Denuncian que en la Ciudad fallecieron al menos diez personas sin techo
Las personas que fallecen en la calle son llevadas a la morgue y si nadie reclama su cuerpo y no tienen documentos, son sepultadas como NN. Y no se indaga la causa de su muerte, denuncia un colectivo de la Comuna 1.
Por Rocío Magnani
“Necesitamos un protocolo que ampare a estas personas”, reclama la Comisión de Vivienda.
“Se llamaba Jorge y lo mató el frío hace unos veinte días en la plaza 1º de Mayo, esa noche hizo como un grado bajo cero. Yo lo conocí bien: estaba en la calle desde los 14 y los paradores nunca le gustaron. Cuando me contaron, fue muy difícil. Este invierno ya mató a siete conocidos de la zona y uno siente que mañana la policía lo va encontrar a uno todo duro en una plaza.” Miguel Angel lleva 16 de sus 57 años en situación de calle y dice que aprendió a rebuscarse solo. Ya armó un pequeño capital de changuito, mochila y cuatro frazadas, aunque antes lo único que lo mantenía caliente era la mezcla de agua y alcohol etílico. Los casos que enumera son parte de los detectados en un relevamiento realizado por voluntarios y profesionales de la Comuna 1: al menos diez víctimas en este invierno.
No hay datos certeros sobre la cantidad de personas que mueren de frío, en la calle. La Comuna 1, que comprende los barrios de Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución, es una de las más habitadas por familias en situación de calle por la facilidad para conseguir alimentos, entre otras razones.
La invisibilización es extrema, aseguran desde la Comisión de Vivienda del Consejo Consultivo de esa comuna. “El gobierno porteño no da información sobre las personas en esta situación, no sabemos cuántas y cuándo mueren”, denuncia Ana Tolosa, de ese espacio de participación ciudadana. Es que, según describe, Ana María Lódola, psicóloga y trabajadora social, “cuando los vecinos encuentran una persona muerta en la calle, llaman a la policía, que avisa al SAME para que constate esa muerte. Pero el SAME no traslada los cadáveres, llaman a la morgue. Si en cinco días nadie reclama el cuerpo, va a una fosa como NN o a las mesas de disección de las carreras de Medicina. Nadie se preocupa en contactar a sus familiares o dejar sentada cuál fue la causa de la muerte. Los registros dicen paro cardiorrespiratorio, pero no qué causas lo provocaron”. “Es como si se los desapareciera”, advierte Tolosa.
El problema es que, de ese modo, “sin acreditar con nombre y apellido quién era la persona, las circunstancias en que vivía y sin una autopsia que demuestre la causa de muerte, no podemos hacer ningún tipo de denuncia contra el Estado”, detalla Lódola. En las últimas semanas, el equipo de trabajo de la Comisión de Vivienda reconstruyó, a través de testimonios de vecinos de la zona, que por el padecimiento de las bajas temperaturas “una persona murió en la calle México, entre Rincón y Pasco (13/06/12); cuatro, entre ellas dos chicos, en la vereda de Parque Rivadavia (27/05/12); y dos personas en situación de calle que habían sido maltratadas y golpeadas por un grupo presuntamente integrado por personal del Gobierno de la Ciudad, en el Hospital Ramos Mejía (13/06/12). También fueron halladas muertas por hipotermia una persona en las inmediaciones de la Villa 31 y otra en Zabaleta”. Además, una beba que no llegaba a los tres meses murió el 5 de julio aparentemente por el frío.
“El gobierno porteño tiene la absoluta responsabilidad de esas muertes predecibles y evitables. Necesitamos un protocolo que ampare de forma clara a estas personas”, denuncian desde la Comisión de Vivienda de la comuna.
Miguel Angel se fue de la casa en que se crió, en el interior de la provincia de Buenos Aires, para probar suerte en la Ciudad. Al tiempo, se quedó sin trabajo y no pudo continuar pagando la pieza de hotel. No quiere volver a los paradores del Gobierno de la Ciudad. “Cuando fui, me infecté por cuatro meses de pulgas y sarna, como tres meses me internaron. Eso me pasó en el parador de Retiro. Después fui a otro y me pasó lo mismo: te llenás de bichos y te dan un colchón y unas frazadas más finitas que un papel. Yo prefiero la calle.”
Mario, que nació en un país limítrofe, estuvo en la calle entre sus 4 y 14 años, y ahora volvió a la situación hace menos de cuatro meses. “Los paradores de Retiro y de Parque Chacabuco parecen una cárcel. Los guardias se creen policías. Te hacen bajarte los pantalones para revisarte y después se burlan. Me sentí discriminado. Una vez me dijeron que por qué no me volvía a mi país, no fui nunca más. Además, el que tiene su rancho y deja las cosas para ir al parador no las encuentra al día siguiente.”
El gobierno porteño dispone el transporte para que las personas en situación de calle pasen la noche en los paradores que abren de 18 a 8. Sin embargo, no ponen los medios para que vuelvan a sus lugares. “Tercerizaron el servicio en paradores de Avellaneda –cuenta Lódola–. Los llevan hasta allá, pero después tienen que volverse solos. Al gobierno de Macri no le interesan los pobres ni resolver los problemas de la pobreza. Quiere que los pobres se vayan de la ciudad. ”
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