domingo, 30 de septiembre de 2012

CARTA ABIERTA DE UN PADRE A SU HIJO


Por 
 Fernando Basso


Papá y mamá.Hijo: tenés la fortuna de crecer en un momento de la historia argentina donde la democracia retoña incesantemente por todas las hendijas de nuestra realidad, cuestión que no está exenta de críticas ni de incomprensión por parte de muchos de los adultos de tu misma sociedad.
Estás participando de una forma de reclamo social que por pacífica, inteligente y racional es legítima e irrenunciable. Eso nadie te lo va a poder quitar jamás. Lo que la mayoría de los adultos maleducados no entiende, es que lo que hacen “tomando una escuela” no es otra cosa que un acto de aprendizaje puro, es decir, un hecho pedagógico comparable al que están expuestos cuando en el taller les ponen en las manos una herramienta para que transformen algún material en tarea o en producto de su propia imaginación.
La herramienta es la toma y el producto será tu ciudadanía plena.
La mala educación a la que fuimos sometidos tus padres y los de tus compañeros es la que nos formó intolerantes, precisamente, por no poder protestar ante lo injusto, como ustedes lo hacen hoy con total libertad y raciocinio. Varones sin barba y con el pelo y uñas bien cortitas, chicas con vincha azul o blanca, y todos uniformados y puntuales, no pueden ser menos que idiotas civiles, sobre todo cuando oponerse a aquello significaba que a los rebeldes de aquél tiempo los molieran a bastonazos, encarcelaran, o desaparecieran, transformando a estudiantes en terroristas subversivos.
Sean mejores que nosotros. Comprendan a los mayores que no los entienden a ustedes: sólo están mal educados, cuestión que pueden modificar con su ejemplo de hoy.
Esa mala educación democrática es la que exhiben las autoridades del Ministerio de Educación de nuestra ciudad cuando los califica como delincuentes. Tranquilos… no lo son bajo ningún concepto. ¡Son ciudadanos próximos a votar reclamando por un derecho! Hijo, los derechos no se compran ni se venden. Se ejercen, tal como lo están haciendo vos y tus compañeros. Y esto hay que explicárselo también a los estudiantes que asisten a las privadas. Ustedes, en un sólo día de toma aprenden más que en mil horas de clases que como yo, o cualquier otro profesor, les podamos dar en las horas institucionales de Cívica frente al pizarrón. En una toma estudiantil aprenden a escucharse, a debatir, a llegar a un acuerdo frente a posiciones distintas, a aceptar la decisión de la mayoría y, por ende, a enseñarle al resto de los argentinos que después de una acción colectiva como la suya, una mejor sociedad es posible. ¡Bien por ustedes!
Para terminar, te voy a hacer tres pedidos concretos que quiero que tomes como aporte de todos los padres que los apoyamos en ésta lucha. Así, como el enfermo militante de la educación técnica que soy: 1) persuadí de alguna manera a tus compañeros y los del resto de las técnicas para que no dejen bajo ningún concepto que nos saquen del industrial ni una sola hora de taller ni de ninguna materia esencial de cada una de las disciplinas de las técnicas; 2) No reproduzcas inocentemente conceptos que ponen en duda el hecho de que lo que hace una toma escolar es generar un aprendizaje democrático esencial para ésta, nuestra sociedad; y en tercer lugar, no dejes que nadie te llame alumno: los que no tienen luces son los que hoy quieren despedazar la educación pública argentina laica, gratuita y obligatoria, para así poder venderla… y ¡comprarla!
Sigan luchando. Los recontra bancamos.
¡Aguante la educación pública!
¡Aguante la técnica!

MIRADAS AL SUR

LA MATANZA



Por Horacio Verbitsky

Imagen: DyN.

Clarín y La Nación montaron un escándalo sobre la referencia presidencial a la Universidad de La Matanza, con oportunas columnas de sus respectivas estrellas, Jorge Lanata y Beatriz Sarlo, pero informaron en forma parcial y/o distorsionada sobre qué había dicho y en respuesta a qué pregunta.
Un estudiante argentino preguntó en forma respetuosa sobre la inflación y el “cepo cambiario”. Cristina le contestó también en forma muy seria sobre la necesidad de asignar las divisas a fines útiles para el conjunto de la sociedad y no al atesoramiento de algunos sectores, como ocurrió en las crisis históricas que arruinaron a millones. También mencionó a los miles de argentinos que acudieron a Las Vegas para alentar a Maravilla Martínez y al propio autor de la pregunta:
–Estás acá, problemas de dólares no debés tener. ¿Vos sabés la cantidad de argentinos que ni siquiera podrán llegar a la Universidad de La Matanza, nunca? Vos tenés la suerte de estar estudiando en Harvard.
La segunda mención fue en respuesta a la pregunta de otro argentino que se consideró privilegiado por poder preguntar. CFK se detuvo en la “frasecita” que “no se lo contesté a tu anterior compañerito, sobre el tema de que ‘soy uno de los pocos privilegiados`”. Recién entonces dijo:
–Chicos, estamos en Harvard, por favor, esas cosas son para La Matanza, no para Harvard.
No fue una de sus respuestas más precisas y es inevitable que se abra a interpretación, como es frecuente con el lenguaje hablado. Pero la única lectura que se impuso en los diarios accionistas de Papel Prensa fue que Cristina había menoscabado a la Universidad y a los estudiantes del más nutrido municipio del país. Nadie arriesgó ni siquiera como hipótesis que hubiera sido una continuación del razonamiento anterior, con un contraste implícito entre el supuesto privilegio de preguntar y el verdadero privilegio de estudiar en Harvard, que a mí me parece evidente, dada la cantidad de veces que en la Argentina CFK se ha referido con orgullo a ésa y otras universidades del conurbano, a las que acceden por primera vez hijos de familias obreras que nunca antes habían pisado un aula universitaria y a la fuerte inversión del gobierno nacional en esos felices vehículos del ascenso social. “Una descalificación propia de una señora gorda”, la desdeñó mi viejo compañero en la guerrilla peronista Ricardo Roa. Sarlo, cuya actividad principal es el análisis del discurso en la literatura y en los medios, interpretó que fue “una ironía barata y ambigua, que las preguntas no eran dignas de esa universidad, sino de La Matanza”. Lanata (quien siempre se presenta como fundador de Página/12, diario al que otros hemos hecho perdurar un cuarto de siglo, y nunca como fundador de Crítica, XXI o Data54) citó la frase “Estás acá, ¿no? ¿qué problema tenés con el dólar?” pero omitió la referencia inmediata a La Matanza que da sentido a lo anterior y lo posterior. Y renglón seguido mencionó a un estudiante sanjuanino “que terminó la conferencia con lágrimas en los ojos y temeroso de una eventual reacción presidencial”, porque Cristina le había preguntado de dónde era. Con esa introducción, pasó a referirse a cómo se construye el miedo: “El miedo a preguntar, a decir su nombre, a dar referencias personales planeaba por quienes cacerolearon en Nueva York y quienes preguntaron en Boston. ¿Miedo a qué? Como siempre sucede con el miedo, no pueden describirlo con precisión: la AFIP, la familia en Buenos Aires, miedo”.
Hablemos del miedo, entonces. Como si fueran poca cosa los insultos y deseos mortuorios que prevalecieron en la marcha del 13 de septiembre en la Capital Federal, esta semana se convocó a las cacerolas no a sonar en la plaza pública sino a la puerta del domicilio de Guillermo Moreno, con un afiche en el que aparece dentro de un ataúd y con un disparo en la frente. Clarín dedica una columna al presunto malestar judicial por la excusación de Norberto Oyarbide (porque también él padeció un escrache frente a su domicilio) y recién al final y sin subtítulo ni foto consigna la denuncia del Gobierno por la explícita instigación a matar a Moreno y a su madre, que formó parte de la convocatoria. Incluso, conjetura que el verdadero propósito del Ministerio de Justicia sería “investigar oficialmente en las redes sociales porque cree que las protestas sociales son convocadas por una organización y no son espontáneas”, cosa que a esta altura no es opinable. Otra nota se titula “Moreno insultó a los caceroleros y el Gobierno les hizo una querella”, en una reinterpretación poco sutil de los hechos, pasando por alto que los acusados no fueron quienes se manifestaron frente al domicilio del secretario, sino algunos de quienes convocaron a matarlo con el tétrico cartel. La Nación, cuya postura política e ideológica aún no ha sofocado por completo el oficio periodístico, consignó recién ayer que la denuncia fue contra una “organización mafiosa” de la que formarían parte treinta blogueros y no contra quienes golpearon las cacerolas en Constitución. Pero el viernes tituló “Alak cargó contra los caceroleros: ‘Hay personas que han matado ídolos para trascender’” y la foto que ilustró la nota fue la de “unos pocos caceroleros que se acercaron a la casa de Moreno” y no la del afiche criminal. También destacó la frase de Moreno sobre la anatomía de los caceroleros por sobre la amenaza contra su vida. Ninguno de esos medios consignó tampoco que del escrache frente al hotel de Nueva York participaron los hijos de dos socios del estudio Martínez de Hoz, Grondona & otros, que desde 2002 litigan en el Ciadi contra la Argentina en representación de empresas extranjeras. Ni le asignaron más que unas líneas a la presencia en Harvard para impulsar el cuestionario a Cristina de la Fuerza de Tareas Argentina (ése es su nombre real) creada por los fondos buitre, que pretenden cobrarle al país 100 dólares más intereses por cada título de deuda que compraron por monedas luego de la moratoria de 2002. También minimizaron el rol en la preparación de las preguntas del funcionario del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Juan Maquieyra. Clarín sólo lo nombró para afirmar que partidarios del gobierno “lo demonizaron” en Facebook y Twitter y ninguno informó sobre su rol en la instalación de la carpa verde que las patronales agropecuarias plantaron frente al Congreso mientras se discutían las retenciones en 2008 y en la oposición a la recuperación del sistema provisional que el menemismo había entregado a los bancos. Nada de esto lo inhibe de preguntar y opinar, cosa que hizo con la misma libertad de la que gozan todos quienes detestan a este gobierno que otros valoramos. Pero agraviarse por las frontales respuestas de CFK y su decisión de defender con todos los argumentos posibles tanto las buenas como las malas políticas de su gobierno, mientras se ocultan estos datos y se trivializa la circulación de un afiche aún más sórdido que el histórico “Viva el Cáncer” (que celebró la muerte de Evita pero no invitó a causarla), es una burda incongruencia, propia de lo que Sebastián Etchemendy (politólogo de la Universidad de San Andrés, cuya idea de excelencia se inspira antes en Harvard que en el conurbano) caracterizó como el progresismo liberal y/o el institucionalismo vacío. Lo menos que puede decirse es que el nombre de La Matanza ha sido invocado en vano o en el debate equivocado.

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estudiante Harvard-Pro


Sancionarán al estudiante Harvard-Pro por 

el armado de preguntas a Cristina



“Estas actitudes son intolerables en una institución como Harvard”, dice parte del comunicado oficial de que se difundiera este viernes en la prestigiosa Universidad del Norte. El estudiante Harvard-Pro que habría organizado las preguntas y movilizaciones en contra de la presidenta argentina ahora será investigado y sancionado.
5066769025fe8 538x275 Sancionarán al estudiante Harvard Pro por el armado de preguntas a Cristina
Panfletos que repartían a los Estudiantes
Panfletos con una descripción sesgada de la realidad económica y social en el país que sugerían qué preguntar. Correos electrónicos convocando a un cacerolazo a los ciudadanos argentinos residentes en Boston. Una agrupación de fondos buitre que reclama contra la Argentina manifestando en la puerta y un militante y ex funcionario del PRO que reconoció que las preguntas de los estudiantes fueron coordinadas de antemano.
Ese es el trasfondo que dejó la última actividad de la presidenta Cristina Fernández en los Estados Unidos, donde enfrentó lo que en los papeles era un diálogo con estudiantes de la Escuela de Gobierno de una de las universidades más prestigiosas del mundo, pero en los hechos terminó siendo algo muy parecido a un acto político destinado a cuestionar no sólo su figura sino también su programa de gobierno.
“La libertad de expresión está en peligro en la Argentina. La presidenta Cristina Kirchner se niega a ofrecer conferencias de prensa, ataca a los medios que se le oponen y demoniza a los opositores que piensan distinto que ella. El acceso a la información es esencial en la democracia. Sin embargo, los ciudadanos argentinos encuentran cada vez más dificultades para acceder a esa información. Por eso le pedimos que tome un minuto de su tiempo para hacerle las preguntas que la gente en la Argentina no puede realizar a sus gobernantes.”
El texto corresponde a uno de los panfletos que el jueves circularon desde temprano en las puertas del edificio de Harvard en el que iba a exponer la presidenta, e incluye una serie de 15 preguntas para hacerle a la mandataria argentina. Cualquier relación entre esa presentación y la muletilla que varios de los jóvenes emplearon para preguntar (cuando celebraban la posibilidad que les está vedada a los argentinos) es una pura coincidencia.
Las preguntas iban desde la ya desmentida versión de que el Indec afirmaba que en la Argentina se podía comer por seis pesos, que uno de los estudiantes de Harvard realizó en términos muy similares a los del panfleto; hasta las restricciones para la compra de dólares (también formulada), pasando por una que plantea: “Qué quiere hacer el gobierno argentino el 8 de diciembre con el Grupo Clarín y su conglomerado de medios.”
Siete de las diez preguntas que le fueron formuladas a la presidenta estaban en ese panfleto, que varios de los estudiantes tenían en sus manos a la hora de preguntar. “Tenés mala memoria que tenés que leer”, preguntó irónica Cristina a un estudiante venezolano que tenía un papel en su mano frente al micrófono.
“No pregunto lo que quieren ellos”, anticipó un estudiante que se presentó como salteño y luego consultó a la mandataria argentina sobre el rol de la responsabilidad social en el desarrollo económico. Nunca aclaró quiénes eran “ellos”, aunque su advertencia daba cuenta de una organización previa para la realización de las preguntas.
También aparece en el panfleto la pregunta sobre la perspectiva de la re-reelección. Esa fue la que efectuó Juan Ignacio Maquieyra, ex asesor del ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, autor intelectual del 0-800 para receptar denuncias sobre la actividad política en las escuelas. Maquieyra es además uno de los fundadores y secretario general de Generación Argentina Política, una agrupación de la juventud del PRO cuya sigla es idéntica a la de una conocida marca de ropa estadounidense (GAP) y convoca a encuentros de militancia en el After Oficce en el Bar Mística.
“Queremos conformar una dirigencia política profesional que sintetice conocimiento académico con praxis política de manera tal de poder transformar efectivamente la realidad”, sostiene GAP desde su página web.
Maquieyra, quien rescindió su contrato con el Ministerio de Educación porteño antes de viajar dos meses atrás a Boston, destacó en su pregunta que estaba agradecido de poder efectuar las preguntas que el resto de sus compatriotas no pueden hacer y según informó la agencia Télam luego reconoció en diálogo con periodistas argentinos que las preguntas que se le iban a hacer a la presidenta fueron coordinadas previamente.
Las preguntas de los estudiantes de Harvard y las respuestas de la presidenta argentina generaron ayer una amplia repercusión. Lucía, una ex estudiante de Harvard que participó del evento, consideró “lamentable el papel que hicieron los argentinos ahí”.
“El nivel de las preguntas era el de un taxista que leyó el diario Clarín de esta mañana. Uno esperaba preguntas más interesantes. Se desaprovechó una oportunidad. Le podrían haber hecho a la presidenta muchas preguntas interesantes”, dijo la joven en diálogo con Víctor Hugo Morales.
A la vez, residentes argentinos recibieron llamados y correos con convocatorias a un cacerolazo que, según contó a la agencia Télam un argentino que desde 1974 reside en Boston, “claramente apuntan a usar a la gente”, a pesar de definirse como un “claro opositor a Cristina” que sólo “quería escucharla en primera persona”.
En la larga fila que ocupaba toda la extensión de la calle Kennedy, a metros de Harvard Square, un grupo de argentinos repartía tarjetas rojas y panfletos, ambos con la firma de la American Task Force Argentina (ATFA) que integran estadounidenses acreedores de fondos buitre (ver aparte).
Ese armado recordó al cacerolazo que el martes un grupo de argentinos efectuó frente al hotel en el que se hospedaba la mandataria en Nueva York. En ese caso, Tomás Pérez Alati, uno de los promotores de la protesta que se presentó como becario de Derecho en los Estados Unidos, es miembro de una familia estrechamente vinculada al poder en la Argentina.
Su padre, Jorge Pérez Alati, es uno de los socios del estudio de abogados Pérez Alati, Grondona, Benites, Arnsten & Martínez de Hoz (h), reconocido por sus reiteradas defensas de empresas extranjeras que litigan contra la Argentina en el CIADI (el centro de resolución de controversias del Banco Mundial) por disputas económicas luego del estallido de 2001.
Militantes del PRO, argentinos que operan a favor de fondos buitre que reclaman contra la Argentina e integrantes de familias patricias que defienden a multinacionales contra el país, todos elementos de un mecanismo aceitado que tienen cuentas pendientes con la presidenta.
Militante por el cierre de grados:
En 2010, durante una tensa reunión por el cierre de 258 grados, fue el novel estudiante de Harvard el encargado de encaminar las negociaciones con los enfurecidos docentes.
“¿Podés decir qué respuesta tiene Macri ante el cierre de grados? Quiero llevarme una respuesta ahora sobre si van a  amontonar más a los pibes, lo que va en detrimento de su educación”, pidió uno de los delegados.
“Te puedo dar la respuesta, pero no te va a gustar”, anticipó Maquieyra.
“Eso es una forma elegante de decir que vas a cerrar los grados”, le contestaron los docentes.
Minutos después la reunión parecía llegar a buen puerto cuando se decidió convocar a un encuentro de trabajo para encontrar una solución al problema. “¿Va a ser una reunión de trabajo o con una movilización en la puerta?”, chicaneó el joven PRO.
“¿Te preocupa mucho eso?”, le consultó uno de los docentes. “No, pero si el ánimo es trabajar…”
“Hay gente que no cobra hace ocho meses y sigue yendo a trabajar, así que el último comentario te pido que lo reveas”, le exigió uno de los docentes.
  •  Ecos de la matanza:
Varios referentes políticos y sociales del kirchnerismo con fuerte presencia territorial en el Gran Buenos Aires destacaron los avances sociales y educativos en La Matanza y criticaron a los medios de comunicación que “distorsionaron”  las palabras de la mandataria sobre el distrito en Harvard. Además, la jefa de Estado envió ayer por medio de la red social Twitter un saludo “muy grande, de corazón, para toda La Matanza”, afirmó que “ayer en Harvard me acordé mucho de ustedes” y comparó: “cuando conozco otros lugares en vivo y en directo, cada vez los quiero más”.
El intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, interpretó que las palabras presidenciales se efectuaron en un “tono irónico” y señaló que algunos medios de comunicación hegemónicos “distorsionaron las palabras de la jefa de Estado porque están desesperados”. Esos medios argentinos, observó Espinoza, “utilizaron a los estudiantes de Harvard como mascarón de proa. Es lamentable”, evaluó.
El intendente matancero también fundamentó que el cambio que tuvo el distrito y la región “se demuestra en el crecimiento de la universidad, ya que en el 2003 había 10 mil alumnos y en el 2012 hay 40 mil, siendo que el 80% de los graduados son la primera generación de universitarios en sus familias”, celebró.
El diputado nacional Edgardo Depetri criticó: “Nos resulta extraño y lamentable que Daniel Martínez, rector electo a dedo en el ’97 de la Universidad de La Matanza, salga de manera lastimera a prestarse a la operación mediática montada por el Grupo Clarín y sus satélites.” Martínez se mostró ayer “dolido” y consideró que se trató de una “frase desafortunada” de la presidenta.
Por su parte, el diputado nacional Carlos Gdansky remarcó que “el proyecto político que implementó el presidente (Néstor) Kirchner y ahora Cristina Fernández le ha dado respuestas siempre a los habitantes de La Matanza, que tuvo un avance social muy importante en los últimos años”. El secretario de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación, Martín Gil, consignó que “la Universidad de La Matanza tenía un Presupuesto en 2003 de $ 31 millones y en 2012 llegó a $ 264 millones. (Con las políticas del gobierno) se consiguió que muchos habitantes del Conurbano Bonaerense puedan acceder a la educación superior, eso es lo importante.”
Por su parte el legislador del FPV y uno de los máximos referentes del Movimiento Evita Fernando Navarro analizó: “Es obvio que lo que dijo la presidenta es claramente una sutileza, una ironía frente a alumnos en Harvard que preguntaban con la agenda de los medios fuertemente opositores a este gobierno, lo cual no está mal pero es bueno aclararlo”, subrayó.

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sábado, 29 de septiembre de 2012

Más ricos... más pobres



Por Osvaldo Bayer

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La noticia estalló justo cuando estaba yo por dejar Alemania para regresar a la Argentina. Los titulares de los diarios lo decían todo: “Certificado de pobreza para un país rico”, “Los ricos de Alemania cada vez más ricos”, “Los pobres siguen pobres; los ricos, más ricos”. Y los que titularon así no son diarios de izquierda, no. Dos de ellos son de tendencia liberal y el otro, conservador. Sí, el informe oficial del gobierno conservador-liberal de Alemania fue como un campanazo de alarma. Ese informe oficial fue presentado por la ministra del gobierno Von der Leyen, del conservador Partido Demócrata-Cristiano. Es decir, no son cifras elaboradas por la izquierda o por algún centro de estudiantes. No. Es nada menos que el informe oficial. Pero en ese informe hay más para asustarse: se ha comprobado que el 10 por ciento de la población posee el 53 por ciento de la riqueza nacional; el 40 por ciento (que conforma la clase media) posee el 46 por ciento de esa riqueza; y el resto, el 50 por ciento de la población, es decir, la mitad de los habitantes totales posee apenas el uno por ciento de la riqueza. Sí, tal cual. Parece increíble. Pero, repetimos, fue presentado oficialmente por el propio gobierno.
Por supuesto, el debate comenzó en todas las esferas. “Alemania no es pobre, pero cada vez más se abre la tijera de la diferencia entre ricos y pobres”, dice con algo de tristeza el diario conservador de Bonn General Anzeiger. Los socialistas salieron a la palestra exigiendo el aumento de los impuestos a los magnates acaudalados. Y en seguida la respuesta conocida: no, no se pueden aumentar los impuestos a los ricos porque si no se llevan esa riqueza a otro país. Y dejan sin trabajo a la gente. Un conocido argumento basado en el miedo a quedarse sin ricos y convertirse todos en pobres. El periódico Frankfurter Rundschau es fuerte en su editorial bajo el título “Así no puede seguir”. Y comienza: “Los alemanes son cada vez más ricos. No es así, la verdad es que los alemanes ricos son cada vez más ricos”. Y llega a la conclusión de que se ha llegado a eso por “la repartición totalmente desigual de la fortuna pública”.
Eso ocurre en la denominada “joya económica de Europa”. El análisis del reparto de la riqueza en los Estados Unidos de Norteamérica daría cifras para asustarse y quedarse mudo. Y entonces nace la obligada pregunta fundamental: ¿ésas son las auténticas democracias? ¿La palabra democracia no tendría que estar uniendo las palabras libertad con igualdad? Todo lo contrario: cada año, en esos países “modelo” aumenta la desigualdad. Por ejemplo, en Alemania, en 2008, el 10 por ciento que conforma la franja de los pobladores más ricos contaban con el 45 por ciento de la fortuna privada total; cuatro años después esa parte ha subido el 53 por ciento. ¿Qué pasará dentro de diez años? Mientras tanto, Alemania tiene cerca de tres millones de desocupados que cobran una ayuda por cierto muy modesta. El diario bávaro Münchner Merkur titula “Dinamita bajo el fundamento de la democracia” y protesta porque cada vez más “la democracia es desgastada por una masa de población que se va empobreciendo mientras aumenta cada vez más la riqueza de la clase alta”. “Alemania se ha convertido en una sociedad de clases”. La única democracia que poseen los pobres es poner el papelito en las urnas cada dos años, igual que los ricos. Y aquí cabe de nuevo la pregunta: ¿es ésa una auténtica democracia?
Un golpe severo para el gobierno de su propio partido, la Democracia Cristiana acaba de ser asestado por uno de los hombres fundamentales en la historia de ese partido político, Heiner Geissler, que fue secretario general de esa organización durante doce años (desde 1977 a 1989). En el congreso partidario de Rhein-Sieg declaró que “El mundo ha caído en el desorden porque la política y la economía han perdido sus fundamentos éticos”. Y agregó mencionando al gobierno de su propio partido: “ya no poseemos nosotros una economía social de mercado sino llanamente el capitalismo”. Y dio esta meta: “necesitamos un sistema de mercado social-ecológico internacional. Ahora se ahorra a costo del ser humano. Esto lo tiene que tener en claro la Democracia Cristiana porque actualmente hay en el mundo dinero como trigo y dinero como mierda. Y nos representa la gente falsa”. De paso criticó a la Iglesia Católica diciendo: “La Iglesia no tiene que renunciar a sus obligaciones sociales, y no sólo dedicarse a la liturgia y a un falso alejarse de lo llamado mundanal”.
Algo para reflexionar. Y es que no salieron estas palabras de algún “agitador” de izquierda, sino de un hombre de la escuela de Adenauer y Kohl.
Ante las realidades lo bueno es que comience por fin un debate constructivo que ayude a salir de la crisis en que se encuentra el continente europeo.
Regreso a Buenos Aires. Me encuentro con mi amigo de muchos años, el pastor evangélico Arturo Blatezky, representante de la comunidad luterana alemana en la Argentina. Lo veo al borde de la de-sesperación. El tiene en Quilmes un comedor infantil y además instituciones pedagógicas en las que asiste a niños de villas de extrema pobreza en esa localidad bonaerense. Yo he visitado esos lugares y admiro a este hombre y a sus ayudantes. Dar de comer a los niños más humildes de nuestra sociedad que tienen hambre. ¿Qué mejor papel hay en la vida que eso? Los niños. Ver sus ojos. Llenarlos de esperanza y mostrarles la mano abierta que le niega la realidad.
Me explica: desde hace meses, el gobierno bonaerense no da la ayuda estipulada a los comedores infantiles ni paga las becas para los asistentes que mantienen con su trabajo esos lugares tan necesarios para mantener la paz y alejar la violencia de nuestras ciudades: los niños con hambre, los niños que necesitan sonrisa a través de las manos docentes que los ayudan a soportar su destino no buscado.
En este hombre y en su mujer, Claudia Lohff, existe una pasión por la ayuda a los más desamparados de nuestra sociedad, los niños de nuestras villas miseria y sus madres. Primero crearon el jardín maternal Los Angelitos y luego el jardín de infantes El arca de los niños. Los he visitado varias veces, son lugares en los que los niños se sienten felices, se los oye reír, conversar, gritar, pegar saltos de alegría. Es crear vida sostener esos lugares. Crear futuro sin violencia. Son totalmente gratuitos, para niños de 3 meses a 5 años, funcionan de lunes a viernes de 7 a 17 horas. Se les dan a los niños tres comidas diarias, se los cuida en la salud y la higiene, y se les da actividades pedagógicas, descanso y recreación. Concurren 130 niños y niñas de las familias más pobres y desprotegidas de las zonas marginales de Quilmes. Acompañan a las madres y a los padres (si los hubiere) en sus gravísimas dificultades de supervivencia diaria. Son todas familias consideradas “de riesgo”, sin trabajo, en viviendas absolutamente precarias, en hacinamiento, con problemas de alcohol y drogas, o con sida, violencia familiar, abuso de menores y la discriminación que sufren diariamente por parte de la “sociedad”. Es decir, estas manos abiertas ayudan a que se respeten los Derechos Humanos del Niño. El pastor Arturo Blatezky pertenece al Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos (MEDH) y protegió en este lugar quilmeño a familias de desaparecidos, presos y perseguidos por la dictadura militar.
Para el funcionamiento de estas increíbles iniciativas contó con el apoyo de organizaciones de derechos humanos de Alemania. Son ya tres décadas de existencia y por supuesto dependen en gran parte de las ayudas estatales de la provincia de Buenos Aires, que ahora no reciben más y la situación es muy difícil por el aumento de los costos de alimentos y servicios. De pronto, la obligación profundamente moral que tienen las autoridades provinciales fue olvidada o postergada. Por eso, el jueves pasado, más de cuatro mil personas hicieron una marcha hacia la casa de gobierno de La Plata a pedir al gobernador Scioli su inmediata intervención. Pero pese a todos los trámites realizados, no fueron recibidos.
No podemos dejar de dedicar estas líneas a este profundo problema de nuestra sociedad. Creemos que finalmente las autoridades reflexionarán. Se trata de nuestros niños. Sí, nuestros, porque nos pertenecen a todos como sociedad y somos responsables de ello. Nunca más permitir niños con hambre en nuestras calles. Nunca más. Es un deber de todo país democrático.

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El ministro de Educación, Esteban Bullrich, dijo que se trataba de "una comunicación del año pasado"



La justicia prohibió el instructivo del PRO para denunciar las tomas


Por DIEGO IGAL

La jueza Elena Liberatori hizo lugar al planteo de UTE-CTERA y legisladores porteños, y dejó sin efecto el protocolo distribuido sin firmas ni membretes. Justamente, ese detalle fue calificado por la magistrada como "burdo artilugio".


La jueza Contencioso Administrativo y Tributario porteña Elena Liberatori resolvió dejar sin efecto el instructivo que el Ministerio de Educación local dio a directores de colegios tomados para uniformar el procedimiento ante la ocupación de instalaciones por parte de los estudiantes secundarios contra la reforma curricular. En una resolución de siete carillas difundida ayer por quienes la presentaron (el sindicato UTE-CTERA, el ex diputado Gonzalo Ruanova, los legisladores porteños Francisco Nenna y María José Lubertino, y los miembros de la Defensoría General Mario Kestelboim y Roberto Gallardo), Liberatori descalificó la orden escrita por no tener formas administrativas (firma, fecha, membretes) que, según ella, se omitieron como "burdo artilugio" para eludir los fallos judiciales de 2008 y 2010 que habían suspendido la pretensión del mismo ministerio para que las directivos escolares vayan a la policía a identificar y denunciar los líderes de las tomas.
El ministro de Educación Esteban Bullrich aseguró ayer que el instructivo anulado es una comunicación del año pasado y admitió que no representa acto administrativo ni tiene validez legal.
El documento en cuestión fue distribuido por la subsecretaria de Gestión Educativa y Coordinación Pedagógica, Ana Ravaglia, en las reuniones que desde el martes mantuvo con cargos jerárquicos de las escuelas en conflicto. Tiene cinco puntos y puntualiza que "en caso de toma del edificio, el Rector/Director como responsable legal del establecimiento deberá a) dar cuenta del hecho a las Direcciones de Área y General; b) concurrir inmediatamente a la comisión de la jurisdicción del establecimiento, a efectos de denunciar la 'situación de toma' (NO DENUNCIAR PERSONAS) (sic). Los ilícitos que se estarían configurando –según el criterio del fiscal– pueden ser violación de domicilio o usurpación (ambos delitos) y la contravención del art. 58 (ingreso o permanencia de personas en lugar público/privado contra la voluntad del titular)." Luego, llama a dar el nombre y teléfono celular de un abogado de la Dirección de Coordinación Legal e Institucional para que concurra a la fiscalía a empujar la causa. En último término, el papel ordena que "este instructivo deberá aplicarse independientemente de: labrar acta correspondiente; avisar a los padres de los alumnos; llamar al SAME; dar aviso al Consejo de los derechos de los niños/niñas y adolescentes."
Para Liberatori, el documento es similar a los memorandum de 2008 y 2010 que en su momento suspendió la justicia. "Pareciera ese dicho vulgar, que dice que si sólo tengo un martillo, todo lo veré como un clavo", reprochó en el fallo, en el que también recordó que "los estudiantes están haciendo uso de derechos constitucionales" y que las autoridades pretenden reprimirlo "fuera de un marco mínimo de legalidad".
El defensor Gallardo mencionó que una de las falencias de este instructivo "es que viola claramente el derecho a la protesta legítima de los sectores estudiantiles y trata vanamente de insertarlos en supuestas violaciones a los ordenamientos penales, confundiendo lo que es una protesta con lo que sería una usurpación o un delito contra la propiedad privada, en este caso se trata de establecimientos públicos, con lo cual no hay propiedad privada afectada". «

38 escuelas tomadas sin respuestas
Un total de 38 colegios seguían tomados ayer por alumnos al finalizar la segunda semana de protestas contra la reforma curricular en el nivel medio. Los establecimientos ocupados son los artísticos Juan P. Esnaola, Rogelio Yrurtia, Lola Mora, Fernando Arranz, Danzas 2; las técnicas Otto Krause, Osvaldo Magnasco, Fernando Fader, Paula Albarracín de Sarmiento, Luis Huergo, Ingeniero J. L. Delpini, Cornelio Saavedra, Hipólito Yrigoyen, Norberto Piñero, General José de San Martín, Fundición Maestranza del Plumerillo, Eduardo Latzina y Hogar Naval Stella Maris; la de jardinería Cristóbal M. Hicken; las Media 1, 3 y Claudia Falcone, Julio Cortázar, Rumania; las de Comercio 8, 23, 30 y 33; los Nacional 17 y 19, los Normales 1, 2, 6, 7, 8 y 10 , el Alberto Larroque y el Instituto de Enseñanza Superior Lenguas Vivas Juan Ramón Fernández. La semana próxima podrían sumarse más.
En tanto, pese a la movilización del jueves, el ministro de Educación Esteban Bullrich insistió que no recibirá a los estudiantes porque ya mantuvo "más de 100 reuniones" con directivos a los que no quiere desautorizar porque "hay un sistema que tiene un determinado canal de diálogo formal". También reiteró que lo que se cuestiona "es una reforma técnica, no política ni de Macri ni de Bullrich". Sobre la continuidad indefinida del conflicto, Bullrich se mostró confiado en que "va a haber racionalidad".

viernes, 28 de septiembre de 2012

INFORME MAQUIEYRA








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"Es de bajo nivel poner a estudiantes como voceros del PRO"

En diálogo con CN23, el diputado por el FpV, Edgardo Depetri, analizó la gira de Cristina por EE.UU. y se refirió a las preguntas que le hicieron los estudiantes de la Universidad de Harvard: "Algunas no fueron preguntas, sino chicanas y provocaciones". El asesor PRO que le preguntó a la Presidenta.




Tras la visita de la presidente CristinaFernández de Kirchner a Estados Unidos, el diputado por el Frente para la Victoria, Edgardo Depetri, dialogó con CN23 y sostuvo que fue "una gira clave y digna, más allá de alguna provocación e invento".
"Yo creo que hay una campaña que está instalando temas. El cacerolazo fue un bochorno. Esto estuvo organizado por sectores opositores", explicó.
"Me parecieron preguntas de muy baja calidad, muy chicaneros y plantenado la agenda del Grupo Clarin. Me parece que se perdió una gran oportunidad. Algunas no fueron preguntas sino provocación", destacó.
"Acá hay una fecha clave que es en diciembre. Algunos quieren enrarecer el clima, por eso es lamentable las declaraciones del rector de la universidad de La Matanza que se hizo eco de La Nación y Clarín", agregó.
“Estamos orgullosos de tener como Presidenta a Cristina Fernández de Kirchner que se planta en la ONU, en Harvard o donde sea a defender a los 40 millones de argentinos porque es la síntesis junto a Néstor de las mejores experiencias de nuestro pueblo. Unidos, organizados y solidarios seguiremos transformando nuestro país y Latinoamérica”, concluyó Depetri.

TIEMPO ARGENTINO

 

domingo, 23 de septiembre de 2012

Buenos Aires y el país



Por Mempo Giardinelli

La marcha de protesta del jueves 13 sigue dando que hablar. Y está bien, no hay dudas de que fue una manifestación significativa y a esas demostraciones siempre es necio ningunearlas. El Gobierno bien hará en tomar nota de algunos reclamos.
Por eso no importa si la manifestación fue mayor o menor de lo que muchos esperaban. Fue nutrida y se comprende, porque en realidad no tuvo nada de espontánea. Se preparó muy bien: desde dos semanas antes era notable el papel movilizador de las redes sociales, y además el macrismo –aunque lo niegue– fogoneó entre bambalinas. Lo cual es lógico: gobiernan la ciudad, el año pasado obtuvieron el 60 por ciento de los votos y el intendente Macri tiene ambiciones presidenciales. Habría sido estúpido no operar en las sombras, como ahora lo es negarlo.
Del mismo modo, habría sido más sincero admitir que estuvieron detrás de la marcha. De hecho, TN se pasó toda esa noche aupando a personajes patéticos, como un irrecuperable señor Fernández, el pobrecito señor Bárbaro y el astuto millonario colombiano que es un todo terreno para definiciones apocalípticas, hasta que “recibieron” una llamada dizque espontánea del señor Macri.
Eso explica que la inmensa mayoría de los manifestantes fueron contra el gobierno nacional, pero no dijeron una sola palabra de la censura a los maestros porteños, la desatención hospitalaria o el negociado del Hospital Borda, y nada de los subtes abandonados, ni la mugre y la contaminación de todo tipo que impregna a Buenos Aires. Con todo lo cual estoy diciendo que fue un fenómeno, una vez más, porteño.
Cierto que se reprodujo con asistencias variadas en algunas (pocas) ciudades del interior, pero fue un asunto porteño. Un movimiento político, como tantos otros que se produjeron y producen, de la capital del país. Donde vive entre el 10 y el 15 por ciento de la población, buena parte de ella aturdida por el sonido y la furia de la exasperación, el resentimiento y la ansiedad.
En el Chaco, por ejemplo, ese jueves a la hora de la marcha no pasó nada. Y en la mayoría de las provincias, tampoco. Y me parece válido el señalamiento porque ya es tiempo de que alguien les diga a las dirigencias porteñas que muchos argentinos, millones, estamos hartos de esa soberbia capitalina que se apropió de nuestro gentilicio y cree representarnos.
Cierto que no se puede tapar el cielo con un dedo, pero tampoco cabe darle dimensiones nacionales a todo lo que sucede en un distrito históricamente remiso a las continuidades democráticas. ¿O hay que recordarle al país que todos los golpes de Estado se gestaron y produjeron en Buenos Aires? Todos los fragotes, todas las protestas populares, todas las inestabilidades destituyentes y todos los festejos ligeros fueron y son allí. Como si llenar u ocupar la Plaza de Mayo fuese una gesta representativa de la voluntad de la nación argentina. No lo es.
Por eso no hubo cacerolazos importantes más que en media docena de puntos del país, precisamente allí donde se hace eco el discurso neoliberal de muchos nostálgicos de Videla y de Cavallo, de Menem y del uno a uno que nos fundió la economía. Pregunten en Córdoba o Mendoza, por caso.
Es innegable que hay un sector de nuestra sociedad que está muy enojado. No hay que descalificar ese enojo, ni subestimarlo. Pero tampoco hay que atribuirle una importancia que no tiene. En ese contexto hay que subrayar que Buenos Aires no nos representa y es hora de que lo digamos. El otro día, un flaco, en el bar al que suelo ir, hizo este comentario, obviamente en broma: “¿Viste Cataluña? Quieren independizarse. ¿Qué tal si ayudamos a los porteños a que hagan como Cataluña?”. Enseguida saltaron dos de otra mesa, que entre maníes y quesitos hicieron su aporte: “Aguante la independencia porteña”, dijo uno al que llaman Toto. “Macri presidente, pero de Boca Unidos”, se carcajeó un tercero, para provocar a los correntinos del otro lado del río. Hubieran visto las caras de la concurrencia, los comentarios.
Curiosamente, fueron dos porteños notables que suelen enfrentarse en el debate intelectual los que, en mi opinión, mejor leyeron la manifestación. Horacio González, agudo y sereno como siempre, reconoció la realidad y señaló con justeza las posibles luces amarillas que el kirchnerismo debería visualizar. Y Beatriz Sarlo, con lucidez y atenuada ironía, recordó que “la clase media no debe convertirse en una clase maldita”, pero señalando a la vez lo que definió como “el drama” con estas palabras: “Detestar al kirchnerismo no produce política. Y hoy, en cualquier lugar del mundo, afirmar la primacía absoluta de los derechos individuales (yo hago lo que quiero con lo mío) es una versión patética y arcaica de lo que se cree liberalismo”.
En una democracia, la oposición y todos los disconformes con el gobierno de turno tienen todo el derecho de organizarse, como también tienen el deber de hacerlo. La libertad en la Argentina es absoluta y para ellos sólo debiera tratarse, entonces, de que se preparen para ganar las próximas elecciones y después las de 2015. Si es que pueden. Y si no, acompañar, les guste o no.

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sábado, 22 de septiembre de 2012

Cada loco con su tema



Por Sandra Russo

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Hace unos meses, desde los medios monopólicos hubo un ataque a la expresión “batalla cultural”. Varios editorialistas salieron a impugnarla a coro, a través de un mecanismo que se aplica en muchos otros casos: tomaron la parte por el todo, agitaron la palabra “batalla” y suprimieron el significado de “cultural” –que es lo que constituye el concepto–: ya a solas con la “batalla”, cualquiera que defendiera los términos de la batalla cultural que atraviesa a este país desde hace nueve años estaba, según interpretaron, “en guerra”. Ellos no, ellos estaban presuntamente en paz.
Esa operación de sentido era afluente de la otra, más amplia, que termina en la frase hecha, la pancarta de cacerolos, el comentario del taxista aripalucheado o la queja del miembro del consorcio: el Gobierno está lleno de Montoneros y la yegua se tiene que ir. Esta vez, sin embargo, la palabra “yegua” no fue de las más usadas. Se escuchó mucho más maldecir, directamente, a “la Presidenta”, aunque fuera para gritarle que se vaya con su esposo –esto es: desearle la muerte–, o para dirigirle odio explícito.
Una primera conclusión en materia de batalla cultural en su acepción más rasa y fundante, que es la que transcurre no en el discurso, sino directamente en el lenguaje, es que a cuatro años de 2008, la palabra Presidenta ha sido institucionalizada, aun en el griterío insultante. Del grito insultante –más visceral cuando sale de bocas femeninas, que para fulminar a otras mujeres hemos sido disciplinadas– se desprende también que la palabra “Presidenta” ha sido cargada con desprecio, y así permanecerá después del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner para esos sectores, mientras para los que defienden este modelo de país esa misma palabra adquiere cada día más los atributos de la resistencia o los ovarios, al mismo tiempo que los de la conducción.
Así, en el plano duro del lenguaje, se inscribe un ejemplo, uno fuerte, de lo que implica una batalla cultural. Esa batalla se libra porque de su resultado dependen entre muchas otras cosas las cargas valorativas de las palabras que usamos, con las que nos comunicamos. La palabra “yegua” fue un insulto hasta que miles de mujeres expresaron colectiva y libremente su valoración positiva de ese significado: lo resignificaron y lo neutralizaron como insulto.
No se trata de estar a favor o en contra de una batalla cultural. Es algo que sucede, algo que acontece más allá de una voluntad individual. Hay referentes, hay nombres propios, pero en una sociedad no se despliega una batalla cultural si colectivamente no hay esqueleto para sostenerla. Se puede estar de acuerdo o no, incluyendo todos los matices posibles, con los modelos culturales en pugna, y ya. No hay proyecto de poder en el mundo que se haya implantado sin una lectura general de la historia y un corpus de valores que van tallando lo que una sociedad ve bien o mal. Si hay batalla cultural, en principio, lo que hay son precisamente dos o más maneras de estar en un momento y en un lugar históricos precisos. No hubo esa chance, masivamente, hasta 2003. Más allá de la lectura que se haga del kirchnerismo, al menos esto debería reconocérsele, porque si no quedan sin explicación hasta las cacerolas. Muy diferentes a las de 2001, esta vez salen a resistir ellas también por un modelo de país que, para su impotencia, no es el que vota la mayoría.
Si hasta el 2003 no había batalla cultural, y el statu quo era el inequívoco que se planteaba en las aulas, en las propagandas de detergente y autos cero kilómetro, en los discursos políticos y militares, en las entrevistas televisivas y en los contenidos de los noticieros, era porque no había pugna. La carencia de puja cultural era una de las características del Pensamiento Unico, que por otra parte ha empezado a ser usado metafóricamente por los sectores conservadores como sinónimo de hegemonía.
La hegemonía del Pensamiento Unico, sin embargo, tiene características precisas, ubicación temporal e ideológica, y sostiene un modelo cultural también específico, afín a la idea de supremacía que deviene de la idiosincrasia norteamericana. En los miles de pliegues de poder que se expanden desde el núcleo a la periferia, globalmente y en cada país, la hegemonía del Pensamiento Unico que puso en marcha en los ’60 el Consenso de Washington, se pudo observar –y se observa hoy en los sectores que inexplicablemente tienen saudades de su propia ruina– esa idea de supremacía salpicando numerosas cuestiones: los países grandes tienen supremacía sobre los países chicos, los blancos tienen supremacía sobre los negros, los hombres tienen supremacía sobre las mujeres, los viejos sobre los jóvenes, los trabajadores de servicio sobre los trabajadores manuales, las capitales sobre las provincias, los vecinos del country sobre los del asentamiento, y así sigue la lista de la que sólo puede surgir un tipo de democracia liberal que mantenga al Estado no como árbitro entre sectores fuertes y débiles, sino como garante de la supremacía de los grupos dominantes.
El neoliberalismo se implantó en la Argentina sin librar ninguna batalla cultural. No le fue necesario. Para ahorrar explicaciones, basta regresar a un año: 1989. El año en el que ganó Menem las elecciones, y el año en el que cayó el Muro de Berlín. El menemismo arribó a un mundo plano, en el que no había oponentes. Las izquierdas estaban deshechas o malformadas. La resistencia fue silenciosamente tirada debajo de la alfombra. El reino del individuo hedonista, egoísta, encapsulado, apolítico, fóbico, banal, líquido, se instaló con suma adaptabilidad al individuo que había crecido en dictaduras, y que aceptaba, manso, que todo a su alrededor se incendiara mientras su islote siguiera flotando. Las dictaduras primero y el neoliberalismo en democracia después, borraron durante décadas la idea y el impulso del gesto colectivo y la acción política.
A lo largo de los años que pasamos sin que la batalla cultural cobrara tanto cuerpo como para pulsear por cambios reales, no todos estuvimos papando moscas. Formábamos parte de distintas minorías que nunca se ponían de acuerdo y siempre perdían las elecciones. No había engrudo que aguantara a todos, y la derecha sí sabía alternarse y travestirse, llamándose peronista o radical. Aun así, aun sin una opción política en común, a lo largo de todos esos largos años de saqueo y desfachatez, hubo banderas que compartimos y muchos senderos que recorrimos juntos, dando peleas culturales como la que en su momento expresó Teatro Abierto, la que rodeó al Teatro San Martín, la que llenó de bandas cada barrio, la que nos arrimó al cine de autor, la que nos llevó de viaje por Tilcara o El Bolsón, la que nos enseñó el trabajo voluntario, la que nos reveló a la trova cubana, la que veinte años después nos reveló a Calle 13, la que nos hizo preferir, en fin, como al Serrat que es como un Gardel, ser partidarios de las voces de la calle más que de las del diccionario, de los barrios más que del centro de la ciudad, de los artesanos más que de la factoría, de la razón más que de la fuerza, del instinto más que de la urbanidad, la que nos hizo preferir querer a poder, palpar a pisar, ganar a perder, besar a reñir, bailar a desfilar, volar a correr, hacer a pensar, tomar a pedir. Es de ese lado de la cultura que nos poníamos, porque hemos sido siempre ésos, con nuestras torpezas y nuestros desencuentros, pero ésos. Y nunca esos otros que han preferido y siguen prefiriendo exactamente todo lo contrario.

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viernes, 21 de septiembre de 2012

Los que se escudan en las cacerolas




Si algo queda claro del cacerolazo es que no les gusta el kirchnerismo. Poco importan las consignas que esgriman, porque sólo son excusas. Lo sorprendente será, en todo caso, que algunas fuerzas políticas se animen a convertirlas en un programa político. Y ya aparecieron los primeros voluntarios, por supuesto. Mientras tanto, con espontaneidad, los gorilas 2.0 están preparando otra muestra de percusión culinaria para fin de mes, quizá con más asistentes y con un renovado mosconeo de excusas. Tal vez la protesta cobre nuevos bríos cívicos con la defensa por el procesamiento a notorios periodistas espías o por la inevitable aproximación de la fecha de caducidad para el mayor grupo mediático de nuestro país. Estas minorías protestonas intentarán transformar un avance de la justicia democrática, en todo lo contrario. Porque no entienden o porque sí entienden, pero lo harán. Con o sin intención, harán un aporte a la agenda informativa de las propaladoras de estiércol y se convertirán en peones de los carroñeros que ven próximo el fin de su supremacía en la manipulación del sentido común. El sobredimensionamiento que se ha dado a estas manifestaciones minoritarias e individualistas permite apartar de la agenda la presentación del Informe Mosconi y el anuncio de una investigación profunda sobre el origen de nuestra deuda externa. Cuando los resultados salgan a la luz, los ciudadanos comprenderemos el porqué de tanta desesperación.
Por supuesto que van a llevar como bandera la defensa de la “libertad de expresión”, uno de los principios más distorsionados de los últimos tiempos.Los que se escudan en este derecho no tienen reparos en pisotearlo con su malintencionado accionar. Detrás de él esconden mentiras, operaciones, tergiversaciones y amenazas. Detrás de él están los eternos que siempre han gobernado desde las sombras los destinos del país, con un saldo negativo para el resto de los ciudadanos. Aunque les importe tres pepinos la República y la Democracia, se autoproclaman como sus defensores. Aunque derraman litros de lágrimas cuando descubren a un pobre para montar su show, jamás han escatimado esfuerzos para escamotear las riquezas del país. Aunque se conduelan con las víctimas de la inseguridad que ellos amplifican, no han dudado en asociarse con la peor de las dictaduras para acrecentar su poder, a costa de silenciar los crímenes más atroces. Poderosos, eternos y malvados que se presentan como víctimas de un autoritarismo que no existe, como si fueran inocentes corderitos acosados por lobos hambrientos.
Y como ven amenazado su poderío y temen quedar al descubierto, redoblan sus esfuerzos para alimentar los prejuicios de los que no ven más allá de su nariz. Por eso las protestas contra la Cadena Nacional, que ocupó tan sólo 15 horas contra las casi 6000 que tuvieron a su disposición para envenenar con sus panfletos. Por eso un manifestante exigió que La Presidenta dé conferencias de prensa en lugar de usar La Cadena. Y agregó “así no me obligan a escucharla”. La “operación cadena” pergeñada por Clarín, satélites, laderos y siervos tuvo el éxito de convertir en atropello algo que es perfectamente legal. Además, tal vez muchos de los que claman excitados que no soportan escucharla, jamás lo han hecho. Y desde la desinformación y el prejuicio, esta minoría protestona embiste contra la voluntad de las mayorías. Como ya se dijo en un Apunte anterior, las mayorías deben respetar los derechos de las minorías, pero no sus privilegios. El de evadir y fugar a cuatro manos mimetizado con la consigna “no nos dejan salir del país”, por ejemploPara que quede claro, el evasor no es un héroe ni una víctima, sino un angurriento que acrecienta sus monstruosas ganancias a costa del esfuerzo colectivo.
Muchos se horrorizaron al ver flotar cruces esvásticas en la manifestación del odio, aunque interpretaron, erróneamente, que eran portadas por agrupaciones neo nazis. Debajo del nefasto símbolo estaba el odiado nombre: Cristina. Cristina es nazi. Además, había otro cartel que rezaba “maestros de la propaganda” y debajo un dibujo de Hitler junto a uno de La Presidenta. Todas estas barbaridades no son más que el resultado de la retahíla de comparaciones que los popes del periodismo opositor hacen del nazismo con el kirchnerismo. Columnistas, editorialistas, analistas y locutores como discos sinfín están constantemente repartiendo falsas analogías que prenden en los gorilas 2.0 convocados a la sedición. Porque es eso lo que están haciendo: alentando la rebelión de los disconformes perpetuos. Lo mismo que han hecho desde los tiempos del levantamiento de los estancieros, provocar una reacción, producir desaliento en muchos pobladores, construir malestar a través de sus mentiras.
Pero el fin de ciclo está próximo. El procesamiento a los integrantes de una red ilegal de espionaje liderada por Juan Bautista Yofre revela un accionar muy afín a la derecha más rancia. No hay que olvidar que el Jefe de Gobierno porteño está involucrado en una causa similar. Después de seis años de investigación, la jueza federal de San Isidro, Sandra Arroyo Salgado, decidió procesar a los involucrados por el delito de espionaje por “hacerse y comercializar datos, noticias e información de orden político, social, militar o económico que debían permanecer secretos en función de la seguridad, la defensa o las relaciones exteriores”.  Esta banda hackeó cientos de correos electrónicos de los más altos funcionarios de Gobierno, desde secretarios y ministros hasta CFK cuando era senadora para convertirlos en mercancía informativa. Pero además de procesar a los hackers, también hará lo propio con los que recibían estos contenidos espurios y los utilizaban para la producción de sus columnas, como el periodista de La Nación, Carlos Pagni, el director del portal Urgente 24, Edgar Mainhard y el columnista de Perfil y ex director de Ámbito Financiero, Roberto García. No se los persigue por pensar distinto, sino que se los enjuicia por actuar fuera de la ley.
Y si de leyes se trata, en poco más de dos meses comenzará la lenta exfoliación del grupo Clarín. A la espera de tal ocasión, el Gobierno Nacional propuso a Martín Sabatella como presidente de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, en reemplazo del renunciante Santiago Aragón. El 7 de diciembre deberá aplicarse el artículo 161 de la ley de SCA,aprobada por mayoría en el Congreso y ratificada en su constitucionalidad por la Corte Suprema de Justicia. A partir de ese día, el monstruo se transformará en un monstruito, por lo que se reducirá bastante su capacidad de daño. Aunque hasta entonces, tendrán tiempo suficiente para arrojar sus bombas de estiércol contra la sociedad. La desesperación los conducirá a convocar desde las sombras unas cuantas sinfonías caceroleras más para intentar su salvación, con el apoyo de unos cuantos funcionarios PRO y activistas de partidos aliados desde el anonimato de las redes sociales.
Un poco de paciencia, que el principio del fin está cerca. Detrás de las cacerolas se escudan los peores exponentes de la clase patricia, los que se creen dueños de nuestras riquezas y de nuestro futuro. Que no nos pongan nerviosos. Al contrario, vamos a divertirnos. El autor de estos Apuntes propone una hora diaria de Cadena Nacional y dos horas semanales de Aló Cristina por la TV pública. Y, como la mejor broma de todos los tiempos –y para garantizar la continuidad de los logros de estos nueve años- de verdad que se merecen un tercer mandato de CFK.

La historia, las cacerolas y sus interpretaciones



El hecho maldito

Por Martín Rodríguez *

Un ideal democrático diría que todo es representable. Cada nota del gran concierto social puede tener su canal de representación, su político, su partido, su “colectivo”. Empieza en la garganta y termina en la urna. Como si fuera posible una sociedad democrática sin intemperies o lagunas, o baches de demandas. Contra esa idea demasiado utópica, las cacerolas también reflejan un síntoma (no el único) de que la democracia incluye zonas vacías, aún vacías, de representación. Digámoslo así: quizá la gobernabilidad kirchnerista incluye ese sonido de intemperie.
Un detalle bastante elocuente de la cobertura del último cacerolazo es descriptiva de una de las dificultades de esa representación: no se podían poner testimonios. No se podía a riesgo de no poder filtrar a algún energúmeno o energúmena que destiñera la imagen colectiva. Porque toda protesta, aun las más espontáneas, intenta dar “una imagen”. El canal TN, vinculado afectivamente a la protesta, redujo la cobertura a un largo paño con imágenes de la masividad y las voces de los cronistas que iban detallando los acontecimientos, las movilizaciones, las consignas genéricas potables. La sensación que se desprendió de esa sana prudencia también incumbe al desafío de una oposición que tendrá –de algún modo– que hacer pedagogía sobre sus representados. Pasar a civilización ese runrún difuso al que TN escapó y que sí fue amplificado a propósito por el programa Duro de domar exponiendo las declaraciones más crudas de la gente al cronista.
Pero no se trata de invertir siempre la fórmula de civilización o barbarie, donde ahora los nuevos bárbaros del orden democrático son los sectores de clase media y media alta que no fueron barnizados por la pedagogía progresista de estos años. No. Esa plaza incluyó muchas cosas, claro que algunas por su consistencia tuvieron más volumen y densidad y se visibilizaron mostrando su relieve más nítido: el de los afectados por las restricciones al dólar. Pero la manifestación absorbió otras demandas en la vía de un reclamo de mayor “transparencia institucional”. La agenda liberal kirchnerista en lo político y su agenda intervencionista en lo económico, por contraste, deduce el perfil de la libertad amenazada que reclaman. Puedo tener el sexo que quiero, pero no puedo tener los dólares que quiero. Al revés que en los ’90. Liberales somos todos. Sin embargo, el telón de fondo estimable de esta protesta, lo que amenaza romper ese dique geográfico tan subrayado (Callao, teflon, dólar) es la inflación. Un malestar que puede alcanzar a sectores más populares.
Pero la embriaguez retórica que cifra gustosamente en clase media y clase media-alta la raíz del cacerolazo limita y condiciona una lectura de la naturaleza kirchnerista para la solución de los problemas argentinos: cuyo populismo real tiene que ver más con la clase media y su ampliación. Un discurso anticlase media puede ser negador de la movilidad social. La clase media es un resultado social, comprende una narrativa familiar de movilidades ascendentes. Y, algo más complejo, su demonización suele hacerse desde sectores de esa misma clase. Peleas de vecinos. Progres versus reaccionarios. Y aunque los energúmenos existen (el “mute” de TN lo confirma, el temor a que se escuchen los “¡yegua montonera!”) también es cierto que esa clase media urbana resulta una distinción excepcional en la región. Somos el país con más tradición de clase media del sur. Y si el peronismo –en versión romántica– es el hecho maldito del país burgués (como decía Cooke) también ahora, de un modo más real y con un peronismo de estricta raigambre pragmática, la clase media es el hecho maldito del país peronista. A su vez, es una clase media que tiene proporciones peronistas, frepasistas, católicas, radicales, laicas, consumistas, antipolíticas y así. Crisol de razas, cuya pertenencia corporativa más aproximada se dedujo en el consumo de ofertas del Grupo Clarín. Un consorcio líquido.
Pero volvamos al leitmotiv del día después: “que esa plaza se organice”, “que vaya a elecciones”. Ese planteo modula la crisis de partidos, más que la crisis de representación. ¿Habrá candidatos en un año que toquen música maravillosa para esos oídos? Seguro que los habrá, porque ya los hubo. Pero el desafío por esas reestructuraciones partidarias enfrenta una dificultad congénita de nuestra democracia: el peronismo, ese elefante que ocupa demasiado espacio, impide la partición republicana en dos partidos de centroderecha y centroizquierda. El peronismo es siempre el mismo, y regula a su modo cuanto de tradición y novedad haga falta, y se disciplina hacia el signo de cada tiempo. Hoy el kirchnerismo llevó esa estructura hacia la izquierda pero conservando su articulación territorial.
Una crónica militante que se extiende en redes y medios nac&pop dicta que esos cacerolazos están poblados con personas de menor cultura política, en la tradición de ocupación del espacio público, y cuya revelación del “sentido colectivo” por el que se manifiestan suele ser menos elaborado, más brutal y racista. Esas plazas tienen algo intraducible, algo de defensa de privilegios de clase en un primer plano y que convive más vagamente con el llamado a una universalidad nacional. Suenan más mezquinas y desafían a la construcción de un discurso más amplio, uno que sí o sí debería incluir –como mínimo– un lugar para los beneficiarios de la AUH. ¿Cuál es el borrador del programa por la positiva?
Pero atenuemos entonces la fantasía de creer en la representación total. La política no es una sábana flexible que no deja nota sin tocar. Y la demanda de representación (campanas que sonaron para el arco opositor) no significa la amplificación de ese abajo, sino la tarea más difícil de hundir las patas en ese yuyo, separar la paja del trigo y sacar sueños posibles en limpio. Porque una interpretación didáctica y simple de esas demandas puede acabar en riesgo de desfinanciamiento estatal. Una sensación: si se les da todo lo que piden, nos quedamos sin Estado. La política debería ayudar a traducir también en gobernabilidad la expectativa de ese sonido y esa furia.
* Periodista.

Marchas

Por Jorge Coscia *
En estos días se habla de una posible convocatoria en respuesta a las marchas y los cacerolazos a los que distintos sectores han adherido. Los medios han bautizado a esa hipotética convocatoria “la contramarcha”. ¿Contra qué marchar? Como en un vehículo, la historia y la política parecieran contar con distintas alternativas de marcha. Haciendo un poco de “parasociología” (como reconocía hacerlo Jauretche), descubrimos que la “caja de cambios de la historia” ha permitido marchas de avance a distintas velocidades, siempre en pos del adelanto económico y social, y la marcha atrás, que tantas veces nos retrotrajo a la dependencia y el retroceso.
Laclau ha explicado el modo en que algunos de esos avances se movieron en torno de múltiples demandas convergentes. Al hacerlo, reconoce la existencia de un populismo progresivo. El 17 de octubre de 1945 es, sin duda, un ejemplo en el que millares de trabajadores marcharon para adelantar la historia y su propia realidad, promoviendo sus demandas de justicia social, soberanía política y autonomía económica. De ese modo garantizaron avances que sólo se detendrían diez años después, aunque quedaron grabados a fuego como derechos irrenunciables de las mayorías.
¿Fue el 17 de octubre una contramarcha? Detenido Perón en la isla Martín García, los miles de movilizados, en realidad, marcharon contra el riesgo de perder las conquistas obtenidas. Lo hicieron defendiendo su derecho a agremiarse, las mejoras salariales, las vacaciones pagas y el aguinaldo, pero también con un sentido que excedía el interés de clase, para evitar el regreso del fraude político, la sumisión servil al imperio británico y la hegemonía de una clase terrateniente sin proyecto amplio de país. Un mes antes, entre el Congreso y la plaza San Martín había tenido lugar otra gran convocatoria, conocida como la Marcha de la Constitución y la Libertad. Fue multitudinaria y convocó a un amplio espectro de la sociedad argentina. También confluían en ella múltiples demandas, expresadas por la participación de todos los partidos políticos tradicionales: el conservador, el radicalismo, los socialistas y los comunistas.
Eran el esbozo amplio de lo que luego sería la Unión Democrática, con el común reclamo de destituir al gobierno de Farrell y Perón, y convocar a elecciones. Muchos de sus objetivos pueden considerarse válidos aún hoy, pero, como en todo reclamo colectivo y multitudinario, el vector de su dirección sería la resultante principal de las fuerzas entremezcladas. La presencia del embajador norteamericano Spruille Braden del brazo de la dirigencia política argentina, junto con la activa convocatoria realizada por las mismas fuerzas que habían sido protagonistas de la Década Infame, dio a la Marcha de la Constitución y la Libertad una dirección reaccionaria, que proponía el retroceso a épocas todavía recientes de injusticia, fraude y dependencia. Era lo que podríamos llamar una inequívoca propuesta de “marcha atrás”. Hubo otras marchas en los años siguientes, como pruebas de que la historia no se detiene. Claro que puede ir hacia atrás o hacia adelante, según cómo los conflictos se resuelvan en una sociedad en permanente construcción y, por qué no decirlo, indefinición de un proyecto perdurable de país.
Una gran convocatoria contra el peronismo fue la Marcha de Corpus Christi, surgida del conflicto entre el gobierno y la cúpula eclesiástica. En ella convivían sinceros creyentes, que sentían amenazada su fe, con militantes liberales, comunistas y ateos, que sólo querían “la caída del tirano”. La marcha haría retroceder a la Argentina a niveles inimaginables, anticipados días después por el bombardeo a la Plaza de Mayo, que masacró a cientos de ciudadanos indefensos.
Las marchas de septiembre de 1955 llenaron la Plaza de Mayo para celebrar la caída del peronismo. Muchos de los manifestantes ignoraban en ese momento que sus hijos, e incluso ellos mismos, terminarían apoyando el regreso de Perón 17 años después. Curiosa marcha la que, en nombre de la democracia, garantizaría la proscripción de más de la mitad de los argentinos durante una década y media.
En diciembre de 2001 las movilizaciones expresaron la diversidad de demandas que atravesaban la sociedad: desde la pobreza extrema y el desempleo hasta el secuestro de los ahorros de los sectores medios y altos. De allí surgiría la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola”. El kirchnerismo nace como fuerza política y frente nacional y popular para dar respuesta a gran parte de esas demandas insatisfechas y a la vez asumiendo conflictos irresueltos que, por supuesto, tocaron intereses cómplices, cuando no generadores de recurrentes crisis.
Diez años después, un ejercicio saludable de la memoria puede reconocer el avance de nuestra sociedad en indicadores irrefutables tanto económicos como políticos y sociales. Se advierten cuentas pendientes, pero estas mejoras se han distribuido entre amplios sectores de la Argentina, desde el campo empresarial y productivo hasta los sectores más excluidos, como lo determina la AUH.
Nuevos problemas aparecieron, no obstante, en una sociedad más productiva, justa y distributiva, pero amenazada ahora por una formidable crisis global.
Los recientes cacerolazos parecieran expresar el olvido de ciertos sectores medios del padecimiento compartido con los sectores más postergados durante la crisis de 2001. Como en la Marcha de la Constitución y la Libertad, probables demandas insatisfechas de sectores medios, razonables y justas, quedan disueltas en la “sopa reaccionaria” que pareciera hegemonizar las convocatorias actuales.
Del mismo modo en que Braden y la Sociedad Rural determinaron en 1945 el conservadurismo de una convocatoria con presencia masiva, en el cacerolazo actual, la propuesta supone una alternativa de retroceso frente a los avances indiscutibles que hacen contrastar a la Argentina con una Europa que se hunde en la crisis. Habría que recordarles a algunos sectores de la clase media que consumen las permanentes consignas del desánimo, la fábula del escorpión y la rana: ésta atravesará el río con el escorpión a cuestas, pero, invariablemente, será picada por la naturaleza inmodificable de su compañero.
Los sectores medios han sido víctimas de todos los modelos que implementaron los grupos más concentrados del neoliberalismo y la derecha política. Hay que saber que en la segunda década del siglo XXI no existe una Europa acogedora que reciba a nuestros hijos si fracasa el modelo nacional en curso.
Es válida la protesta, la disidencia y, desde ya, el uso de la calle para disentir con un gobierno. Pero siempre debemos ver con quién y para qué nos juntamos, a riesgo de que nuestro reclamo genuino sume fuerzas al vector del retroceso. También debemos prestar atención a esos “hombres brújula” que, con sus consejos, nos extraviaron desde los medios de comunicación en los ’90. Hoy muchos de ellos nos piden, una vez más, que “no los dejemos solos” y convocan a acorralar al Gobierno, que amenaza a sus empleadores. Si señalan que el rumbo es hacia el norte, un memorioso sensato debería dirigirse hacia el sur.
Una marcha podrá ser numerosa y hasta multitudinaria, pero lo que verdaderamente importa es a quién sirve su energía movilizada y hacia dónde podría llevarnos de lograr sus fines, no ya los de los que sienten un válido descontento, sino los de los melancólicos de los ’90 y hasta de los “años de plomo”, como lo demuestran los numerosos mensajes en la web que nos insultan, amenazan y rememoran los fracasos del neoliberalismo y el odio de la dictadura. Verdaderos adalides de la marcha atrás, cangrejos de la historia.

* Secretario de Cultura de la Nación.

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Sileoni: "Los jóvenes van a estar a la altura de las circunstancias"


Votar a los 16

En la apertura de la primera jornada de reuniones donde funcionarios y especialistas analizan el proyecto que permite el voto optativo a adolescentes de entre 16 y 17 años, el ministro de Educación afirmó que esa iniciativa implica "una conquista" para la juventud y consideró que "es deseable que todos los jóvenes se incorporen a la política". Esta posibilidad "nunca es un retroceso", remarcó Alberto Sileoni, quien fue el primero de los 62 oradores que tiene la jornada que se lleva a cabo en salón Arturo Illia, del Congreso.

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El ministro indicó que no presume “que todos (los jóvenes) tengan vocación política, sino que es deseable que todos los jóvenes se incorporen a la política”.
Sileoni apuntó que las leyes tienen una “doble función” ya que no solo “traducen una realidad, es preformativa, también construyen la realidad”, por lo que indicó que no presume “que todos (los jóvenes) tengan vocación política, sino que es deseable que todos los jóvenes se incorporen a la política”.
"La ampliación de derechos es siempre una conquista y nunca un retroceso. La participación no admite adjetivaciones y se trata de un proyecto que es una apuesta hacia los jóvenes, que confía en ellos", planteó, y salió al cruce de quienes cuestionan el proyecto por entender que los jóvenes podrían ser manipulados: "No es posible manipular a una persona de 19 ni a una de 40 años".
En este sentido, advirtió que "esos argumentos funcionan como profecías autocumplidas" por lo cual expresó la convicción de que los jóvenes "van a estar a la altura de las circunstancias" y "van a ejercer con plenitud su responsabilidad", y también retrucó a quienes esgrimen cuestiones vinculadas al nivel socioeconómico o educativo de los jóvenes que tendrán la posibilidad de ir a votar en caso de aprobarse el proyecto, al sostener ese argumento "va de cabeza al voto calificado".
"Pensamos que los jóvenes pueden ejercer con plenitud sus derechos. Hace mucho tiempo que ellos están pugnando por tener un lugar", sostuvo el ministro, quien recordó la tragedia de Cromañón, ocurrida el 30 de diciembre de 2004, y sostuvo que "el 40 por ciento de los que murieron fue por ir a buscar a alguien que había quedado adentro", lo cual mostró "un rasgo profundísimo de solidaridad" entre los jóvenes.
El debate tiene base en el proyecto que presentaron los senadores del Frente para la Victoria Aníbal Fernández y Elena Corregido para ampliar el voto, en forma optativa. Se estima que la jornada se extenderá hasta alrededor de las 20, luego de las intervenciones del titular de la Secretaría de Derechos Humanos, Martín Fresneda, y el director nacional electoral, Alejandro Tullio.

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