lunes, 14 de noviembre de 2011

Carta de la directora de la Escuela 14 DE 16:

 
Vale la pena leerla y difundirla


No me faltaban argumentos para poder explicar a la comunidad educativa a la que pertenezco los motivos de la lucha que estamos llevando adelante los docentes.
Muchas veces la metodología de los paros fue tema de debate. Más ahora cuando los motivos son tan ajenos a la sociedad no docente que resulta casi imposible dimensionar lo que está en juego: ¿quién y cómo designará a los docentes, quién decidirá su ascenso? ¿Qué pesará a la hora de hacerlo? ¿Sólo sus antecedentes docentes? ¿Se mezclará un filtro ideológico? ¿Habrá censurados? ¿Favoritos?
 
Por si estas cuestiones estaban teñidas por la sospecha, otra información llegó a cachetearme: me entero que, conforme se desprende de la documentación secuestrada en los allanamientos ordenados por la jueza Servini de Cubría, mis datos figuran en las listas que la empresa Tag Continental SRL confeccionó en base a encuestas telefónicas realizadas durante este año, para el Gobierno de la Ciudad. Se clasificaron a los consultados en tres categorías: “Alto Riesgo”, “Sensibles” y “Posibles Aliados”. Y allí me dicen que figura mi nombre, como ciudadana (¿vecina tendría que decir?) de Alto Riesgo.
Parece que ser una persona “sensible”, que contesta las encuestas dando por cierto que participar en ellas permite a quien las realiza tener un panorama cuantitativo de la población, me convirtió en alguien de “alto riesgo”. ¿Para quién?, ¿para qué?   Son preguntas que podrían responder las mentes macartistas (qué cerca de macristas ¿no?) del Gobierno de la Ciudad.
Luego del comentario y la conmoción familiar, resignificamos algunos hechos que sumaron mayor motivo de alarma y desconcierto:
           Ante la presencia en mi hogar de agentes encuestadores que se identifican como pertenecientes al Gobierno de la Ciudad, los que solicitan la posibilidad de realizar la toma de opinión anónima (según se manifiesta) sobre condiciones de seguridad barrial y personal, consideración sobre la creación de la  policía metropolitana, valoración respecto del desempeño de la policía federal, etc., permitimos participen de la misma nuestros hijos.
También se nos consultó, esta vez con nombre y apellido de uno de nuestros hijos, para participar de una encuesta sobre datos referidos a la alimentación y la lactancia.
Con sorpresa ante lo reiterado y variado, atendimos y respondimos a diferentes encuestas automatizadas sobre múltiples temas requeridos.
Nos llevó a conjeturar que nuestro hogar formaba parte de una lista o mailing, motivo por el que se nos requería opinión. Suponiendo representar algún tipo de  segmento, grupo o clase por el cual se consultaba.
Nos percatamos hoy del sector que representamos.
La sola idea de formar parte del grupo de “Alto riesgo”, (frente a otros tipificados como “Sensibles” o “Posibles aliados”) nos retrotrae a listados y clasificaciones, propios de la dictadura militar.
Una vez más, los que nos sentimos “en riesgo” somos los que emitimos opinión que no conforma a la instancia política en gestión, que supusimos hoy democrática.
 
Ahora, volviendo al comienzo, yo me pregunto: ¿de qué manera ser considerada de “alto riesgo” influirá en mi futuro como empleada docente de este gobierno? ¿Son tan descabelladas las sospechas de designaciones a dedo? ¿No valida esto LA NECESIDAD de que listados y valoración de antecedentes y competencias se realicen por los propios docentes elegidos DEMOCRÁTICAMENTE, a fin de garantizar la libertad de opinión e igualdad de oportunidades?
 
Más allá ahora de los interrogantes respecto del futuro laboral: ¿qué consecuencias traerá para el grupo familiar esta “pertenencia”? Nuestros hijos que emiten opinión. Nuestro hogar calificado de “Alto riesgo”.
 
Una vez más acecha la sospecha y la sombra del horror.
 
 
Silvia Ferloni

 

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