martes, 25 de octubre de 2011

Recuerdos, retrato y balances de alguien que conoció íntimamente al ex presidente.

 

Entrevista: Fernando Braga Menéndez, publicista.

Por Gisela Carpineta

"Usted no lo conoce demasiado porque es nuevo”, anunciaba el spot de la campaña presidencial de Néstor Kirchner allá por 2003. A partir de esa premisa continuaba: “Tiene equipos, tiene planes, sabe gobernar, anda tranquilo por la calle, quiere a su familia, no miente, hace lo que dice, es tal como lo ves. Un día vamos a decir que con Kirchner pudimos mejorar el futuro de nuestros hijos”.
Para el publicista Fernando Braga Menéndez –quien junto a Enrique Albistur estuvo a cargo de esa campaña– ese reconocimiento por parte del pueblo recién llegaría ocho años después. “Yo sólo necesité una charla de tres horas para confiar en Néstor Kirchner, pero el 14 de agosto de este año se comprobó lo que él y nosotros decíamos: la gente finalmente terminó entendiendo. Desgraciadamente faltaba él para festejar que ese spot se había cumplido porque para ello tuvo que dar su vida”, reflexiona.
Si bien Braga Menéndez conoció al ex presidente una mañana de mayo del 2002, desde antes lo tenía presente en sus planes: “En 2002 nos preguntamos cuál sería el candidato que más nos interesaría introducir a nuestra agencia de publicidad. Entonces armamos un focus group y las respuestas fueron: ‘El del sur’, ‘el de Río Negro’, ‘uno que es parecido a Tristán’, ‘ese que la esposa es linda’. Hablaban de Néstor Kirchner. Nos movimos para poder conseguirlo y finalmente nos encontramos en la Casa de Santa Cruz, cerca de Plaza de Mayo. Hablamos como tres horas. Volví a mi casa y le dije a mi mujer: ‘Mirá, hoy conocí un tipo que si lo que dice es verdad, va a dar vuelta a todo el país’”.

–¿Qué le dijo para que creyera tan rápido en él?
–Por ejemplo me explicó que en un momento el precio y el tipo de cambio en la Argentina hacían imposible que se exportara lana. Me dijo que el neoliberalismo hubiese dicho que era una herejía subvencionar el negocio de la lana pero él sabía que si no lo hacía, todos los equipos que se arman para la esquila y el lavado de la lana se iban a desarmar y se iba a desmantelar la industria. Entonces aportó plata de la provincia para mantener los equipos organizados. También me contó que el puerto de Caleta Olivia, que le había costado 60 millones de dólares, ya estaba pago. Además yo sabía por otras fuentes que cuando asumió como intendente en Río Gallegos tenían los sueldos atrasadísimos y él dijo: “Tengo dos noticias, una buena y una mala. La mala es que no les puedo aumentar el sueldo y no les puedo pagar lo que está atrasado. Pero la buena es que yo me comprometo a que en 20 meses no sólo les aumento el sueldo y les pago los atrasos, sino que también les pago intereses por lo que han perdido”. A los diez meses ya había cumplido.

–Más allá de estos ejemplos, ¿realmente lo veía con carisma para ser presidente?
–Sinceramente lo que más me impactaba eran sus ideas. Recuerdo que me contó que como en Río Gallegos oscurece muy temprano y finalmente la provincia andaba muy bien, lo que hacía era encerrarse en la oscuridad, temprano, a estudiar economía. Él era abogado pero había descubierto que le encantaba la economía, la estudiaba mucho y en una libretita anotaba todo lo que entraba y salía por día. Creo que la combinación de la formación académica y esa cosa de almacenero maravillosa que tenía, fue la que nos arrancó a nosotros de la ciénaga en la que estábamos metidos. Era una combinación muy desprejuiciada.

–¿Cómo continuó la relación tras la asunción?
–A Néstor y a Cristina los veía cada tanto, no era una relación muy permanente. Sin embargo siempre los tenía presentes porque iba siguiendo muy día a día todo lo que iban intentando, diciendo y haciendo. Después, como yo lo defendía en televisión todo el tiempo, los bestias, animales y energúmenos de la derecha se cansaron de decir que lo hacía por plata. Y fue al contrario. Perdí cuentas, clientes, amigos y parientes. Perdí de todo por ser kirchnerista.

–¿En algún momento se arrepintió?
–Me han insultado, rayado el auto, una vez también me cagaron a trompadas, me escupieron, de todo. Ahora en la calle el clima es distinto, está más mezclado, te hacen la V de la victoria o te levantan el dedo pulgar. No me arrepiento para nada, estoy chocho. Lo que sí me molestaba era que dijeran que estaba levantando la plata con una pala. Salvo en la campaña de 2003 –que tampoco la cobramos porque era una cosa de militancia básicamente– hasta el 2008 no hicimos ningún trabajo más para el Gobierno. Yo nunca contesté esas cosas porque te enchastrás, te contagian, te contaminan.

–Los medios a Kirchner tampoco lo trataron mucho mejor…
–Lo han calumniado muchísimo a Néstor. Sin embargo él enfrentó a la sacrosanta iglesia católica argentina, al Poder Judicial, a Estados Unidos y, como si fuese poco, también al Grupo Clarín. No calculó qué podía ganar o perder. Dijo lo que pensaba y lo que sentía. Y la verdad es que se está ganando la batalla porque Clarín el lunes va a estar de luto en serio. El momento que se está viviendo ahora, sabiendo de antemano que más de la mitad de la población le va a poner el voto a Cristina, es emocionante y explica cómo los pueblos necesitan un tiempo para definitivamente entender.

–Durante un largo tiempo se intentó demonizar la figura de Kichner alegando que tenía un estilo confrontativo, crispado...
–Entiendo que se agarraría sus rabietas, ha tenido sus peleas, incluso matrimoniales, pero nunca lo vi ni de mal humor, ni enojado, ni nada. Conmigo era cariñoso, te abrazaba, te agarraba de atrás o cuando hablabas por ahí te agarraba una pierna. Siempre lo noté una persona muy gentil, no se le iban los humos a la cabeza. Sí puedo asegurar que era una persona muy pasional. Néstor murió por la Argentina, por un berretín que tenía que era dejar un país mejor que el que había recibido. Y dio la vida, murió. Siguió y siguió porque tenía esa pasión, esa calentura, esas ganas, que se las transmitía a todo el mundo. Vos terminabas de hablar con él y salías con unas pilas tremendas. Era extraordinario cómo te motivaba. Tenía alma de líder. Aparte me encantaba eso de que andaba con mocasines y firmaba con una birome un decreto para pagarle 9 mil millones de dólares al FMI.

–¿Cuál fue su sensación cuando se enteró del fallecimiento de Néstor?
–La muerte es una cosa feroz, borra todo de un plumazo. Y si bien no me gusta llorar, ese día lloré como un chico. Pensaba que éramos un país con mala suerte. Yo no pienso igual que quienes cantan que Néstor no murió. Yo creo que murió, que no nos está mirando desde el cielo ni desde ningún lado, ya no está. Personalmente, en secreto, padezco el dolor de sentir que no está más. No lo he sentido ni con amigos que se han muerto ni con mis padres incluso. Todo desapareció tan de golpe que me cuesta muchísimo sobrellevarlo. Néstor era un jodón, un hinchabolas que siempre estaba haciendo bromas. Era un niño, maduro, pero era un niño. Por eso muchas veces pensé que iba a aparecer de golpe sacando la lengua y diciendo “estúpidos, ¿se creyeron que me morí?”. Juro por Dios que lo he pensado, es como una alucinación que tengo.
Fuente: http://sur.elargentino.com/notas/f-braga-menendez-era-un-nino-un-jodon-y-sobre-todo-un-lider-natural

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