miércoles, 4 de enero de 2012

El mensaje del Cíclope


Para Marta Riskin, la educación argentina cuenta hoy con nuevos contenidos disponibles a través de la oferta de los medios públicos, pero es necesario iniciar debates acerca de las relaciones entre popularidad y calidad de contenidos.

Por Marta Riskin *

En “El Cíclope” de Eurípides, Sileno describe a los gigantes devoradores de hombres como “hijos del dios marino que no tienen más que un ojo, y presos de uno de éstos somos sus esclavos domésticos”. E informa a Ulises: “Al que servimos le llaman Polifemo”.

Al precio de tu cabeza

Polifemo –como su nombre indica, “el de muchas palabras”– seducía con su limitado punto de vista acerca de la realidad a quienes serían su alimento.
Resulta tan significativo que llamara “Nadie” a Ulises, quien lo vencería cegando su único ojo, como el ninguneo inicial que los ciclópeos medios audiovisuales dedicaron a quienes amenazaban sus monólogos para captura de conciencias.
El encantamiento se debilitó con el desprestigio del anónimo como fuente de información, al ritmo de los ejercicios de deconstrucción de noticias y con las discusiones populares acerca del rol de los medios.
La tarea conjunta de profesionales de la comunicación y artistas supo difundir desde las herramientas ilegales de ciertas operaciones de prensa el uso de disparadores inconscientes que, con total impunidad, utilizan algunos laboratorios de marketing.
El trabajo colectivo produjo uno de los descubrimientos más significativos de los últimos tiempos: si los medios son monopólicos, parafraseando a Mac Luhan, el Cíclope es el mensaje.

Muchos nombres, muchas palabras

Poco a poco, más ideas salieron del claustro, ganaron la calle y enriquecieron el debate. Así quedó en evidencia que tanto la imagen de la tortuga asociada al ex presidente Arturo Illia como las carteras de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner formaron parte de maniobras destituyentes.
Cuando el reconocimiento popular alcanzó la civilizada piel de símbolos y signos lingüísticos (“seguridad”, “el campo”, “patria”), muchos ciudadanos entendieron algunas manipulaciones; otros comprendieron la jerarquización mediática de estupideces y el menoscabo de datos reveladores. Unos pocos profundizaron en sus atávicos registros y cargas emocionales y alcanzaron a detectar las sutiles señales de peligro o placer, capaces de otorgar valor a personajes oscuros.
Importa destacar que se inhabilitaron numerosas respuestas automáticas y, con el estímulo, reapareció un instrumento clave: el pensamiento crítico.
El develamiento no sólo consolida la democracia, también despliega creatividad.

Educación vs. Adoctrinamiento

A diferencia de los adoctrinamientos, la educación desconfía de verdades reveladas, pero sus efectos son más profundos y a largo plazo. Apenas en los inicios de la diversidad mediática, ya es posible apreciar las significativas diferencias entre el relato único, en distintas voces bajo formatos varios, y la auténtica y republicana multiplicación de relatos con opiniones divergentes.
Puesto que las miradas de la ciudadanía recién despiertan y en importantes sectores continúan adormecidas, los próximos tiempos requieren de un delicado ajuste entre la ingeniería de reversa de las pequeñas piezas que se registran a profundos niveles de conciencia y la construcción de nuevos espacios.
La valoración de la existencia de numerosas fuentes informativas propone asumir la responsabilidad de sostener los principios personales y el respeto mutuo.
El análisis serio de las consignas ajustará las mejores intenciones propias y ajenas.

Alfabetización mediática

La educación argentina ha incrementado el número de sus destinatarios y existen numerosos contenidos disponibles en la Radio y Televisión Argentina (RTA), en el Incaa, el Bacua y en programas como “Escuela y Medios” del Ministerio de Educación de la Nación.
Disponemos de una preciosa pedagogía de las respuestas. En palabras de Paulo Freire, aún nos debemos una pedagogía de las preguntas.
Para construirla necesitamos ciudadanos entrenados en el discurso, pero también en la escucha; sin duda, una rara capacitación, dentro y fuera del ámbito de la comunidad escolar.
Para que “Nadie”, “Nunca más” acepte una única mirada, enfrentamos viejos y nuevos desafíos.
Entre los primeros cabe continuar desalentando las omnímodas pretensiones de los cíclopes y profundizar todas las posibilidades y ámbitos de aprendizaje, incluso formal, que conduzcan hacia horizontes cada vez más incluyentes.
También es necesario iniciar debates acerca de las relaciones entre popularidad y calidad de los contenidos y sobre las direcciones adecuadas para establecer lazos solidarios entre la industria cultural y la industria tecnológica nacional.
La libertad, individual y colectiva, siempre ha requerido de convicción democrática, mucho trabajo y buenas dosis de esperanza.
* Antropóloga UNR.

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