sábado, 27 de agosto de 2011

El impacto social del Plan Conectar Igualdad


Fábrica de futuro

Por Tali Goldman
La entrega de netbooks a estudiantes secundarios disminuyó la deserción escolar, generó inclusión y motorizó la industria nacional. Radiografía de una apuesta argentina.
 
 
A TODA MÁQUINA. Las computadoras se fabrican en la provincia de Buenos Aires. Más de cien personas despachan 12 mil netbooks por día.
Camila, Denise y Ludmila cursan tercer año del polimodal en la escuela media Nº 2 “Bernardino Rivadavia”, en Ciudad Jardín, de provincia de Buenos Aires. Terminan, como se dice, una etapa: atrás dejarán el secundario; por delante tendrán la universidad. Confiesan que el desafío es grande. En Pablo Podestá, los esfuerzos se miden por minuto pero ellas no se desaniman. Aseguran, en cambio, todo lo contrario: “Las esperanzas –dicen– están renovadas”. Ya lo sintieron dos meses atrás: decenas de camiones pararon frente al establecimiento de la avenida Matienzo al 2400 y comenzaron a descargar computadoras individuales para cada uno de los estudiantes. Camila, Denise y Ludmila habían sido elegidas como beneficiarias del plan Conectar Igualdad. El título significa mucho más que esas dos palabras. Las futuras egresadas forman parte de una nueva generación de jóvenes que tienen a su alcance una herramienta de estudio y de trabajo, otorgada por el Estado y de la mano de un gobierno que apuesta a la inclusión. Pero hay más. Conocer el programa –y su impacto– implica retrotraerse al origen del proceso, con su fabricación en manos de otros compatriotas, y al final: en muchos hogares, fue la primera vez que las familias tuvieron contacto con una computadora. Un recorrido, una apuesta, una decisión que enorgullece. Pase y vea.

La planta donde se arman las netbooks está ubicada al noroeste del conurbano bonaerense, donde supo funcionar hasta hace un tiempo una embotelladora de Seven Up. Algo llama la atención en ese galpón de proporciones descomunales, en el que se mueven con precisión más de cien trabajadores. Desde el encargado de monitorear que estén todos los programas en cada computadora hasta el propio titular de la ANSeS, Diego Bossio, ninguno escatima trabajo para llegar al objetivo estipulado: “Que, en 2012, el plan alcance a todos los alumnos de los secundarios públicos del país”. Suena ambicioso. Lo es. Desde aquel 6 de abril de 2010, cuando la presidenta Cristina Fernández firmó el decreto 459 que formalizó el proyecto, hasta hoy (y a poco más de un año de su implementación) se otorgaron un millón de computadoras. Todo un símbolo.

Por día, los camiones transportan 12 mil computadoras para alumnos y docentes. El 58 por ciento se elabora con productos nacionales, de once proveedores diferentes, y se ensamblan de tal modo que cada usuario tiene acceso propio a su netbook, a través de un CUIL generado por la ANSeS. “Esa clave de acceso es más que importante –explica Bossio–. En definitiva, demuestra que los chicos ingresan al sistema de seguridad social ya desde el secundario.” Además, las computadoras están pre-enlazadas o, lo que es lo mismo, conectadas a un servidor que controla su ingreso, al estilo de los cajeros automáticos. El CUIL sólo puede escribirse una determinada cantidad de veces, para evitar los robos. Y el mecanismo, cuentan, surtió efecto: un hombre encontró una cantidad de netbooks que habían desaparecido pero nunca pudieron ser encendidas. “Cada PC se personifica –sostiene el titular de la ANSeS– y esa es una medida inmodificable. Los chicos y los maestros tienen que tener las condiciones de seguridad para utilizar sus recursos de manera transparente.”

A diferencia de otros planes de carácter universal, como la Asignación Universal por Hijo, Conectar Igualdad es un programa interministerial, en el que interviene la ANSeS, el Ministerio de Educación, la Jefatura de Gabinete de Ministros y el Ministerio de Planificación. Las instituciones, organizaciones civiles y profesionales que se destacan en educación y tecnología no están exentas: forman parte del Consejo Asesor. Para cualquiera de los mortales, no suena descabellado imaginar la complejidad de semejante elefante, que profundiza la calidad educativa y disminuye la deserción escolar –hay simuladores de física y química, programas para diseñar mapas, diccionarios en todos los idiomas, libros completos de autores universales, proyectos de historia, etc.–, promueve la inclusión social y apunta a fomentar la industria nacional, con la perspectiva de un 2012 con confección de netbooks 100 por ciento argentinas. La forma de distribución, en cambio, depende del Consejo Federal de Educación, compuesto por los ministros del área de cada provincia, que evalúan las prioridades y confeccionan una grilla de destinos. En definitiva, la elección es determinante: las diferencias en las aulas, se notan.

Camila, Denise y Ludmila, que cursan la materia “Proyecto y metodología de investigación”, reciben los cuestionarios de su docente a través de la red conectada. El mecanismo acelera los tiempos y mejora la concentración. “Nosotras mismas lo comprobamos –repiten casi al unísono–. Es que no sólo los hacemos ahí y los entregamos virtualmente sino que también aprovechamos los programas que no hubiéramos conocido de otro modo.” Al final de cuentas, las alumnas también saben que encontrarán retribución al final del camino: cada egresado secundario puede conservar su computadora si aprueba todas las materias.

“Realmente, es un incentivo fundamental –afirma Laura Piccio, docente del colegio Bernardino Rivadavia que recibió capacitación para modificar su metodología de enseñanza–. Siempre hubo adolescentes, en todas las escuelas públicas, que no completaban su secundario. Pero ahora, el costo de abandono es mayor y encuentran en la posibilidad de conservar su PC un aliciente positivo.” La frialdad de los números no desmiente el relato de Piccio, con un nivel de deserción que desciende año tras año.

Quizá por esa misma razón, la docente decida rescatar el discurso que dio la Presidenta cuando entregó la computadora “un millón”. “Cuando lanzamos el programa –sostuvo CFK– nos parecía que nunca llegaría este día. Pero llegó. Patria, igualdad y libertad para todos los argentinos.” El afortunado de semejante entrega –que tuvo su escenario en el predio de Tecnópolis– fue Cristian Maldonado, un estudiante no vidente. Un adolescente que, como Camila, Denise, Ludmila y tantos otros, ya es parte del futuro.

TIEMPO ARGENTINO
25.08.2011

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