Las banderas del 24 de marzo
Por Jorge Rivas.
A lo largo de los últimos 37 años, hubo momentos en que las masivas y combativas marchas de cada 24 de marzo peleaban sobre todo por el castigo a los culpables del Terrorismo de Estado, y contra las leyes de la impunidad y los indultos después.
A lo largo de los últimos 37 años, hubo momentos en que las masivas y combativas marchas de cada 24 de marzo peleaban sobre todo por el castigo a los culpables del Terrorismo de Estado, y contra las leyes de la impunidad y los indultos después. En otros, sobre todo durante los noventa, a esos reclamos se unía la protesta contra una política económica que había sido puesta en marcha por la dictadura cívico militar, y que el menemismo y la Alianza habían profundizado. Los 24 de marzo expresaron, entonces, esperanzas, frustraciones, avances y retrocesos de las fuerzas populares y democráticas, que siempre lograron mantener viva la memoria. Hoy podemos felicitarnos de aquello que ha cambiado, no solo por mérito del proyecto nacional y popular que se despliega desde 2003, sino también de la larga movilización popular. Esos cambios no se agotan en la remoción de los obstáculos que impedían avanzar en la aplicación de justicia a los criminales de la dictadura. Por el contrario, ha sido fundamental que se volviera a poner a la política en el lugar de las decisiones y se desplazara a la economía -más exactamente al liberalismo económico- del lugar sagrado que había ocupado en las últimas décadas. En ese sentido, es posible pensar en el 24 de marzo, que ya es una bandera levantada con entusiasmo por los más jóvenes, con el ánimo más templado. Sin embargo, también hay que desechar la idea de que todo está resuelto. Por un lado, si el poder económico concentrado ya no puede servirse de las fuerzas armadas para que defiendan sus privilegios, eso no lo convierte en inofensivo: hoy actúa más sutilmente, corrompiendo políticos o valiéndose de los que incautamente son funcionales a la defensa de sus intereses. Aún arrastramos secuelas de la dictadura que se traducen en miseria, baja calidad en salud y educación públicas, en cárceles que son depósitos de pobres, en el abuso policial y en otras faltas de garantías que deben también ser causas de nuestra militancia en la defensa de los derechos humanos. Y que también cobran significado especial este 24 de marzo.
TIEMPO ARGENTINO
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