaje homosexual. Los chicos recibieron bien la discusión en un colegio sin educación sexual y con prejuicios evidentes.
Por Mariana Carbajal
“Se ve que los padres no entendieron la trama del libro. A mí me pareció muy buena porque nos permitió hablar con nuestros padres de temas tabú como los diferentes tipos de sexualidad”, opinó Elizabeth Weber, de 16 años. Elizabeth fue alumna en 2012, en cuarto año, de la profesora de Lengua y Literatura Romina García Hermelo, de la Escuela de Bellas Artes Nicolás Antonio de San Luis, de la capital puntana. En ese curso la docente también promovió la lectura del libro Hay una chica en mi sopa, por la que el Ministerio de Educación de la provincia la acaba de sancionar severamente, con una suspensión por 90 días, luego de que un grupo de padres y madres calificara al libro de “pornográfico” y “obsceno”. Elizabeth fue una de las estudiantes que participaron de la sentada que se realizó en la esquina del colegio el miércoles, organizada por alumnos del secundario, en defensa de la profesora y para reclamar “educación sexual completa” en las aulas. Página/12 conversó con ella y otros ex alumnos de García Hermelo sobre el contenido del texto y la persecución a la profesora.
García Hermelo enfrenta además una denuncia en la Justicia promovida por la madre de una de sus alumnas de 4 año C, que a la vez es profesora de Lengua y Literatura en el mismo colegio y devota de la Iglesia Universal del Reino de Dios, uno de los grupos pentecostales que militaron con más fervor y virulencia contra la sanción de la ley de matrimonio igualitario. La profesora sancionada explicó que al promover la lectura de Hay una chica en mi sopa, de una escritora peruana, buscó “cumplir con el abordaje transversal que plantea la ley de Educación Sexual Integral”. “Desde la Literatura, la propuesta claramente es acercar lecturas a los chicos y chicas, en un marco de contención y apoyo, en este caso del docente, para que puedan reflexionar en torno de su sexualidad”, aclaró. El libro, “en líneas generales narra la vida de una adolescente que se enamora –al punto de obsesionarse– de su profesora y relata ciertas incertidumbres en su vida en general y en su sexualidad en particular”, describió la docente, que también dicta la materia Etica Profesional, en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de San Luis, para las carreras de licenciatura en Periodismo y en Comunicación Social.–¿Qué dijeron tus padres sobre el libro? –preguntó este diario a Elizabeth.
–Les pareció rebién que una profesora se jugara y pudiera dar esa lectura.
Elizabeth señaló que la protagonista del libro “no llega a tener relaciones con la profesora. Al final, la chica sigue con su vida”. “La idea que transmite es que el hecho de que una mujer sea lesbiana no la convierte en alienígena”, destacó la adolescente. “En la escuela –agregó– no tenemos educación sexual. Una vez tuvimos hace dos años una clase, porque la pedimos nosotros para hablar de métodos anticonceptivos y el aparato reproductor femenino y masculino.”
“El libro no es obsceno ni pornográfico. Lo único que hace es explicar diferentes tipos de sexualidades. La escuela se está cayendo abajo y nadie dice nada de eso. Pero se quejan de este libro. Ningún libro te hace homosexual o lesbiana. A los chicos que entendieron eso, la profesora les explicó que la idea era poder hablar del tema”, señaló la adolescente. También apuntó que el texto “habla de la marihuana pero no hace apología, no te incita a drogarte. Nada más dice que la profesora fuma”. Elizabeth no entiende por qué el libro generó tanto revuelo. “En el aula de 4ºC –donde surgieron las protestas– hay chicos de 14 y 15 años que ya han tenido relaciones sexuales, incluso hay una alumna que ya es mamá”, indicó.
Nehuén Perrantes tiene 17 años. También fue alumno de García Hermelo el año pasado y el miércoles estuvo en la sentada. “El libro me pareció bueno. Enseña que a las mujeres hay que respetarlas. En una parte, la protagonista se da cuenta de que el novio la toquetea cuando está dormida. Y ella se siente muy mal por eso. Yo ya sabía que a las chicas no les gusta, pero sirvió para que otros chicos también se dieran cuenta. Cuando aparece una alumna que consume cocaína, el libro plantea que hay que ayudarla. Es evidente que sacaron de contexto las frases del libro. Sería como pretender prohibir al Señor de los Anillos porque Gandlf fuma pipa o a Harry Potter porque es muy fantasioso. Estamos como durante la última dictadura militar cuando se quemaban libros”, observó Nehuén. La reacción en contra de la lectura de Hay una chica en mi sopa es, a su entender, “una homofobia maquillada”.
Georgina Presello, de 19 años, otra alumna de quinto año del Bellas Artes, contó que a partir de esa lectura el año pasado en el curso de Lengua y Literatura “se armó un debate relindo” para hablar de distintas temáticas. “Los chicos se animaron a hablar de enfermedades venéreas, de homosexualidad, de métodos anticonceptivos”, detalló.
–¿Te daba vergüenza leer el libro? –preguntó Página/12.
–No. No lo leíamos en voz alta.
–¿Pensás que es una lectura adecuada para cuarto año?
–Sí, claro. No es pornografía, como dijeron algunas madres. Tiene una trama.
Sofía Zapiola, de 16 años, otra de las organizadoras de la movilización, indicó que “el libro me gustó bastante”. “Habla de cosas muy reales. No te muestra todo de rosa. Te deja varias enseñanzas, por ejemplo, que la mujer no es un objeto, y que no está bueno consumir drogas.”
–¿Tus papás se horrorizaron por el libro?
–No, para nada. No les pareció que era para hacer tanto escándalo. Si bien hay algunas partes más gráficas, cuando habla de sexo, en otros libros se encuentra lo mismo. No estoy de acuerdo con lo que le hicieron a la profesora. Ella siempre nos incitaba a luchar por nuestros derechos. Incluso, nos dio la posibilidad de evaluarla, al final del curso, en forma anónima, por si alguno quería poner una opinión negativa, para no tener miedo. Eso está muy bueno porque ningún profesor te pide que lo evalúes –subrayó. Para Sofía, el caso refleja “mucha censura” y que “no todo el mundo tiene la mente abierta para hablar de la homosexualidad”. También dijo que varias alumnas de las que se quejaron de la lectura “en realidad no querían leer nada y por eso hicieron el lío con este libro” y otros actuaron “por homofobia”.
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