domingo, 4 de diciembre de 2011

La semana negra de Macri


























Utilizó a barras para golpear a los maestros y logró aprobar en la Legislatura la modificación del estatuto docente; un informe de la justicia responsabilizó a la Metropolitana por las muertes en el Parque Indoamericano; y, después de triplicar el ABL porteño, protestó porque se eliminaron los subsidios a las dependencias de la Ciudad.
  Una de las claves de la semana fue el decidido vuelco autoritario de Mauricio Macri –ya muchos sabíamos de qué se trataba el macrismo tras la creación de la UCEP, ese cuerpo creado para golpear a hombres y mujeres en situación de calle– en la supuesta resolución del conflicto docente en la Legislatura porteña. El jefe de gobierno, que desde hace unos meses se llenó la boca acusando al gobierno nacional de no dialogar con otros sectores, de no ser institucionalista, de no ser tolerante, de utilizar discrecionalmente la mayoría en el Congreso, ha salido del huevo imponiendo su ventaja legislativa para sancionar un verdadero atropello a los derechos de los docentes porteños, como es la “deformación” de la Junta de Clasificación Docente y, además, utilizando a barrabravas de distintos clubes para reprimir brutal y parapolicialmente a los maestros y profesores. También esta semana se ha conocido el informe del fiscal Sandro Abraldes, quien imputó por homicidio culposo y prevaricato a la jueza porteña María Cristina Nazar, quien el año pasado ordenó el operativo de desalojo del Parque Indoamericano, y además determinó que los disparos que asesinaron a Bernardo Salgueiro y Rossemary Chura Puña partieron del “grupo de élite” de la Policía Metropolitana, el DOEM: Departamento de Operaciones Especiales Metropolitanas. Es verdaderamente grave el tema, porque los porteños han perdido la oportunidad de construir desde cero una “fuerza del orden” democrática y republicana y, en cambio, deben soportar una Metropolitana que espía, que maltrata, que golpea y que mata a sus propios ciudadanos.
Pero la violencia estatal no es la única página negra que escribió esta semana Mauricio Macri, el gran protegido del Grupo Clarín. El hombre, que ha sido un neoliberal consecuente, siempre se ha mostrado partidario de eliminar los “subsidios que distorsionan la economía”, ahora, de la noche a la mañana se ha convertido en un neokeynesiano fanático y reclama que se mantengan los subsidios –de luz y de transporte–; claro, no tanto en beneficio de los usuarios sino en provecho de su propia administración y bolsillo. Como bien podría titular el diario Clarín: “Ahora dicen que Macri estaría más bien a favor de los subsidios”. Claro, se queja justamente de la quita de los subsidios, el jefe de gobierno que triplicó el impuesto de Alumbrado Barrido y Limpieza con la excusa de la inflación, cuando todos sabemos que las propiedades inmobiliarias aumentaron en dólares y no en pesos. Todo estaría dentro de las contradicciones esperables de Mauricio Macri si no incluyera, también, a los números de su propio presupuesto. Uno de sus caballitos de batalla contra el gobierno nacional es el del aumento de la inflación y la crítica durísima, implacable, impertérrita, contra “los dibujos” de las cifras del Indec. Bueno, su propio Presupuesto 2012 lo ha traicionado: prevé para el año próximo una inflación de alrededor del 9 por ciento. ¿Cuándo miente Macri? ¿Ante las cámaras o en el Presupuesto? Y si la inflación es del 9%, ¿por qué el ABL es, en algunos casos de más del 150 por ciento?
(Digresión: qué virtuoso ha sido el encuentro televisado en directo entre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su par venezolano Hugo Chávez. No recuerdo otro diálogo entre dos líderes latinoamericanos con la soltura, el buen trato, el nivel de anclaje histórico, de información sobre el presente y de mirada estratégica hacia el futuro que el que mantuvieron el jueves 1 de diciembre, casualmente en un nuevo aniversario del golpe de Juan Galo de Lavalle contra Manuel Dorrego).
La semana que comienza va a estar signada por la asunción del nuevo mandato por parte de la presidenta. Será una nueva oportunidad para pensar y reflexionar sobre los desafíos que nos esperan a los argentinos en general y a la presidenta en particular. Lejos de intentar hacer una lotería de nombres con el futuro gabinete, que sólo Cristina Fernández sabe cómo estará formado, parece más interesante especular con los posibles grandes temas a resolver, a plantear, a desarrollar en los próximos cuatro años:
1) Hoy el nuevo sujeto social de la Argentina a atender no son las minorías desplazadas o marginadas ni tampoco las mayorías organizadas y contenidas por el modelo. Se trata del sector informal de la economía, los trabajadores en negro que no pueden gozar de los “privilegios” –a esto nos han llevado años de neoliberalismo y flexibilización laboral– que tienen los empleados dentro del sistema. Ese poco más del 30% de la masa laboral es el que debería recibir todas las políticas del Estado. Lo que incluye, claro, utilizar herramientas de control e inspección de toda la economía productiva.
2) La infraestructura de la pobreza: 25 años de políticas excluyentes y centralizadoras de la riqueza han generado en el país un colchón de pobreza y miseria difícil de desarticular. Más de dos generaciones se han formado sin la posibilidad de trabajar dignamente, sin acceso a la educación, a la salud, a la identidad, condenados a habitar viviendas miserables. Una tercera etapa de redistribución y profundización del modelo debería sentar las bases de un sistema de salud, de educación, de viviendas que pueda resolver las carencias estructurales que tienen millones de argentinos y que son imposibles de resolver en uno o dos períodos.
3) La descentralización demográfica. Es decir, crear polos de desarrollo agroindustriales que impidan o frenen las migraciones internas del campo a la ciudad.
4) Mantener los números macroeconómicos en regla para impedir posibles golpes de mercado, desestabilizaciones financieras y, sobre todo, para poder llevar adelante medidas anticíclicas para generar círculos económicos virtuosos desde el Estado, si la crisis internacional llega con fuerza a estas tierras.
5) Una estrategia de crecimiento sostenido que permita aumentar el volumen de la economía argentina y que supla las deficiencias de un mercado pequeño por un mercado de alta capacidad adquisitiva.
6) Utilizar la “sintonía fina” para corregir los posibles errores redistributivos que ha cometido el Estado en su política de subsidios y arancelamientos. Pero también para blanquear la economía, ya sea reelaborando el sistema financiero, una política de mayor dureza fiscal contra los evasores y, claro, un mayor control contra aquellos que, en vez de reinvertir sus excedentes en forma productiva en el país, deciden exportarlos fuera.
(Digresión final: las repercusiones de la creación del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano Manuel Dorrego generó una oleada de repercusiones que ninguno de los miembros esperábamos. Muchas gracias a todos aquellos que se acercaron para participar y, también, a aquellos que desde distintos arcos ideológicos han colaborado con sus críticas para darnos publicidad.

TIEMPO ARGENTINO

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