Publicado el 25 de Noviembre de 2011
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Son chicos y chicas, más de 7500, de 500 escuelas secundarias del país. Un programa provincial los convoca a investigar. En videos, danza o teatro, se expresaron y discutieron desde Norma Arrostito hasta Mariano Ferreyra.
A lo largo de dos semanas, 7500 jóvenes de 500 escuelas secundarias de cinco provincias argentinas participaron del Chapa 2011, un encuentro organizado por la Comisión Provincial por la Memoria en el complejo turístico de Chapadmalal. El Encuentro de Jóvenes por la Memoria (nombre oficial de lo que los chicos llaman simplemente Chapa) volvió a batir sus propios records de participación en la tarea de compartir las producciones realizadas por los chicos durante todo el ciclo lectivo en horario extraescolar.
Sandra Raggio, coordinadora del Área de Investigación y Enseñanza de la Comisión, asegura que esta actividad fue pensada como una intervención sobre la educación formal. “La escuela no vivió una transición muy marcada tras la dictadura: los directivos, los docentes y los inspectores siguieron, el único cambio estuvo en los contenidos. De modo que se vuelve necesario revisar qué le paso a la escuela, cuál fue su rol durante la dictadura.” Con esa intención se armó este programa que capacita a los docentes interesados en otra experiencia de formación para que guíen a los chicos que se inscriben de forma voluntaria, incentivados en parte por darle un contenido a su tránsito por las aulas, y en parte por el boca a boca que propagandiza que en el Chapa se lo pasa realmente bien. De hecho, en los tres días que cada delegación de 1500 chicos pasa por el Encuentro, se los ve debatir en foros, jugar al metegol, participar de talleres de producción, enamorarse, asistir a la presentación de los trabajos de otras escuelas y tomar sol en la playa. “El año que viene no me lo pierdo –dice Pato, un cordobés de 16 años– estuvimos todo el año filmando y editando los fines de semana y ahora el premio es conocer el mar.”
A TRABAJAR. Las producciones que los chicos preparan durante todo el año para presentar en el Chapa pueden ser en formato video, teatro, periodismo radial o escrito, danza, en fin, cualquier medio expresivo que permita evaluar y compartir los alcances de la investigación llevada a cabo. Este año, hubo un fuerte acento en las historias locales, en el rescate de la memoria de la dictadura o los Derechos Humanos actuales vinculados a la escuela, al barrio o a la región. Es así que los chicos de un colegio del barrio porteño de Belgrano presentaron un video llamado En el nombre del padre: los curas Palotinos en Belgrano, en torno al asesinato, por parte de un grupo de tareas, de cinco integrantes de la comunidad religiosa palotina en la parroquia de San Patricio en el barrio de Belgrano, en la madrugada del 4 de julio de 1976. Otro ejemplo es el video Norma Arrostito, la innombrable producido por los chicos de la EEMN° 20 de General San Martín, sobre la base de la memoria de la dirigente montonera, ex alumna de ese colegio. Otras presentaciones fueron el video Del mimeógrafo al Facebook, de la EESN°2 de Bragado, o la producción gráfica Los gritos y silencios de mi Pueblo de la EES N° 7 de Lincoln o la obra de teatro Mariano Ferreyra, la complicidad del poder, de la ESBN° 39 de Sarandí, Avellaneda.
Los talleres de producción de música, periodismo, mural, hip hop, esténcil, fotografía, expresión corporal y teatro son voluntarios, al igual que los foros de debate. Pero cada propuesta es aprovechada por decenas de chicos ávidos por aprender, participar y debatir. Una experiencia que deja fuera de juego los comentarios prejuiciosos sobre la falta de voluntad de los jóvenes. Por ejemplo, es el caso de Brenda, ex alumna de un colegio de Ituzaingó que participó de los últimos tres Chapas y en esta ocasión vino como acompañante y asesora del grupo de su ex colegio. “Muchas veces la tele muestra que los chicos están en la droga, que se agarran a trompadas –se queja Brenda– y no muestran otra realidad, no quieren mostrar que los chicos están interesados también en otros temas.”
Tiempo Argentino estuvo en un foro en que se debatía al sol las continuidades y rupturas entre participación democrática, intervención en los barrios y militancia. “Las experiencias son muy distintas y eso nos enriquece a todos –opinó Paula, una estudiante de cuarto año de la ciudad de La Plata–. En los foros tratamos cuestiones políticas, pero no desde posiciones partidarias, sino desde la experiencia que fuimos adquiriendo en el año con el proyecto.” Este año participó, además, una delegación de dirigentes estudiantiles chilenos, que compartieron su experiencia en defensa de la educación pública en el país vecino.
TEMORES Y ENTUSIASMOS. Pero, ya se sabe, cuando se desata un proceso que promueve cambios en estructuras muy tradicionales es esperable que haya reacciones y disconformidades.
“Definitivamente lo que se redefine es el vínculo pedagógico. Armás un equipo de laburo colectivo y eso a la escuela tradicional le cuesta, porque los pibes empiezan a moverse de otra manera en la propia escuela.” Tanto los docentes como los alumnos reconocen que las trabas administrativas (como la negativa a abrir el colegio en horario extraescolar) son las primeras que exhibe la institución ante algo que desconoce: el entusiasmo por permanecer en el edificio.
Pero no sólo la jerarquía escolar se molesta por lo que desconoce. Marcela Copello, docente de Ituzaingó, tiene una anécdota divertida sobre el temor que esto genera en algunos padres acostumbrados a que la escuela sea poco más que una “playa de estacionamiento” de los chicos.
“Uno de los padres se vino a quejar la vez pasada porque su hijo había bajado las notas en otras materias y sólo le interesaba el proyecto. ‘¡Bienvenido sea!’, le dije, porque de esta forma no hace falta ni tomar lista. Lo que hay que ver es si no hay que cambiar la otra parte, la formal, en lugar de quejarse de esta.”
Ese entusiasmo es el combustible esencial de cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje efectivo. Porque, según Brian, de la escuela media 6 de Ituzaingó, esa pasión es contagiosa: “A mí me entusiasma ver a los docentes entusiasmados, sentir que no lo hacen porque están obligados, sino porque encaramos un aprendizaje nuevo.”
TIEMPO ARGENTINO
A lo largo de dos semanas, 7500 jóvenes de 500 escuelas secundarias de cinco provincias argentinas participaron del Chapa 2011, un encuentro organizado por la Comisión Provincial por la Memoria en el complejo turístico de Chapadmalal. El Encuentro de Jóvenes por la Memoria (nombre oficial de lo que los chicos llaman simplemente Chapa) volvió a batir sus propios records de participación en la tarea de compartir las producciones realizadas por los chicos durante todo el ciclo lectivo en horario extraescolar.
Sandra Raggio, coordinadora del Área de Investigación y Enseñanza de la Comisión, asegura que esta actividad fue pensada como una intervención sobre la educación formal. “La escuela no vivió una transición muy marcada tras la dictadura: los directivos, los docentes y los inspectores siguieron, el único cambio estuvo en los contenidos. De modo que se vuelve necesario revisar qué le paso a la escuela, cuál fue su rol durante la dictadura.” Con esa intención se armó este programa que capacita a los docentes interesados en otra experiencia de formación para que guíen a los chicos que se inscriben de forma voluntaria, incentivados en parte por darle un contenido a su tránsito por las aulas, y en parte por el boca a boca que propagandiza que en el Chapa se lo pasa realmente bien. De hecho, en los tres días que cada delegación de 1500 chicos pasa por el Encuentro, se los ve debatir en foros, jugar al metegol, participar de talleres de producción, enamorarse, asistir a la presentación de los trabajos de otras escuelas y tomar sol en la playa. “El año que viene no me lo pierdo –dice Pato, un cordobés de 16 años– estuvimos todo el año filmando y editando los fines de semana y ahora el premio es conocer el mar.”
A TRABAJAR. Las producciones que los chicos preparan durante todo el año para presentar en el Chapa pueden ser en formato video, teatro, periodismo radial o escrito, danza, en fin, cualquier medio expresivo que permita evaluar y compartir los alcances de la investigación llevada a cabo. Este año, hubo un fuerte acento en las historias locales, en el rescate de la memoria de la dictadura o los Derechos Humanos actuales vinculados a la escuela, al barrio o a la región. Es así que los chicos de un colegio del barrio porteño de Belgrano presentaron un video llamado En el nombre del padre: los curas Palotinos en Belgrano, en torno al asesinato, por parte de un grupo de tareas, de cinco integrantes de la comunidad religiosa palotina en la parroquia de San Patricio en el barrio de Belgrano, en la madrugada del 4 de julio de 1976. Otro ejemplo es el video Norma Arrostito, la innombrable producido por los chicos de la EEMN° 20 de General San Martín, sobre la base de la memoria de la dirigente montonera, ex alumna de ese colegio. Otras presentaciones fueron el video Del mimeógrafo al Facebook, de la EESN°2 de Bragado, o la producción gráfica Los gritos y silencios de mi Pueblo de la EES N° 7 de Lincoln o la obra de teatro Mariano Ferreyra, la complicidad del poder, de la ESBN° 39 de Sarandí, Avellaneda.
Los talleres de producción de música, periodismo, mural, hip hop, esténcil, fotografía, expresión corporal y teatro son voluntarios, al igual que los foros de debate. Pero cada propuesta es aprovechada por decenas de chicos ávidos por aprender, participar y debatir. Una experiencia que deja fuera de juego los comentarios prejuiciosos sobre la falta de voluntad de los jóvenes. Por ejemplo, es el caso de Brenda, ex alumna de un colegio de Ituzaingó que participó de los últimos tres Chapas y en esta ocasión vino como acompañante y asesora del grupo de su ex colegio. “Muchas veces la tele muestra que los chicos están en la droga, que se agarran a trompadas –se queja Brenda– y no muestran otra realidad, no quieren mostrar que los chicos están interesados también en otros temas.”
Tiempo Argentino estuvo en un foro en que se debatía al sol las continuidades y rupturas entre participación democrática, intervención en los barrios y militancia. “Las experiencias son muy distintas y eso nos enriquece a todos –opinó Paula, una estudiante de cuarto año de la ciudad de La Plata–. En los foros tratamos cuestiones políticas, pero no desde posiciones partidarias, sino desde la experiencia que fuimos adquiriendo en el año con el proyecto.” Este año participó, además, una delegación de dirigentes estudiantiles chilenos, que compartieron su experiencia en defensa de la educación pública en el país vecino.
TEMORES Y ENTUSIASMOS. Pero, ya se sabe, cuando se desata un proceso que promueve cambios en estructuras muy tradicionales es esperable que haya reacciones y disconformidades.
“Definitivamente lo que se redefine es el vínculo pedagógico. Armás un equipo de laburo colectivo y eso a la escuela tradicional le cuesta, porque los pibes empiezan a moverse de otra manera en la propia escuela.” Tanto los docentes como los alumnos reconocen que las trabas administrativas (como la negativa a abrir el colegio en horario extraescolar) son las primeras que exhibe la institución ante algo que desconoce: el entusiasmo por permanecer en el edificio.
Pero no sólo la jerarquía escolar se molesta por lo que desconoce. Marcela Copello, docente de Ituzaingó, tiene una anécdota divertida sobre el temor que esto genera en algunos padres acostumbrados a que la escuela sea poco más que una “playa de estacionamiento” de los chicos.
“Uno de los padres se vino a quejar la vez pasada porque su hijo había bajado las notas en otras materias y sólo le interesaba el proyecto. ‘¡Bienvenido sea!’, le dije, porque de esta forma no hace falta ni tomar lista. Lo que hay que ver es si no hay que cambiar la otra parte, la formal, en lugar de quejarse de esta.”
Ese entusiasmo es el combustible esencial de cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje efectivo. Porque, según Brian, de la escuela media 6 de Ituzaingó, esa pasión es contagiosa: “A mí me entusiasma ver a los docentes entusiasmados, sentir que no lo hacen porque están obligados, sino porque encaramos un aprendizaje nuevo.”
TIEMPO ARGENTINO
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