sábado, 2 de marzo de 2013


Entre trenes y árboles

La línea A, supuestamente a reabrir este viernes, y la tala en la Nueve de Julio generan planteos y resoluciones de la Defensoría porteña.

Por Sergio Kiernan
Como la incompetencia y la cosmética urbana son las características más claras del gobierno de Mauricio Macri, no extraña su constante quiebre de leyes, reglamentos y costumbres. No es casual que las dos causas penales por incumplimiento de los deberes públicos presentadas este febrero contra ocho funcionarios porteños –como se relató en m2 del sábado 23– no se concentraran en probar que hicieron algo erróneo sino en documentar que no hicieron nada correcto. Es la famosa marca en el orillo, la fiaca, la confusión, la indiferencia a la ley hasta cuando se les pide por escrito y desde la función pública que la cumplan.
Con lo que los vecinos de esta ciudad tan maltratada no se hacen mayores ilusiones sobre el plazo en que debería volver a correr el subte A, cuya reapertura se supone será el viernes, con los vagones con aire acondicionado que tanto elogió Clarín, el único medio que todavía apoya abiertamente a Macri. Uno de los misterios es cómo van a hacer para que la línea funcione al menos como antes, porque hay bastantes trenes menos que antes. Las Brujas serían viejas, pero alcanzaban para mantener una cierta frecuencia, que no era ningún record pero alcanzaba. Como la flota de vagones chinos se compró como refuerzo para la B y no como parque de reemplazo de la A –eso fue un capricho macrista– ahora faltan trenes.
Los delegados de Metrovías y Sbase hicieron las cuentas y avisaron que antes había 18 trenes –“formaciones” en su jerga– y ahora habrá apenas once. Con lo que surge la opción de que cierren estaciones para que los trenes hagan menos paradas y puedan cubrir el recorrido más rápido, compensando. El cálculo es que habría que esperar un promedio de seis minutos y medio entre tren y tren, garantía de viajar parado a cualquier horario, a menos que clausuren efectivamente Piedras, Pasco, Alberti, Puan y Carabobo, y se olviden de estirar el recorrido habilitando las estaciones que ya están listas, pero no se usaron, como la de la Plaza Flores.
En Sbase avisaron que no van a cerrar ninguna estación y prometieron que la frecuencia no se va a estirar “demasiado” porque los trenes nuevos son más rápidos y aceleran en menos tiempo. Buen argumento, excepto que la diferencia entre 18 y 11 es mucha, en porcentaje, y difícilmente se pueda acelerar tanto sin que los pasajeros se caigan. Con lo que nos queda un “demasiado” de lo más ambiguo.
La Defensoría del Pueblo porteño, que capitanea Alicia Pierini, tampoco se queda tranquila con estas ambigüedades, con lo que en estos días le está llegando a esa persona increíble que es el subsecretario de Transporte porteño, Guillermo Dietrich, una resolución. El ombudsman adjunto Gerardo Gómez Coronado presentó un argumento tajante: no existe en esta ciudad ningún plan de emergencia para los problemas del transporte. Literalmente. Si hay un derrumbe, un accidente, una inundación, un terremoto o un ataque alienígena, Buenos Aires se cierra y listo.
Lo que le pide Gómez Coronado a Dietrich es mucho más específico: que prepare un Plan de Contingencia para proveer servicios alternativos a quienes viajen en la línea A. La razón es que “dicha línea reanudará su servicio con menos coches de los necesarios para su correcto funcionamiento”. Como siempre, Gómez Coronado recomienda una solución: que se refuerce la línea E para atender a los que puedan tomarla como alternativa a una línea en colapso. Dietrich tiene un mes calendario para contestar.
Es el triple de lo que tiene su colega de gabinete, el todavía más increíble Juan Pablo Piccardo, presidente de Sbase, la empresa de subtes. Piccardo es el que le dijo, muy suelto de cuerpo, al juez del amparo que sí sabía que la estación de Recoleta del subte H estaba en la Plaza Intendente Alvear y no en la Plaza Francia, como decía la ley, pero que era lo mismo “porque todos le dicen Plaza Francia a ésta”... En la habitual niebla con que se mueven los macristas, Piccardo mandó a tapar el pozo que hizo en la Alvear y anunció que algún paisajista restauraría el diseño de Thays. Pero no dijo ni dónde ni cuándo hará la estación, y no le comunicó nada a nadie oficialmente.
Con lo que Gómez Coronado le envió este miércoles una breve nota pidiéndole que le comunique por escrito si la suspensión de las obras en la Plaza Alvear es definitiva y además, que “tenga a bien informar” dónde va a poner la estación y cuándo lo haría. Piccardo tiene diez días para responder y el adjunto de Pierini hasta le recuerda que el plazo corre por “el artículo 17 de la ley 3”.
¿Contestará Piccardo? ¿Tendrá en cuenta que por no contestar notas oficiales sus colegas en la función están procesados penalmente?

Más de Dietrich

La obra más cuestionada del subsecretario de Transporte es, por supuesto, el Metrobus de la Nueve de Julio, que está generando una hecatombe ecológica y nos va a dejar un superbodrio urbano. El nivel de oposición es tal, que desde el gabinete de la Ciudad filtraron que era una idea de Macri a la que todos se opusieron. La versión es interesante porque puede ser cierta, lo que dejaría al permanente candidato a presidente en una muy falsa escuadra; y es más interesante todavía porque podría ser falsa, con lo que sus propios funcionarios más cercanos se están despegando del tema y echándole la culpa.
Como sea, con los amparos que van y vienen, y que ya detuvieron la tala en cámara lenta del arbolado en las plazoletas, están apareciendo papeles que muestran un poco cómo se cubren entre sí estos funcionarios. Resulta que a meses de empezar el destrozo, Dietrich le pidió a la Dirección General de Interpretación Urbanística, que dirige Antonio Ledesma, un dictamen sobre el impacto en el patrimonio de la avenida. Esto equivale a pedirle a Macri un parecer sobre la construcción de torres o al Coronel Cañones uno sobre la legalidad de los golpes militares, pero en fin...
Ledesma recibe de sus subordinados el Dictamen 3444, con fecha del 10 de septiembre de 2012, que despacha en exactamente dos párrafos, uno de siete línea y otro de ocho, una cuestión que podría insumir libros. El primer párrafo anuncia que la Avenida de Mayo es un Ambito Consolidado y protegido, pero que no hay que preocuparse: “Las obras propuestas no afectan los valores patrimoniales del eje”. El segundo párrafo dice lo mismo sobre la Plaza de la República, aunque advierte que el monumento tiene protección integral, con lo que “se recomienda el especial cuidado de la pieza”. Y nada más.
Ledesma, que es el fantasma que dirige el CAAP pero nunca, nunca va a una sesión, le gira todo a Dietrich el 13 de septiembre, con su firma electrónica (cuántas cosas que le hacen firmar a este funcionario). A todo esto, en la cuestión del Obelisco sigue faltando la Comisión Nacional de Museos y Monumentos y Lugares Históricos, que al parecer no tiene nada pero nada que decir sobre ese monumento histórica nacional.
El defensor adjunto Gómez Coronado le preparó otra resolución a Dietrich, en la que le recuerda que existe una Ley de Arbolado Público. Le da 30 días para que devuelva a su lugar los árboles removidos y prepare un plan alternativo para minimizar el impacto en la vegetación de la avenida. Hace bien el funcionario, porque ya está refrescando y dentro de poco comenzará la temporada óptima para podas y transplantes, que se llama otoño y es eso que va entre el verano y el invierno.
Y todo esto porque al macrismo se le ocurrió que arrasando la Nueve de Julio puede ganar las legislativas de este año. Por alguna razón, esa obra tan flojona de la avenida Juan B. Justo les pareció repetible, ganadora, un as en la manga. Eso es no pensar, porque quien se siente a contemplar el Metrobus que ya existe notará que la frecuencia de colectivos es muy baja, que los aleros que funcionan de “estaciones” tienen gente esperando hasta en los horarios más a contramano y que obviamente algo falló. Y es que se gastaron millones en hacer lo que se ve, los andenes con alerito y los mojones, pero no en lo que hace que funcione, un plancito de transporte con las líneas involucradas.
Como siempre, millones para algo meramente cosmético.

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