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El pueblo mojó otra vez sus patas en la fuente y fue un carnaval. Quienes celebraron la vuelta de la democracia en 1983 se cruzaron con protagonistas del homenaje a los 200 años de la Revolución de Mayo y la vieja militancia.
Como palmeras de colores, las banderas bailan con el viento que abrazó la ciudad durante toda la tarde. Las columnas del movimiento Tupac Amaru fueron las primeras en colocarse desde muy temprano en esa porción de la Plaza de Mayo que fue vedada al público hace diez años, luego del argentinazo de diciembre y reabierta ayer para celebrar la reasunción de la presidenta. La pirámide se erige majestuosa pero no es el pico más alto. Cinco dirigibles que se alzan al cielo juegan amenazantes con ella y le escapan al pinchazo de la lanza. Otro millar de banderas parecen querer sumarse al juego. El sol quema a fuego pero ni se compara con el calor que emana cada cuerpo.
Manuel Ramos, de 34 años, y Analía Molinari, de 33, entran a la escena con un cochecito de bebé. Él es arquitecto y, luego de mucho esfuerzo, logró abrir una empresa de construcción, ella es médica. Se conocieron en la fiesta del Bicentenario y al poco tiempo tuvieron a Joaquín. “Estamos acá porque creemos en un modelo que prioriza la industria. De chico siempre escuché que el problema de Argentina era el modelo
agro-exportador que no dejaba riqueza a los trabajadores. Con este modelo y la creencia entre los mismos argentinos empezaron a cambiar las cosas”, resumió él a Tiempo Argentino.
Pasadas las 13:30, Federica Pais dio comienzo desde el escenario a una fiesta que ya había empezado. No sólo las patas se refrescaban en la fuente. También el cuerpo entero. Muchos montaron un carnaval espontáneo con las botellas que encontraron tiradas en el piso.
Nelly tiene 64 años y viene de la mano con Pepe, de 62. Están juntos hace 45 años y viven en Tigre. Expresaron que “la militancia era venir a pelear, por el ‘luche y vuelve’ o las conquistas sociales. Esto es una fiesta y estamos contentos. Lo que pasa es que esto se logró porque primero estuvo aquello y hemos dejado un montón de compañeros en el camino, por los milicos y por la propia edad. Hoy escribimos en el Facebook que nosotros siempre venimos y traemos a todos los compañeros de nuestra militancia en el corazón.”
Los tres relojes que asoman desde Diagonal Sur, como pocas veces en la historia, dan la misma hora. Son las 14 y Cristina Fernández y Amado Boudou llegan por Avenida de Mayo a bordo de un auto negro. Saludan a todos en una marcha lenta en la que escucharon agradecimientos y pedidos.
“Era una obligación estar acá porque a Cristina le debo, a los 58 años, volver a vivir esto que pensé que nunca iba a volver a vivir”, reconoce Marta Ortiz, quien se acercó junto a su marido, Mario, y su hija Carolina.
“Milité en los ’70 pero no venía a la plaza desde 2008, cuando las patronales agrarias nos querían llevar puestos. Antes, estuve en el ’83 cuando volvió la democracia”, recordó la mujer de San Justo.
Luego de media hora, la plaza se llenó y la algarabía generada por la actuación de Kapanga, Gustavo Santaolalla e Iván Noble, entre otros, se convirtió en euforia cuando, poco después de las 19, la presidenta y Charly García cantaron el himno. Luego siguieron la fiesta y las emociones.
Al desconcentrar, una chica buscaba el subte con una remera que recordaba a Evita y, al mismo tiempo, resumía la jornada: “A la fuerza bruta de la Antipatria, opondremos la fuerza popular organizada.”
TIEMPO ARGENTINO
Como palmeras de colores, las banderas bailan con el viento que abrazó la ciudad durante toda la tarde. Las columnas del movimiento Tupac Amaru fueron las primeras en colocarse desde muy temprano en esa porción de la Plaza de Mayo que fue vedada al público hace diez años, luego del argentinazo de diciembre y reabierta ayer para celebrar la reasunción de la presidenta. La pirámide se erige majestuosa pero no es el pico más alto. Cinco dirigibles que se alzan al cielo juegan amenazantes con ella y le escapan al pinchazo de la lanza. Otro millar de banderas parecen querer sumarse al juego. El sol quema a fuego pero ni se compara con el calor que emana cada cuerpo.
Manuel Ramos, de 34 años, y Analía Molinari, de 33, entran a la escena con un cochecito de bebé. Él es arquitecto y, luego de mucho esfuerzo, logró abrir una empresa de construcción, ella es médica. Se conocieron en la fiesta del Bicentenario y al poco tiempo tuvieron a Joaquín. “Estamos acá porque creemos en un modelo que prioriza la industria. De chico siempre escuché que el problema de Argentina era el modelo
agro-exportador que no dejaba riqueza a los trabajadores. Con este modelo y la creencia entre los mismos argentinos empezaron a cambiar las cosas”, resumió él a Tiempo Argentino.
Pasadas las 13:30, Federica Pais dio comienzo desde el escenario a una fiesta que ya había empezado. No sólo las patas se refrescaban en la fuente. También el cuerpo entero. Muchos montaron un carnaval espontáneo con las botellas que encontraron tiradas en el piso.
Nelly tiene 64 años y viene de la mano con Pepe, de 62. Están juntos hace 45 años y viven en Tigre. Expresaron que “la militancia era venir a pelear, por el ‘luche y vuelve’ o las conquistas sociales. Esto es una fiesta y estamos contentos. Lo que pasa es que esto se logró porque primero estuvo aquello y hemos dejado un montón de compañeros en el camino, por los milicos y por la propia edad. Hoy escribimos en el Facebook que nosotros siempre venimos y traemos a todos los compañeros de nuestra militancia en el corazón.”
Los tres relojes que asoman desde Diagonal Sur, como pocas veces en la historia, dan la misma hora. Son las 14 y Cristina Fernández y Amado Boudou llegan por Avenida de Mayo a bordo de un auto negro. Saludan a todos en una marcha lenta en la que escucharon agradecimientos y pedidos.
“Era una obligación estar acá porque a Cristina le debo, a los 58 años, volver a vivir esto que pensé que nunca iba a volver a vivir”, reconoce Marta Ortiz, quien se acercó junto a su marido, Mario, y su hija Carolina.
“Milité en los ’70 pero no venía a la plaza desde 2008, cuando las patronales agrarias nos querían llevar puestos. Antes, estuve en el ’83 cuando volvió la democracia”, recordó la mujer de San Justo.
Luego de media hora, la plaza se llenó y la algarabía generada por la actuación de Kapanga, Gustavo Santaolalla e Iván Noble, entre otros, se convirtió en euforia cuando, poco después de las 19, la presidenta y Charly García cantaron el himno. Luego siguieron la fiesta y las emociones.
Al desconcentrar, una chica buscaba el subte con una remera que recordaba a Evita y, al mismo tiempo, resumía la jornada: “A la fuerza bruta de la Antipatria, opondremos la fuerza popular organizada.”
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